México D.F. Domingo 7 de marzo de 2004
Responsabilizan a grupos de derecha y al PAN
de echar abajo importantes resolutivos
Debate sobre la píldora de emergencia
"cimbra" al Parlamento de Mujeres
FABIOLA MARTINEZ Y ROBERTO GARDUÑO
El intento del Partido Acción Nacional y de grupos
de derecha para incluir el rechazo a la píldora de emergencia
en las conclusiones del Parlamento de Mujeres echó abajo importantes
resolutivos que serían retomados por el Congreso de la Unión,
hecho que colocó a punto de rompimiento el cónclave celebrado
en San Lázaro, donde asistieron más de mil participantes
provenientes de todo el país.
El segundo y último día de la sexta reunión
anual del Parlamento de Mujeres, programado para dar a conocer la relatoría
de las seis mesas de trabajo que sesionaron la víspera y escuchar
la declaratoria política del acto, derivó en un torbellino
de insultos y empujones protagonizado por integrantes de organizaciones
feministas y representantes del Partido Acción Nacional, Provida
y la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), entre éstos
decenas de adolescentes.
El punto de discordia fue la mesa cinco, titulada Reformas
estructurales y equidad de género, donde grupos de derecha leyeron
decenas de ponencias relativas al "carácter abortivo" de la también
llamada pastilla del día siguiente. Las feministas que defienden
el derecho a decidir sobre la capacidad reproductiva argumentaron que el
tema salía del análisis programado y, tras 14 horas de debate,
en los primeros minutos del sábado la mayoría decidió
dar por terminada la discusión al considerar que "los grupos más
conservadores habían caído en un burdo acarreo corporativo".
Y
es que las feministas del PAN, Provida y la UNPF se dedicaron a "jalar"
a sus seguidoras inscritas en otros paneles con objeto de asegurar la mayoría
en las votaciones decisivas.
Ya sin las representantes de organizaciones como Milenio
Feminista, Equidad y Género, Católicas por el Derecho a Decidir,
Foro Nacional de Mujeres, entre otras, las opositoras a la Norma Oficial
Mexicana -misma que permite la comercialización del fármaco
en cuestión- redactaron un resolutivo en el que lo mismo daban su
aval a la reforma energética promovida por el gobierno de Vicente
Fox e insistían en los beneficios de la privatización del
sector eléctrico, que se legislara "en torno a los centros abortivos
clandestinos (sic)".
Ante el nivel que tomó la disputa, la senadora
priísta Lucero Saldaña Pérez, presidenta de la mesa
cinco, convocó a la comisión bicamaral del encuentro, encabezada
por la senadora Rita María Esquivel y la diputada elbista
Diva Hadamira Gastélum, para dirimir la controversia. La máxima
instancia del Parlamento de Mujeres determinó que al no encontrar
consenso se colocarían los temas abordados en reserva, en especial
los relativos a la píldora.
El escándalo comenzó tras las relatorías
de las cuatro primeras mesas. Como en los años anteriores, se detalló
un abultado y diverso pliego de peticiones para exigir, una vez más,
alto a la violencia en Ciudad Juárez y mayor presupuesto para los
programas de género. Rechazaron también el IVA en alimentos
y medicinas y se pidió "reconsiderar" los montos del rescate bancario,
condenar "todas las formas de corrupción" y mejorar los mecanismos
de procuración de justicia.
Hasta ahí nadie manifestó objeción,
menos tras la lectura a la lista de exigencias al Congreso de la Unión,
que más bien terminó en la permanente lista de aspiraciones:
médicos legistas mujeres para atender los casos de violencia, una
fiscalía para los "delitos de género", mayores penas para
los responsables de la violencia intrafamiliar, aumentar las licencias
maternas con cien por ciento de salario, más guarderías,
más espacios en los puestos de elección popular y de gobierno,
atención médica y trabajo para las mujeres afectadas por
el VIH, por mencionar algunas.
La relatora de la mesa dos mencionó la necesidad
de informar a las mujeres privadas de su libertad en torno a la anticoncepción
de emergencia, mientras la responsable de la mesa cuatro se refirió
al "derecho de las mujeres de decidir en torno al aborto". Estos enunciados
provocaron apenas tibios y fugaces reclamos.
Nadie quería quemar pólvora en infiernitos.
La mayoría sabía que el debate -"el bueno", murmuraban- sería
el de la ya entonces famosa mesa cinco, la más concurrida, donde
se registraron más de 400 personas y 91 ponencias.
Por fin la senadora Saldaña subió a tribuna.
Primero habló de solicitar a los legisladores mecanismos para incluir
la perspectiva de género en las negociaciones internacionales y,
en seguida, indicó que en el tema energético no se alcanzaron
consensos. Puso el dedo en la llaga. Empezaron los gritos desde las curules:
"¡sí hubo acuerdos!", "Que se diga la verdad", "Sí,
claro, seguro ha de ser perredista", espetaban.
Lo que parecía iba a quedar en un abucheo y pancartas
levantadas en repudio a la lectura de la legisladora, se trocó,
en un par de minutos, en una turba sin control. Decenas de mujeres abandonaron
sus curules y se enfilaron a las escalinatas de la tribuna. Como si fuera
un partido de fut bol americano, las de derecha empujaban a su "relatora"
para que ocupara el lugar de Saldaña; de su lado, las oponentes
formaron rápidamente una valla para impedir el paso al estrado.
Luego, frente al azoro de los integrantes de la mesa directiva y de los
elementos de seguridad de San Lázaro, las legisladoras se insultaron
cara a cara.
"¡Sí a la vida! Todo por bajar su mugrosa
tasa de natalidad", repetía una mujer encolerizada, impotente, casi
al borde del llanto, pero cuidadosa, como todas sus compañeras,
de no revelar a la prensa el nombre de la organización a la que
está afiliada. Algunas portaban un pin del PAN y, otras,
las menos, sí reconocieron ser enviadas de diversas uniones regionales
de padres de familia.
Como si fuera un estadio en el que la disputa fuera por
un penal mal sancionado, las jóvenes estudiantes de escuelas privadas
organizaban porras y protegían a sus mayores. Lo que provocó
la ira de las feministas de izquierda era tener que discutir, manifestaron,
"temas tan importantes con chavitas que no saben lo que es trasversalidad
de género. Es tan obvio el acarreo, que las chamacas preguntaban
en el debate que es el PPP (Plan Puebla Panamá) y la NOM (Norma
Oficial Mexicana)...¡Por favor, son unas fanáticas, hijas
de Provida, Opus Dei y de los Legionarios de Cristo!... ¡Yo no hablo
con amordazadas por sacerdotes, ignorantes", espetaban.
El desorden llegó a tal nivel que fue necesario
decretar un receso. Mientras la senadora Saldaña se retiraba de
la mesa directiva, un importante número de mujeres de distintos
credos e ideologías le gritaban: "senadora vendida, cuánto
te dieron". La respuesta fue una sonrisa forzada y un saludo para salir
del paso. Media hora después la presidenta de la comisión
bicamaral informó que "después del desagradable incidente"
y para darle "un feliz término" al Parlamento de Mujeres, utilizaría
el reglamento que faculta a la mesa directiva a tomar decisiones. Y esa
decisión fue, para beneplácito de unas y la rabia de otras,
mandar "las posiciones divergentes" a la memoria del acto.
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