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México D.F. Domingo 14 de marzo de 2004
Luto y reclamos
Crece irritación de españoles contra
el gobierno de Aznar
JENARO VILLAMIL ENVIADO
Madrid, 13 de marzo. Camino es una joven que hoy,
desde las dos de la madrugada, vigila de manera voluntaria el altar cívico
que se colocó a la entrada de la estación de Atocha, sitio
donde se registró el mayor número de heridos y muertos tras
los atentados del pasado jueves. "Aquí se ha sobrepasado el nivel
de indignación. La gente se pregunta una y otra vez ¿por
qué?, ¿por qué?" A su lado, una libreta con cientos
de comentarios sobre la inconformidad, que crece, por la ambigüedad
del gobierno.
Junto
a las veladoras, a las ofrendas de flores, dentro y fuera de la estación
de Atocha, una serie de papeletas colocadas desde el día de ayer
preguntan: "¿Y si es Al Qaeda? Acebes (ministro del Interior), el
pueblo te pide que respondas antes del 14-M". Camino subraya que esa es
"una de las manifestaciones genuinas" de descontento contra las versiones
oficiales.
A unos cuantos metros de la entrada a la estación
del Metro de Atocha, justo donde cientos de personas se dirigen a tomar
el tren de cercanías, hay otros dos altares con cartulinas que interrogan:
"¿Por qué?" "¿Quién ha sido? ¿No nos
ocultáis algo?" En una hay más de 200 veladoras y decenas
de ofrendas florales; en otra, camisas y otras pertenencias de algunas
víctimas.
"Si no es ETA, mañana qué. Vota por la paz.
¡Que no nos manipulen!", plantea otra cartulina. Esa una de las que
más llama la atención de decenas de ciudadanos que acuden
a expresar su dolor, a dejar una veladora, a observar, a sentirse parte
de una comunidad dolida. Muchos de ellos son inmigrantes latinoamericanos,
como José, de origen peruano, o como una señora búlgara,
quien toma fotografías, o como un señor elegante, vestido
de color caqui, quien reza pegado a su maleta. Junto a él, otra
enorme manta dice: "España se viste de luto. ¿Hasta cuándo
seremos víctimas del terrorismo?"
En estos sitios es incesante la llegada de grupos de 10
a 15 personas, que se quedan unos minutos observando los altares y colocando
ofrendas. Es esta otra movilización silenciosa, reflexiva, doliente,
un día después de que las calles de Madrid se inundaron de
indignación y luto.
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