México D.F. Sábado 13 de marzo de 2004
Víctor M. Quintana S.
Abriendo la vía... campesina
Parece que los mejores días del modelo agrícola productivista, librecambista y excluyente están pasando. El modelo, promovido por las trasnacionales de los agronegocios, utiliza como instrumentos de política básicos la desregulación, la eliminación de subsidios a la agricultura en los países en desarrollo y el incremento de los mismos en los países ricos. Y los esquemas de apertura y tratados comerciales para penetrar los mercados en todo el planeta.
Hay signos claros de que la marcha del modelo se atora. El año 2003 es testigo de importantes movilizaciones campesinas en todo el planeta, que ponen en cuestión este modelo excluyente y devastador de la naturaleza.
En México el movimiento El campo no aguanta más se apodera de la escena nacional. Para desactivarlo el gobierno federal le firma el Acuerdo Nacional para el Campo. Aunque no ha cumplido partes sustantivas del mismo, como la evaluación de los impactos del TLCAN en la agricultura nacional, los logros de la movilización campesina en las políticas del gobierno no son nada desdeñables. Se influye decisivamente para que México se integre al grupo de los 20 países que se oponen a la práctica de subsidios a la agricultura que mantienen Estados Unidos y la Unión Europea. Esta postura, aunada a las movilizaciones callejeras de la Vía Campesina y la inmolación del agricultor coreano "el señor Lee", hace que se descarrile la Ronda de Cancún de la Organización Mundial del Comercio el pasado septiembre.
La oposición organizada de los agricultores mexicanos también ha impedido que se firme el tratado de libre comercio México-Japón. El principal obstáculo, reconoce el diario nipón Daily Yomiuri: "... es la reacción de los productores agropecuarios, que ya han perdido 2 millones de empleos por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte".
La postura de los campesinos mexicanos forma parte de un contexto de protesta y de propuesta más amplio. Organizaciones de productores agrícolas se están movilizando por doquier para poner un alto a la apertura comercial y a la entrega de la soberanía alimentaria de las naciones. Quien ha articulado la mayor parte de estas acciones es la organización internacional Vía Campesina, presente por todos los rumbos del planeta.
Estas movilizaciones no sólo impiden que la Ronda Cancún de la OMC avance. Pesan fuerte también en las posturas del Mercosur en la reunión ministerial sobre el ALCA en Miami, en octubre pasado. De hecho, bloquean el avance del acuerdo continental impuesto por los Bush. Y el tema agrícola vuelve a ser clave para impedir acuerdos en las reuniones viceministeriales del ALCA en Trinidad y Tobago y en Puebla.
Al toparse con pared, la estrategia de Washington es promover acuerdos bilaterales con los distintos países o regiones de América Latina. Pero ahí también se deja sentir fuerte la presión de las organizaciones campesinas. Los agricultores centroamericanos impugnan el recién firmado acuerdo comercial de Estados Unidos con sus países, el CAFTA. Las organizaciones campesinas de los países andinos se rebelan contra los perjuicios causados por el acuerdo de preferencias comerciales para la erradicación de las drogas, especie de pretratado comercial impuesto por Estados Unidos para combatir el cultivo de coca. Los resultados son que se ha dislocado la producción de alimentos locales y los mercados están invadidos por productos estadunidenses. Se prevé que la firma de los acuerdos bilaterales con cada uno de los países del área enfrente serias dificultades en el asunto agrícola.
Del otro lado del mundo, los agricultores de Corea del Sur y los legisladores que los apoyan desatan fuertes movilizaciones contra el tratado comercial de ese país con Chile, que amenaza seriamente la producción local.
Los tratados comerciales y las políticas de los organismos financieros o comerciales multilaterales ya no podrán ser iguales. Con sus dificultades, las organizaciones campesinas de todo el planeta se van abriendo paso. Como señala la investigadora Blanca Rubio, hay una restructuración de la vía campesina. En los combates a las políticas inequitativas, excluyentes, devastadoras, las y los campesinos van construyendo una nueva identidad y una nueva forma de organizarse y de participar. Identidad que se nutre no sólo de la oposición a un modelo agrícola injusto, sino, sobre todo, de propuestas surgidas de las experiencias de construcción de alternativas productivas, de generación de soberanía alimentaria, de reconstitución de sus comunidades y de sus culturas. Y, lo más importante, esta propuesta no sólo contempla el porvenir de los mundos rurales, es una reserva de futuro para la sociedad de todo el planeta.
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