México D.F. Domingo 29 de febrero de 2004
Multitudes buscan las palabras que después
recrearán en la intimidad de la lectura
Minería, un carnaval; el entusiasmo se concentra
en el anfitrión: el libro
Hoy, último día de la fiesta; concluye
la Feria Internacional del Libro organizada por la UNAM
ARTURO JIMENEZ
Filas, multitudes, críticas, reconocimientos, feria,
libros, lectores, fiesta, risas, roces... Casi un carnaval en el Palacio
de Minería.
En la cafetería un tumulto se disputa un refresco,
una torta, mientras palabras como ''Pedro'', como ''Páramo'', como
''Comala'', como ''padre'' -y atmósferas como muerte-, salen de
la ex Capilla, se despeñan por los balcones y corren por los pasillos
y las escalinatas del palacio.
Buscan,
las palabras -y las atmósferas, como amor, desamor y soledad-, algún
lugar para esconderse de la multitud. Muchos oyentes las recogerán
y las guardarán para protegerlas y recrearlas en la intimidad de
sus lecturas.
Han sido dichas e insinuadas, las palabras y las atmósferas,
por integrantes del grupo Poesía en Voz Alta. Han sido nombradas
una vez más y saben, las palabras, que volverán a ser invocadas
hasta el final de los días, porque así lo quiso Juan Rulfo.
Es el penúltimo día de la 25 Feria Internacional
del Libro del Palacio de Minería, por lo general el de mayor afluencia,
pues el año pasado asistieron unas 20 mil personas.
En sábado, el Centro Histórico de la ciudad
de México es un caos, y el Palacio de Minería, por estas
fechas, también. Sólo que allí se encuentran miles
de ciudadanos que dan lustre a un país en crisis económica
y, por momentos, en crisis política.
Son los lectores. Lectores pobres, acomodados, clasemedieros.
En la fiesta todos confluyen y son una sola masa privilegiada.
Pero en ese maremágnum no pasa inadvertido el presidente
Vicente Fox, quien con su esposa Marta Sahagún visitó por
la mañana la feria. Realizó un breve recorrido por las instalaciones
y compró Recuento de poemas, de Jaime Sabines.
En el stand de Planeta, los representantes de la
editorial le obsequiaron El fenómeno Fox, de Francisco Ortiz
Pinchetti y Francisco Ortiz Pardo.
Marta Sahagún adquirió El valor de elegir,
de Fernando Savater, y dijo que estaba buscando Las guerras que vienen
y El machismo invisible.
Feria paralela
Afuera del ex palacio de los minerales hay dos filas grandes:
una ante la taquilla y otra ante la entrada. La primera da vuelta inclusive
en Filomeno Mata. Ante al edificio hay dos enormes carpas, una de guardarropa
y otra de la UNAM.
Enfrente, en el Museo Nacional de Arte, en su patio interior,
se realiza, de manera paralela, la 26 Feria del Libro de Ocasión,
con joyas como libros raros, viejos, antiguos, descatalogados, de historia,
de arte, de filosofía, de literatura.
Adentro del palacio, el susodicho carnaval. Y, por todos
lados, el susodicho invitado de honor: el lector, que invade locales, pasillos,
salones, patios, escaleras, baños, cafetería...
La mayoría son jóvenes -fenómeno
más o menos reciente, dice en medio de la escalinata central Fernando
Macotela, director de la feria-, pero hay muchas familias, parejas, niños
y personas solitarias.
A Macotela lo acompaña Asunción Ortega,
encargada de los talleres infantiles, quien comenta: "Ufff, sólo
veo salir 50, 60 niños, y luego, entrar otros 50, 60 niños".
La mayoría de los libros están a la mano;
otros, unos cuantos, en vitrinas. Con publicidad y diseños, los
locales a veces son imagen que llama al lector, que en ese caso es más
consumidor.
Los lectores compran, los libreros y empleados cobran.
Pero los lectores se desembarazan y vuelven a ser ellos mismos. El reto
a la crisis económica no puede llegar tan lejos. Muchos de ellos
ya han retado de manera pública a las políticas fiscales
federales en contra del libro.
La sorpresa de ver lectores
Sin feria, el patio central es enorme. Con feria, locales
e invitados de honor, el patio es pequeñito. Mirar hacia el techo
de lona blanca es un respiro de espacio y luz natural contra la claustrofobia.
Pero por ahí, en medio de un vocerío de
mercado, siguen pasando los lectores, unos animados, otros ya cansados
pero que no se rinden, porque ahí hay una celebración de
la lectura y la quieren disfrutar.
Es como una fiesta en una isla en la urbe, y la algarabía
alrededor del anfitrión, el libro, es también una complicidad
entre iguales, aunque algunos chavos y chavas anden de oscuro, otros de
claro y otros de colores.
O aunque algunos de los lobos esteparios, barbudos y de
lentes, sean sólo hombres solos que vienen a ventilar sus respectivos
enclaustramientos y que han dejado un rato sus ermitas en busca de alimento.
Una pareja de antropólogos que lleva a su hijo
de cinco años se queja porque no se han renovado los títulos
infantiles ni actualizado los catálogos.
Arracimadas, 10 chavitas de por los rumbos de Nezahualcóyotl,
estudiantes de la Prepa 8, se muestran en cambio felices y sorprendidas.
A unas porque nunca habían ido a una feria de libros y otras porque
se les hacía inaudito que hubiera tanto lector.
Ya concluyeron los actos conmemorativos por los aniversarios
luctuosos de Jaime Torres Bodet y de Rosario Castellanos, y los homenajes
a Pablo Neruda y a Ramón Xirau.
A las cinco de la tarde, poetas como Juan Gelman, Eduardo
Casar, Jaime Labastida, José Luis Rivas y David Huerta deberán
leer poemas de muerte y de tristeza.
Por la noche deberá presentarse el libro El
lenguaje secreto de Hildegard von Bingen. Vida y Obra, de Verónica
Martínez Lira y Alejandra Reta Lira. Pero la fiesta seguirá
este domingo en Minería, último día de feria, y seguirá
por siempre adentro de los que leen.
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