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México D.F. Sábado 13 de marzo de 2004
DESFILADERO
Jaime Avilés
Las barbas de la corrupción
El gran culpable de la tragedia de España es Aznar Abortó anoche el complot contra López Obrador
UN SER HUMANO LLEGA al único aeropuerto de la región donde vive y pide un boleto para viajar a una ciudad fronteriza. "No hay salidas nacionales", le informan. Con gran disgusto, pero sabiéndose más listo que los demás, llega a la ventanilla de una aerolínea extranjera. Ahora solicita un pasaje para volar a un lugar situado, frontera de por medio, junto a la ciudad que había mencionado en su primer intento. Pero vuelve a fracasar.
"No hay salidas internacionales", le comunican. Sube rabioso a la oficina de quejas y exige que le expliquen por qué no hay salidas nacionales ni internacionales. La respuesta lo deja atónito. "Nos robaron todos los aparatos de la torre de control. Si de veras le urge irse de aquí, hágalo en autobús, pero rápido, antes que desaparezcan las carreteras", le recomienda el empleado de turno.
Esta parábola idiota, basada por supuesto en las ideas de Immanuel Wallerstein, ilustra, supongo, la angustia y la incertidumbre de los días que atraviesa la humanidad y puede ayudarnos a reinterpretar lo que ha sucedido al mismo tiempo en la capital de México y en la capital de España. Roto el sistema político internacional, Madrid ha saltado en pedazos. Roto el sistema político mexicano, los poderosos ponen en marcha un golpe de Estado en pequeña escala para derrocar a Andrés Manuel López Obrador.
Se trata, en ambos casos, de problemas que tienen remedio en el corto plazo, pero las soluciones que se alcancen no serán definitivas, mientras el mundo no se ponga de acuerdo otra vez consigo mismo. Entendámonos.
Los trenes de la muerte
Hace un año, por estas fechas, José María Aznar aseguró al pueblo de España que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva en cantidades industriales. Más aún, dio su palabra de honor de que había conocido las pruebas de ello y por lo tanto le "constaba" que había un arsenal apuntando al corazón de Occidente.
Con esa desvergonzada mentira embarcó a su país en la ínfima "coalición" formada hasta ese momento por los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña. Días más tarde, se reunió con George WC y Tony Blair en una base militar de las Azores, donde posó con su estúpida sonrisa para la foto en que los tres anunciaron el principio de la carnicería. Y lo hizo a pesar de que millones de españoles se manifestaban desesperadamente en su contra, exigiéndole que renunciara a su insensatez, a su sadismo y a su codicia. Hoy, aquellos enemigos que adquirió gratuitamente a cambio de nada, le han cobrado la factura de su inmensa irresponsabilidad histórica, pero no la han pagado ni él ni sus ministros, sino los miles de inocentes que iban en los trenes de la muerte.
Las tropas españolas no participaron en la invasión de Irak de manera relevante. Aznar tampoco obtuvo para las empresas de su tierra un solo contrato que le permitiera gozar del botín de la "reconstrucción", pero hace apenas dos meses, cuando Bush y Blair admitieron que en realidad nunca habían tenido evidencias de aquellas armas de Hussein, y se vieron obligados a formar comisiones de investigación que aclararan las "fallas" de sus respectivos servicios de espionaje, el enano de las Azores ni siquiera se tomó la molestia de ofrecer explicaciones o disculpas. Tan seguro estaba de la victoria de su Partido Popular (PP), y de su candidato, Mariano Rajoy, en las elecciones generales que se celebrarán mañana.
Por su parte, José Luis Rodríguez Zapatero, candidato del opositor Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a la jefatura del gobierno, prometió que si triunfaba con el voto de una amplia mayoría, no vacilaría en ordenar que las tropas de su país salieran de Irak, a más tardar, el próximo 16 de junio. Pero no se atrevió a repetirlo, por cierto, la mañana del 11 de marzo al condenar por televisión la ensordecedora sinfonía de bombas que las brigadas de Abu Hafs al Masri, pertenecientes a Al-Qaeda, acababan de ejecutar en las estaciones ferroviarias de Madrid.
Desde el instante que conoció la noticia, Aznar culpó de los hechos a ETA por todos los medios a su alcance. A 72 horas de los comicios, no podía reconocer que él, y nadie sino él, era el primer y último culpable de esta tragedia. Por su tozudez, por su vanidad, por su racismo asesino. Y fieles a la ley del Talión, los comandos de Al-Qaeda se lo han dicho en sus narices: "Ƒes legítimo que ustedes maten a nuestros niños, mujeres, ancianos y jóvenes, mientras que es pecado que nosotros los matemos a ustedes?"
Hay, sin embargo, otras dos preguntas que apelan al sentido común y al carácter humanitario de la justicia. ƑQuién metió a España en esa guerra? ƑQuién debe ser sancionado mañana con el repudio masivo de los españoles a través de las urnas y con el castigo de los tribunales? La respuesta es un pleonasmo: Aznar y los terroristas.
Políticos impresentables
El sistema mexicano de televisión por cable ofreció ayer y antier un espectáculo esquizofrénico. En el canal 48, Televisión Española machacó desde el principio que los ataques a Madrid fueron obra de ETA, pero en el canal 47, la CNN acogió con furor la hipótesis de que, detrás de aquellos muertos y aquellos heridos, estaba la mano de Al-Qaeda. El aparato de propaganda de Aznar sostuvo la aparente mentira pensando en las elecciones de mañana; el aparato de propaganda de Bush sostiene la aparente verdad pensando en las elecciones de noviembre.
Aznar, supuestamente, ha hecho hasta lo indecible con tal de vencer a ETA; Bush, también supuestamente, no ha dejado de luchar un minuto contra Al-Qaeda. Sin embargo, en la coyuntura abierta por los trenes de la muerte, ambos se desviven, con asombroso y tenaz entusiasmo, por convencernos de su fracaso. Qué políticos tan extraños, qué mensaje tan sorprendente:
"šPueblo de España, pueblo de Estados Unidos, pueblos del mundo! Si algo demuestra que vamos por el camino correcto, si algo confirma que la estrategia es la adecuada, si algo prueba que tenemos la razón es que hoy, a las 7:40 de la mañana, hora local de Madrid, šel enemigo ha vuelto a derrotarnos! šVivan nuestras políticas de guerra! šVivan nuestros enemigos, sin los cuales desapareceríamos!"
ƑEso es lo que intentan decirnos? Por desgracia, ante la esquizofrenia de la televisión internacional, la televisión mexicana, en cambio, y los medios electrónicos en general, observa una sospechosa unanimidad: contra la sensata opinión del pueblo, ahora resulta que quienes hablan desde las pantallas y desde las bocinas, todos al mismo tiempo y a toda hora dudan de la palabra de Andrés Manuel López Obrador. Nadie le cree nada al jefe del Gobierno del Distrito Federal. Todos le exigen pruebas, ningún micrófono profesional pone en duda la "honradez" de sus impugnadores, encabezados por Diego Fernández de Cevallos, ese dechado de virtud.
No nos engañemos: el mensaje es transparente. Las empresas petroleras del mundo que, a través de Vicente Fox, se están apoderando de Pemex y van por la industria eléctrica; los bancos internacionales avecindados en México que maman de las ubres del Fobaproa; los diez grupos de multimillonarios que son dueños del resto del país; los que hace 22 años establecieron estas políticas de saqueo y vandalismo que nos mantienen en la pobreza, han expresado nítidamente que no quieren, bajo ningún pretexto, y mucho menos el de la democracia, ver a López Obrador en la Presidencia de la República.
Por eso, aquello que la semana pasada empezó como un escándalo de corrupción, ha adquirido la forma de un complot que ya tiene su coartada. Algunos legisladores panistas han comenzado a trabajar en un proyecto de resolución, inspirado en el artículo 122 constitucional. Según este precepto jurídico, el jefe del Gobierno del Distrito Federal puede ser destituido de su cargo por la mayoría simple del Senado, o fuera del periodo ordinario de sesiones, por la mayoría simple de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, si "obstruye el buen funcionamiento del gobierno federal".
En consecuencia, el aliado más visible de Carlos Salinas de Gortari dentro del PAN, o sea, Fernández de Cevallos, se reunió con un representante de la Procuraduría General de la República y con otro del Centro de Investigaciones en Seguridad Nacional -es decir, la policía pública y la policía secreta del régimen-, en un hotel del Paseo de la Reforma donde el empresario Carlos Ahumada Kurtz presentó una denuncia por chantaje y extorsión contra personas que estuvieron ligados a López Obrador. Y a cambio de impunidad, Ahumada entregó a diversos operadores del salinismo un paquete de videos, grabados dentro de su propia oficina, en los que dirigentes del PRD aparecen recibiendo pequeñas pero espectaculares sumas de dinero en efectivo, muy pequeñas comparadas con los millones de dólares que Fox obtuvo ilegalmente de consorcios como Enron para llegar a la misma Presidencia de la República, él sí.
Esos videos, sin embargo, no quedaron en manos de las autoridades federales sino que, desde las tinieblas, fueron entregados a cuentagotas a los medios, iniciando una campaña de desestabilización del mandatario capitalino, sin que el presidente Fox, ni el secretario de Gobernación, Santiago Creel, intervinieran para detener esta escalada golpista en contra de un gobernante legítimamente electo. Esto, que se dice así tan rápido, es una ruptura del orden constitucional y un agravio que pretende burlar los derechos políticos de los habitantes de la ciudad de México. Es un paso adelante hacia la dictadura, pero sobre todo una vergüenza y un desafío a todo el país.
Por fortuna, gracias a la intervención de Fernández de Cevallos y a su grotesca aparición de anoche en un programa televisado de costa a costa y de frontera a frontera en el horario estelar, los mexicanos tenemos a la vista las barbas de la corrupción y comprendemos claramente toda la suciedad que hay detrás y quiénes desean seguir dándose paradójicos baños de pureza en su propio estiércol. ƑA quién, en el drenaje profundo de nuestro sistema político roto, a quién, me pregunto, se le habrá ocurrido escoger como defensor al más indefendible de los delincuentes? [email protected]
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