México D.F. Martes 30 de marzo de 2004
Los recientes cambios en el gremio, regreso
al estilo arcaico del sindicalismo, señalan
Ha empezado una etapa "oscura" en el SNTE: expertos
y líderes magisteriales
La alianza del foxismo con los charros, "más
perversa que las de anteriores presidentes"
CLAUDIA HERRERA BELTRAN /I
Primero
aparecieron barrotes y mallas; después las puertas fueron tapiadas
de concreto y se levantaron gruesos muros. Con el paso de los años
el edificio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE), en la calle Venezuela, del Centro Histórico de la ciudad
de México, se ha convertido en un búnker en ruinas, parapeto
del sector institucional y símbolo de la historia reciente del gremio
y sus reformas estatutarias.
Presentado como la apuesta para hacer del SNTE el sindicato
"más moderno" de América Latina, el congreso de reforma estatutaria
que concluyó hace unos días terminó siendo una "contrarreforma",
otro "muro de la estructura sindical", ya que sólo sirvió
para instaurar la relección de dirigentes, aumentar los mecanismos
de control del grupo que encabeza Elba Esther Gordillo y abrir la puerta
a una mayor atomización del gremio.
A decir de investigadores y dirigentes magisteriales,
el pasado 17 de marzo se inició una noche "oscura" en el gremio
porque los cambios y el modo en que fueron aprobados -sin considerar las
voces disidentes y casi en la clandestinidad- representaron el regreso
del estilo arcaico del sindicalismo, ése que tanto había
criticado el grupo gordillista desde su ascenso, en 1989.
Después de los descalabros que sufrió la
profesora en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) con su destitución
del cargo de coordinadora de la bancada tricolor en la Cámara
de Diputados y su solicitud de licencia, el SNTE le ha significado una
tabla de salvación y la pieza clave para poder concretar sus planes
políticos en el proceso electoral de 2006, señalan.
"Buscará que la estructura sindical le sirva para
reposicionarse políticamente, ya sea con el PRI o con el partido
con que pueda establecer compromisos", explica Emilio Mejía, dirigente
de Fracciones Democráticas del SNTE.
Al mismo tiempo, la nueva presidenta sindical buscará
utilizar al gremio y a la nueva federación de sindicatos de burócratas
de puntal para impulsar las reformas foxistas en materia de seguridad social
y laboral, en lo que el michoacano Sergio Espinal, uno de los dirigentes
de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE),
define de "coletazo de las políticas neoliberales".
Por esa razón, militantes de la disidencia magisterial
consideran que la organización gremial enfrenta uno de los periodos
más críticos de su historia. "Si no nos apuramos a frenar
este proceso vamos a recoger cachos de sindicato", afirma Víctor
Echeverría, dirigente de la disidencia en la sección 14 de
Guerrero.
Los líderes magisteriales señalan que la
relección de Gordillo y de Rafael Ochoa Guzmán coloca al
SNTE en situación de debilidad. "Pierde credibilidad ante sus agremiados
y frente a otros sindicatos, porque sin ningún rubor se suma a la
estirpe del viejo sindicalismo corporativo", añade Mejía.
La opinión del sector institucional sobre
el tema no fue incluida porque sus dirigentes rechazaron dar entrevistas.
En los 61 años de historia de la organización
sólo ha habido dos reformas estatutarias (1992 y 2004), ambas obra
de Gordillo. En su momento ambas fueron presentadas como vanguardia del
sindicalismo mexicano y, aunque en el papel sí se han promovido
algunos cambios, éstos fueron nulificados, porque sirvieron para
perpetuar el cacicazgo, advierten los docentes.
El gatopardismo de 1992
"La reforma no quedará en gatopardismo." Con estas
palabras Gordillo definió en 1992 los contenidos de la primera reforma
que promovió. Impulsada para ocupar la secretaría general
del SNTE en 1989 por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari -luego
de la caída de Carlos Jonguitud Barrios y de las movilizaciones
magisteriales- la profesora chiapaneca de inmediato tuvo que conceder espacios
de poder político.
"Gordillo surgió con la ilegitimidad que le dio
su designación en Los Pinos. ¿Y qué ofrece para legitimarse?
La falsa pluralidad, la representación proporcional, pero de manera
desproporcional, y una reforma a la Declaración de Principios que
quitó todo aquello que reflejaba el viejo nacionalismo revolucionario
y lo sustituyó por una falsa modernización", afirma el diputado
perredista Iván García Solís, de larga trayectoria
en la disidencia magisterial.
En febrero de 1992 se celebró en el Auditorio Nacional
el segundo Congreso de Reforma Estatutaria, en el cual la oferta de cambio
consistió en la elección de los líderes mediante voto
universal, directo y secreto -lo que finalmente se limitó a los
representantes de escuela-; la introducción del principio de representación
proporcional en la integración de los gobiernos sindicales, la libre
afiliación partidista y la autonomía respecto del PRI.
Pero tras 12 años de la celebración de aquel
congreso se evidencia que los cambios fueron sólo "de fachada",
porque el gremio siguió atrapado en los vicios del añejo
sindicalismo: el corporativismo, los cacicazgos, la imposición de
dirigentes y el manejo discrecional de los recursos sindicales, en la mayoría
de las ocasiones, a favor de campañas proselitistas del PRI, como
denunció el año pasado la CNTE.
"Fueron cambios de papel", concluye Alejandro Leal, líder
de la sección 22 de Oaxaca.
La reforma de 2004: cambiar para no cambiar
La reciente reforma se cocinó cuatro años
atrás y desde entonces se mencionaba la posibilidad de que sirviera
para asegurar el retorno de Gordillo como dirigente oficial tras casi una
década de ostentarse como líder moral.
En 1999, Tomás Vázquez Vigil, secretario
general del sindicato y actual senador del PRI, anunció con bombo
y platillo que lo más importante del proyecto era el voto universal,
directo y secreto para la elección de dirigentes seccionales y nacionales.
Transcurrió el tiempo y el año pasado el
SNTE revivió el plan, lo que generó fuertes movilizaciones
de la CNTE, la cual señalaba que el proyecto de fondo consistía
en introducir cambios acordes con la política foxista, contraria
a los sindicatos.
Las protestas impidieron que al inicio de este año
se llevara a cabo el encuentro para realizar los cambios. Fue el pasado
16 de marzo, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad y sin la presencia
del magisterio disidente ni de los medios de comunicación, cuando
se inauguró el congreso de reforma estatutaria en un centro deportivo
de Tonatico, estado de México.
Los señuelos con que llegaron los delegados fueron
la promesa de instaurar el voto universal, directo y secreto; reducir la
burocracia sindical y acabar con la discrecionalidad en el reparto de las
cuotas; desde hace varios meses se hablaba de asignar 40 por ciento al
Comité Ejecutivo Nacional, 40 por ciento a las secciones, 10 por
ciento a las delegaciones y el resto a un fondo social.
Sin embargo, el proceso se resolvió por fast-track,
en día y medio -cuando el congreso de 92 duró cinco días-,
y con una débil presencia de disidentes en el exterior de la sede,
lo que facilitó que las principales ofertas de cambio se incumplieran.
El voto universal directo y secreto es sólo una
opción más, pues su aplicación es a criterio de los
órganos de gobierno controlados por el gordillismo. Ya no se habló
del reparto equitativo de las cuotas y tampoco se adelgazó la nomenklatura
magisterial; por el contrario, se aumentaron 13 carteras, para quedar en
67, y se crearon dos figuras: la presidencia y la secretaría general
ejecutiva, lo que permitió la relección de Gordillo y de
Ochoa.
La nueva estructura del CEN quedó integrada por
10 cuerpos colegiados nacionales, que en apariencia harían más
"horizontal" el gobierno sindical. La paradoja, expresa Alejandro Leal,
es que funcionan en las áreas operativas, pero donde se toman decisiones
"se implanta el autoritarismo y el verticalismo sindical".
También se creó un secretariado con los
dirigentes de las 55 secciones sindicales del país. De acuerdo con
los militantes de la CNTE, el propósito de esta restructuración
es "atomizar" aún más al gremio y prepararlo para la creación
de pequeños sindicatos estatales, como ha venido ocurriendo desde
el proceso de descentralización educativa de 1992.
"Gordillo le está dando la puntilla a la destrucción
del sindicato. A estas alturas es poco lo que nos queda; el SNTE cada vez
tiene menos poder de gestión", afirma Echeverría.
Como para darle una "barnizada" de democrático
se establecieron las figuras de referendum, plebiscito y revocación
del mandato. El problema, añade Sergio Espinal, de la sección
18 de Michoacán, es que la decisión de recurrir a estos métodos
depende siempre de los órganos de gobierno del SNTE, copados por
el gordillismo.
Antes de que se consumara la reforma, García Solís
lamentaba que el estilo sindical que enfrentó en los años
50 y 60, militando en el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM),
se esté reproduciendo ahora, sólo que de una manera "más
grotesca, por tratarse de una época de apertura democrática.
Este sindicalismo charro se repite a sí mismo".
¿Hay futuro?
Con una frase Echeverría define la etapa actual
del gordillismo: "En su fortaleza está su debilidad". Aunque tiene
bajo su control al sindicato más poderoso de México, los
frentes que ha abierto tanto en el PRI como en el gremio son grandes.
García Solís coincide: "Este cacicazgo está
en una etapa declinante. No digo que sus días estén contados,
porque la alianza del foxismo con el charrismo es más perversa
que las de los anteriores presidentes, pero se trata de un modelo declinante,
porque la sociedad ha cambiado".
Además, se auguran rebeliones internas de los propios
institucionales y la aparición de movimientos magisteriales emergentes,
inconformes con las escasas partidas presupuestales que se asignan a educación.
Pero ni los propios disidentes pueden asegurar que de ellos va a depender
el cambio. "Si la CNTE no supera sus contradicciones no vamos a hacer nada",
asevera Leal.
Lo cierto, añade el maestro oaxaqueño, es
que en el SNTE las manecillas del reloj marchan hacia atrás.
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