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México D.F. Domingo 21 de marzo de 2004

REPUBLICA DE PANTALLA

Jenaro Villamil

De mentiras, terrorismo y medios

Las interpretaciones del cambio político en España
La opinión pública, en contra de la guerra en Irak

TAN VELOCES COMO la onda destructiva de las bombas que cimbraron Madrid y las que volvieron a castigar esta semana a civiles iraquíes, a un año de la invasión, en los medios internacionales se perfilaron tres grandes interpretaciones sobre la alta participación electoral de los españoles y el cambio de rumbo político derivado de los comicios del 14 de marzo. La primera interpretación, promovida por los spin doctors (intoxicadores de información) de Washington, le atribuyen a Al Qaeda la capacidad de definir a las democracias occidentales a partir del terror. La segunda, originada en las filas del aznarismo, niega sus propias mentiras y acusa a una minoría opositora de volcar al electorado en su contra. La tercera subraya que antes de los atentados existía un fuerte descontento contra la derecha gobernante española. El ataque terrorista y las mentiras del régimen potenciaron ese descontento y provocaron una alta participación ciudadana que derrotó al miedo.

LA NOTABLE LECCION cívica española y el voto por la paz y el cambio han sido minimizados por una corriente mediática, encabezada por los grupos cercanos a Bush y Blair, para descalificar a los españoles como "cobardes" por dejarse influir ante Al Qaeda. El neoconservador David Brooks lo planteó con todas sus letras en un artículo publicado en The New York Times. The Wall Street Journal aseguró que los terroristas sacarán una conclusión: "matando a unos inocentes han sido capaces de derrocar a uno de los pilares de la coalición occidental contra el terror". En Londres, The Times simplificó los hechos así: "Al parecer, Al Qaeda ha conseguido derribar al primer gobierno democrático". The Daily Telegraph apostilló: "los españoles han deshonrado a sus muertos". Una sesgada encuesta de CNN arrojó que 70 por ciento de los participantes de un sondeo cibernético considera que los resultados en España son una victoria para los terroristas.

POR SUPUESTO, ESTOS comentarios obviaron mencionar que sondeos como el difundido por la cadena ABC señalaban que 51 por ciento de los estadunidenses consultados quieren que sus soldados se retiren de Irak, mientras en Italia esta tendencia alcanzó 66 por ciento, justo horas después de conocerse el resultado de los comicios españoles.

ESTA PRIMERA GRAN corriente de opinión se cae por el peso de su maniqueísmo. The Guardian respondió que estas calumnias "insinúan que cuando el terrorismo golpea debe paralizarse la elección democrática". Más grave parece ser que los mismos halcones le tienen muy poca confianza a su propia retórica electoral o que sólo son "moralmente" válidos los comicios que benefician a su visión geopolítica: más guerras preventivas e ilegales, más odio y más mentiras en torno a armas de destrucción masiva que incluso le sirven de justificación propagandística a la red de Al Qaeda. ƑQuiénes son realmente los aliados de la lógica del terror de Bin Laden? ƑQuiénes deshonran la memoria de las víctimas al reducirlas a justificaciones para una mayor escalada de violencia o creer que toda una sociedad es un simple instrumento del terror?

LA SEGUNDA INTERPRETACION, difundida esta semana por los medios afines al aznarato (la televisión pública en grave crisis de credibilidad, periódicos conservadores acostumbrados a la visión elitista de la política y opinadores que siempre ven complots como explicaciones de los fenómenos políticos), señala que el gobierno de Aznar fue un simple chivo expiatorio, que los españoles votaron reactiva y no reflexivamente (editorial del ABC, lunes 15 de marzo), o como declaró el candidato perdedor del PP Mariano Rajoy el martes 16, hubo "la capacidad de algunos grupos de convencer a la mayoría de los españoles de que era mejor que no gobernara el PP" (entrevista en Telecinco) o, según la desafortunada expresión de Pilar del Castillo, ministra de Educación, el PP fue derrotado por "la manipulación del odio", por la "intoxicación desinformativa" de ciertos grupos que "acosaron" las sedes de su partido el sábado 13 de marzo.

ESA MISMA CORRIENTE enfiló sus baterías contra el director cinematográfico Pedro Almodóvar, por osar acusar al gobierno de ejercer un "secuestro informativo" y por hacer referencia al rumor que recorrió muchos sitios web de Madrid: el mismo sábado, el gobierno de Aznar buscó posponer las elecciones. La cadena radiofónica Ser desmintió ser la autora y difusora de ese rumor y, paradójicamente, las acusaciones de Rajoy contra Almodóvar le dieron una presencia generalizada en los medios a la opinión del propio director manchego.

ESTA POSICION HA magnificado la capacidad de "manipulación" de los opositores (que ni siquiera tienen acceso a los medios electrónicos), al tiempo que minimiza el hecho de que el propio PP obtuvo 9 millones de votos (sólo 700 mil menos que en 2000) y veladamente condena la alta participación ciudadana en las elecciones (77 por ciento, 7 puntos más que lo previsto, con 2 millones de votos nuevos que se fueron al PSOE y a otras fuerzas no aznaristas), como si deseara que se cumpliera el clásico escenario conservador: frente a un atentado terrorista y frente a los tres días de luto decretados, era preferible la abstención a la participación masiva y toda expresión de descontento era "ilegítima". Ahora está en una posición reactiva: desde el jueves, el ministerio del Interior ordenó desclasificar los informes del Centro de Inteligencia, para demostrar que "no ocultaron" ni mintieron descaradamente.

Frente al engaño, más crítica


ESTA ES JUSTAMENTE la tercera interpretación que ha puesto patas arriba al establishment aznarista, a la coalición de las Azores, a los transitólogos reproductores de Huntington, a los demoscopistas que no salieron a las calles de Madrid en esos cuatro días y a ciertos analistas que creen que el ciudadano sólo es un punto de audiencia televisiva, que no contrasta información, que se deja influir por el "golpismo de salón" y que la opinión pública es maleable y cambiante a partir del dolor y la tragedia.

LA MENTIRA POLITICA descarada no inhibe ni genera apatía. En el caso español, volvió a un sector de la sociedad más crítico, y frente a la tragedia alentó la participación cívica. La mentira se interpretó no como consecuencia inevitable para combatir a los terroristas sino como una segunda humillación cívica tras los atentados y una amenaza de igual intensidad que el terrorismo, porque lo alienta.

EL VOTO COMO instrumento democrático contra la mentira y contra lo que se ha traducido como engaño sistemático es algo que derrotó no sólo a Aznar sino que amenaza a Bush, a Blair y a todos los coaligados en la invasión a Irak. Por eso ha resultado tan inquietante para la Casa Blanca el discurso de José Luis Rodríguez Zapatero, quien desde el primer día confirmó su promesa electoral de retirar las tropas españolas de Irak. Los medios proclives a Bush pretenden que esto es una claudicación frente a Al Qaeda y no el cumplimiento de una propuesta, el reconocimiento de que hay una "ocupación caótica", y que desde antes de la victoria de Rodríguez Zapatero 90 por ciento de los españoles se expresó, en todos los sondeos publicados, en contra de la participación de su país en la guerra.

LA FALTA DE consenso respecto de la política exterior de Aznar es anterior a los atentados, aunque los medios españoles invisibilizaran las masivas protestas antibélicas. Los ataques terroristas reforzaron la falta de consenso frente a una concatenación de mentiras:

1. ES MENTIRA QUE la invasión a Irak se justificara por la existencia de armas de destrucción masiva y porque así se "previniera" una alianza entre el tirano iraquí y Osama Bin Laden. Peter Berger lo expresó así al periódico catalán La Vanguardia: "la invasión a Irak no tiene nada que ver con la guerra contra el terror. De hecho, esa invasión ha regalado a Al Qaeda un instrumento idóneo de reclutamiento... Creo que el pueblo español se ha dado cuenta de que la administración Bush los engañó para que hiciera una guerra con un falso pretexto y que lejos de darle seguridad los convirtió en blanco del terrorismo. Y ha rechazado esa política".

2. ES MENTIRA QUE el tema de la "unidad de España", traducido por Aznar en intolerancia ante los otros, los nacionalistas, los opositores, los críticos, fuera el valor más preciado por una sociedad que cree ahora más en la unidad respetando la pluralidad, incluyendo la propia pluralidad informativa. Por esta razón, Ezquerra Republicana (ERC) fue ampliamente respaldada en Cataluña, a pesar de la campaña impresionante de estigmatización contra su dirigente Carod Rovira por entrevistarse con un grupo de ETA. Por esta misma razón, después del cacerolazo contra el PP se ha generado un cacerolazo interno contra la línea informativa de los tres medios públicos utilizados por el aznarismo para polarizar a la opinión pública: EFE, Telemadrid y RTVE.

3. ES MENTIRA QUE sólo los métodos bélicos ganarán la batalla al terrorismo. Convertir el estado de derecho en un estado de guerra y en un estado de excepción (para suprimir libertades y derechos en sucesión de Actas Patrióticas) es el caldo de cultivo de todos los terroristas. Y de eso los españoles saben bastante en el frente interno, y por lo mismo su consigna a favor de la paz no es retórica. Es una convicción histórica de amplios sectores que no aceptan ya ni guerras civiles ni guerras santas ni guerras desinformativas.

4. ES MENTIRA, POR último, que la opinión pública sólo se genera -como creen los mercadólogos al estilo foxista- a partir de la propaganda, del control de los medios electrónicos y del menosprecio al debate y al contraste informativo. El sábado 13 de marzo se activó en España una movilización a partir de medios alternos (teléfonos celulares, weblogs, que logró un registro de 10 mil 489 bitácoras, con 255 mil enlaces, en un solo día) que no son controlados por ninguna fuerza política, pero que tuvieron credibilidad precisamente como reacción al engaño oficial. Paradójicamente, la "red de redes" no es sólo la explicación de la capacidad de acción destructiva de Al Qaeda sino también la posibilidad de una opinión pública de ejercer el derecho a la crítica y de enfrentarse a la mentira.

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