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México D.F. Domingo 14 de marzo de 2004
BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
ƑQué sigue?
"Terrorismo electoral": del 11 de septiembre al 11 de marzo Turbulencias en el Mediterráneo
SON TIEMPOS DE turbulencias en medio del caos mundial al que ningún rincón de la Tierra se escapa: desde Corea del Sur -donde el Parlamento acaba de defenestrar por una nimiedad venal (es el mismo caso de los Amigos de Fox) al presidente Roh, quien había solicitado la salida de las tropas de Estados Unidos y había suavizado las relaciones con Norcorea)-, pasando por el fallido intento de golpe de Estado en Guinea Ecuatorial, hasta la filtración sincronizada, con la ayuda del circuito mafioso de Las Vegas, de la "corrupción" mexicana por los bushianos locales encabezados por Carlos Salinas -a quien Daddy Bush legitimó su fraude electoral de 1988 y cuyo hijo ahora pretende instalar su muy peculiar "democracia petrolera" en Venezuela-. Salinas, un personaje de clínica siquiátrica sediento de sangre y poder, quien inició la entrega de México a Estados Unidos por medio del TLCAN neoliberal, catalogó a Baby Bush como "un valiente", en referencia a su fallida "propuesta migratoria" de corte pérfidamente electorero (una vulgar "ley de braceros" de los años 70, jueguito al que se prestó Fox para que le levantasen el castigo), pero olvida que "su TLCAN", en forma asombrosamente anómala, permitió el "libre paso de bienes y servicios" (incluyendo la cocaína) pero omitió el "libre paso de personas". Con Salinas (fraude electoral) y Ernesto Zedillo (asesinatos múltiples, incluyendo al candidato favorito a la Presidencia), los mexicanos vivimos los prolegómenos de lo que luego asentaría sus reales como "terrorismo electoral", primordialmente en Estados Unidos y quizá ahora en España.
DEL 11 DE SEPTIEMBRE al 11 de marzo el nuevo terrorismo global sustenta el entorno ambiental que mejor le asienta al unilateralismo de la permanente "guerra preventiva" de la dupla Bush-Cheney, apuntalada por los neoconservadores straussianos de la otra dupla Wolfowitz-Perle, que despliega sus velas desde el 11 de septiembre hasta el 11 de marzo. Son tiempos también de la desinformación masiva. Sin la coartada de la "guerra contra el terrorismo global" (la obsesión de Bush), el despliegue del unilateralismo no podría expandir ni aplicar sus colosales gastos militares (alrededor de 45 por ciento de todo el dispendio militar mundial según cifras de SIPRI, pero que en realidad serían entre 80 y 90 por ciento si se contabilizaran todas las cifras maquilladas del complejo militar-industrial de Estados Unidos).
UNA Y OTRA VEZ el sistema financiero internacional exhibe sus fisuras de estallido inevitable (en esta ocasión la exhibición de las pérdidas multimillonarias de los bienes raíces en Estados Unidos y en Gran Bretaña, no se diga en Israel), como sucedió en los días previos a la carnicería de Madrid. E igual semanas antes del 11 de septiembre. Las finanzas son globales y los atentados terroristas lo son también. En el año 2000, tres sacudidas mayúsculas en las finanzas de la globalización -desplome del índice tecnológico Nasdaq en marzo, quiebra de Enron el 7 de diciembre y moratoria argentina el 20 de diciembre- desembocaron ineluctablemente en el 11 de septiembre un año después, a partir de cuando la militarización global de Estados Unidos suplanta al modelo de la globalización financiera en severa crisis. Dos meses después al 11 de septiembre, Bush desata la guerra contra Afganistán y 19 meses después invade Irak: en ambas aventuras participó alegremente el gobierno de José María Aznar. La carnicería de Madrid del 11 de marzo, hermana simbiótica del 11 de septiembre, obliga a incorporarse a la guerra bushiana tanto a la Unión Europea como a la OTAN resucitada, de las que España es miembro conspicuo. España es incrustada de facto a la guerra bushiana: la "razón de ser" del "presidente de la guerra", quien se insinúa ominosamente por la puerta trasera del 11 de marzo en la tierra del genial Cervantes. El 11 de septiembre ya había aniquilado los sueños del Quijote y los atentados del 11 de marzo lo vuelven a refrendar. En realidad, España con el presidente José María Aznar ya se había incrustado "voluntariamente" a los designios de la guerra bushiana cuando no solamente apadrinó -para favorecer el despliegue bélico del eje Estados Unidos-Gran Bretaña-Israel en Medio Oriente y Asia Central- la infame resolución de invadir a Irak por medio de "mentiras de destrucción masiva", sino, sobre todo, cuando colaboró con el envío de fuerzas policiacas de ocupación a la antigua Mesopotamia, lo que fracturó a la opinión pública española, hoy reconciliada en contra del enemigo común de la trasnacional islámica del terror. Las aguas bélicas del Atlántico norte perturbadas por la dupla Bush-Blair se mezclan en el estrecho de Gibraltar, que separa mínimamente a Marruecos de la península ibérica, con las aguas del mar Mediterráneo. Con ETA, desde hace 45 años, las turbulencias españolas se habían confinado al ámbito doméstico. Con Al Qaeda, el esquema de la guerra contra el terrorismo global abarca a toda la cuenca del Mediterráneo: norte de Africa (principalmente Marruecos, Argelia y Túnez, proveedores de la galopante migración al sur europeo en su conjunto, que padece infertilidad poblacional; Libia, gracias a la nueva colaboración de Muamar Khadafi, se salió del juego árabo-islámico para convertirse en cuña del eje Estados Unidos-Gran Bretaña-Israel), el Asia Menor occidental (Egipto, Israel, Líbano, Siria y Turquía) y, por encima de todo, el sur de la Unión Europea, que comprende a tres de sus cinco potencias geoeconómicas: España, quinto lugar; Italia, cuarto, y Francia, segundo.
LO MAS OMINOSO consistió en el fin del mensaje enviado al periódico Al-Quds, editado en Londres, por las brigadas Kataeb Abu Hafs al-Masri, la franquicia norafricana de Al Qaeda (Abu Hafs es el seudónimo del egipcio Muhamed Atef, yerno de Osama Bin Laden fallecido en su combate "jihadista"), en el que se señala que los preparativos para un ataque demoledor contra Estados Unidos "se encuentran avanzados en 90 por ciento", cuando faltan ocho meses para las elecciones. El serio columnista Nicholas Kristof ("Un 11 de septiembre nuclear", The New York Times, 10 de marzo) nos asusta al citar un escenario propalado en un reporte del año pasado por la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard: "una bomba nuclear de 10 kilotones (...) llega por contrabando a Manhattan y explota en la Grand Central (la terminal de trenes). Más de 500 mil personas mueren y Estados Unidos sufre un billón de dólares de daño económico directo". Por demás interesante resultó que en Harvard se hayan adelantado a los atentados al tren, después de las sacudidas en las aerolíneas, lo que podría paralizar el transporte en los principales países de Europa a unos cuantos meses de los Juegos Olímpicos de Atenas. En este tenor, el pasado 24 de julio el vicepresidente Dick Cheney, ante el ultrarracista American Entreprise Institute (promotor de la supremacía "angloprotestante" y el neoliberalismo a ultranza, donde colabora en la cúpula su esposa Lynne), aseguró que Estados Unidos sería de nuevo el "objetivo de catastróficos ataques terroristas" con "armas de destrucción masiva". ƑPor qué tanta seguridad sobre la inseguridad interna?
CUATRO DIAS ANTES de las elecciones españolas, las brigadas Kataeb Abu Hafs Al Masri por medio de sus atentados parecen votar a favor de la permanencia en el poder del Partido Popular de José María Aznar y su sucesor, el gallego Mariano Rajoy, quien proviene del Ministerio del Interior, en donde se ha entrenado en medidas antiterroristas. ƑExiste un "terrorismo electoral"? Nadie maneja mejor que Estados Unidos el "terrorismo electoral", conocido metafóricamente como la "sorpresa de octubre", un mes antes de las elecciones presidenciales el primer martes de noviembre; es decir, la provocación deliberada por el partido en el poder de un suceso susceptible de cambiar el trayecto de los votos en una elección apretada. Abundan los ejemplos previos al 11 de septiembre. Ninguno había sido más obsceno que aquel perpetrado por el criminal Irán-contras (la alianza en los infiernos de los republicanos y los laboristas israelíes con la teocracia chiíta de los ayatolas en el intercambio de cocaína por armas destinadas a la contra nicaragüense) que en una clásica "sorpresa de octubre" desbancó a Jimmy Carter para instalar a Ronald Reagan como presidente y, más que nada, como vicepresidente a Daddy Bush. Se pudiera inferir que, años después, el grupúsculo criminal del Irán-contras cogobierna de nuevo los destinos de Estados Unidos (Elliot Abrams, Otto Reich, etcétera); solamente se permutaron los laboristas del "pacifista" Shimon Perez por los halcones del Likud, pero la primordial estrategia medioriental no ha variado. Pero nada se compara al "terrorismo electoral" del 11 de septiembre que provocó como efecto principal la legitimación del presidente Bush, severamente cuestionado por la elección bananera en el feudo de su hermano Jeb, en Florida. Las urnas funerarias de más de 3 mil muertos del 11 de septiembre legitiman las urnas mancilladas del proceso electoral e impulsan al "presidente de la guerra". ƑSucedió lo mismo el 11 de marzo en España? Hasta el 10 de marzo, para citar las proyecciones de Stratfor (un centro de pensamiento texano vinculado a Bush, el gran aliado electoral de José María Aznar y su partido), el PP, pese a su ventaja mínima de entre uno y 4 por ciento, no contaba con la mayoría y se encaminaba en el mejor de los casos a una coalición con los partidos de Galicia y/o Cataluña, lo que en los hechos acreditaría una derrota moral de Aznar. En pocas horas sabremos el efecto del "terrorismo electoral" propiciado por la muy comprensible emotividad reactiva de una ciudadanía conmocionada por el 11 de marzo. ƑY qué tal si les sale mal la jugada electoral a los autores verdaderos de la carnicería de Madrid? Una cosa es segura: los atentados del 11 de marzo, a ocho meses de las importantes elecciones en Estados Unidos, le caen como anillo al dedo (igual que el 11 de septiembre) a Baby Bush, al reivindicar su guerra contra el terrorismo global y, más que nada, al establecer la ambientación escenográfica sabiamente montada que lo favorece para relegirse. Es nuestra hipótesis que Baby Bush posee cuatro ases bajo la manga para relegirse: 1) cambio de Dick Cheney por Rudolf Giuliani, el héroe del 11 de septiembre, como candidato a la vicepresidencia: justamente en el tercer aniversario luctuoso del derrumbe de las Torres Gemelas los republicanos celebran su convención en Nueva York, sitio simbólico para una relección; 2) guerra contra Siria que le redituaría inmensos dividendos al "presidente de la guerra"; 3) captura de Osama Bin Laden, al estilo de la de Saddam, y 4) otro "11 de septiembre". Tal es el ambiente del "terrorismo electoral", corolario de la guerra contra el terrorismo global que alcanza el estrecho de Gibraltar, donde Gran Bretaña mantiene una base militar, y que ahora contamina a todo el mar Mediterráneo.
CON EL 11 DE SEPTIEMBRE y el 11 de marzo, las teorías racistas de Samuel Huntington y su "choque de civilizaciones" intentan imponer su cosmogonía global unilateral, lo que permite que se asienten en la práctica los apotegmas conjugados de los halcones de Israel, encabezados por la dupla Sharon-Netanyahu, y sus aliados del cuarteto Wolfowitz-Perle-Libby-Feith. Después de las extrañas aseveraciones proferidas por Gordon Thomas, el connotado cronista del Mossad (los célebres servicios secretos israelíes), de que Al Qaeda opera ya en suelo azteca, y la reciente publicación de Samuel Huntington ("El desafío hispano", revista Foreign Policy, marzo/abril de 2004), basada en las alucinaciones de Castañeda Gutman de 1997, citado explícitamente por el profesor de Harvard quien define a los inmigrantes mexicanos como la "primera amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos" y a la hegemonía demográfica y cultural de los "angloprotestantes", México no se encuentra inmune al montaje escenográfico de la "guerra contra el terrorismo global", que resguarda también en el seno de sus múltiples agendas (nuestra tesis de "guerra multidimensional") una "guerra demográfica" contra el Islam y los latinoamericanos, incluidos los mexicanos, quienes no somos ajenos al 11 de septiembre ni al 11 de marzo.
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