México D.F. Miércoles 24 de marzo de 2004
British Petroleum dice que, de momento, no tiene
planes para invertir en Irak
Nadie cuenta a los muertos iraquíes; sólo
importan las bajas occidentales
A diario suceden actos de violencia que no se reconocen
de manera oficial
ROBERT FISK THE INDEPENDENT
Bagdad, 23 de marzo. Dos empresarios finlandeses,
ciudadanos de un país neutral que se opuso a la invasión
del año pasado a Irak, fueron asesinados el lunes pasado en un paso
a desnivel de Bagdad. Fue un ataque con todas las trazas de haber sido
realizado por profesionales.
En
la ciudad sureña de Basora, ese mismo día, 13 soldados británicos
resultaron heridos en enfrentamientos con manifestantes, quienes los agredieron
con piedras, bombas molotov y granadas.
Pero, ¿por qué habría de sorprendernos?
Un holandés fue asesinado la semana pasada, Naciones Unidas y la
Cruz Roja han sido bombardeadas, y siguen pereciendo soldados estadunidenses.
Otros dos el domingo, y uno el mismo lunes, volado en pedazos cuando patrullaba
en Bagdad.
¿Quién será el siguiente? Los finlandeses
formaban parte de una delegación en ruta hacia el Ministerio de
Electricidad, lista para ayudar a la reconstrucción del país.
Con todo, aún nos dicen que las cosas van mejorando
en Irak. La producción petrolera se mantiene en mil 900 millones
de barriles diarios; antes de la invasión eran 2 mil 800 millones.
British Petroleum dice ahora que "no tiene planes, de momento, para alguna
actividad en Irak" ni los tendrá en tanto no haya un "gobierno estable".
¿Será que ahora está más clara la escritura
en la pared?
En estos días vivimos en Irak entre el temor y
el secreto. Nadie cuenta a los iraquíes muertos. Sólo los
occidentales tienen importancia: las autoridades estadunidenses de ocupación
los catalogan puntualmente. Todos los días presencio sucesos que
jamás se reconocen de manera oficial. Hace cinco días fueron
asesinados cinco civiles en una boda. Los iraquíes dicen que soldados
estadunidenses los mataron. Los estadunidenses dicen que "no hay información"
de esas muertes.
Como esas nubes grises como de hongo que vi estallar en
el cielo el domingo, cerca de Ramadi. Morteros. El humo se elevaba sobre
la vieja base aérea iraquí de Habbaniyeh, que es hoy un albergue
provisional para los marines estadunidenses recién llegados.
La explosión formaba parte de la bienvenida que les dieron los insurgentes
musulmanes sunitas iraquíes del oeste de Bagdad. Pero "no hubo información"
del ataque.
El
mayor general James Mattis, de la infantería de marina, había
emitido unas horas antes una débil advertencia a los iraquíes
de la zona de Ramadi y Fallujah.
"Esperamos ser amigos de los iraquíes que intentan
volver a poner de pie su país", dijo a sus hombres cuando entraron
al relevo de la 82 división aerotransportada. "Y los que quieran
pelear, los combatientes extranjeros y los partidarios del viejo régimen,
lo van a lamentar. Los vamos a tratar con mucha rudeza".
Sin embargo, los antagonistas de los marines son
sobre todo sunitas iraquíes, opositores tanto a Saddam Hussein como
a Estados Unidos. Uno se pregunta qué significa "mucha rudeza".
Puede que pronto lo sepamos. Poco después de la llegada de los marines,
dos de ellos perecieron en un ataque con cohetes en Fallujah, y el domingo
cayeron morteros en el cuartel del procónsul Paul Bremer en Bagdad,
que hirieron a otro uniformado estadunidense.
Hace no muchos meses, los estadunidenses habrían
dado mucha publicidad al convoy que vi el domingo en el camino a Ruweished,
camión tras camión llevando los despojos de las otrora grandiosas
legiones de Saddam Hussein. Transportaban por el desierto las torretas
y cañones de miles de tanques y las orugas de los vehículos
blindados del alguna vez invulnerable ejército iraquí para
venderlas como chatarra en Jordania y otros países árabes.
Durante un fin de semana que marcó el aniversario
del principio de la invasión angloestadunidense, las fuerzas de
Washington tal vez podrían considerarse afortunadas. No ha habido
manifestaciones contra la invasión, pero, algo más importante,
tampoco las hubo para celebrar la "liberación" que los estadunidenses
aseguran haber traído a los iraquíes.
Las agencias de noticias de Estados Unidos prefirieron
justificar esta omisión recordando a sus lectores la vulnerabilidad
de las manifestaciones públicas a los atacantes suicidas, explicación
que de manera conveniente evadió la posibilidad de que los iraquíes
estén desencantados con la ocupación. ¿Acaso no era
ésta, después de todo, la invasión que supuestamente
sería saludada con flores y cantos?
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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