México D.F. Martes 30 de marzo de 2004
SOBERANIA Y DERECHOS HUMANOS, VULNERADOS
La
Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) confirmó ayer
que en diciembre y enero pasados, en el contexto de la sobrevigilancia
aeroportuaria en esta capital por el supuesto peligro de atentados terroristas
que esgrimió entonces el gobierno de Estados Unidos, se quebrantó
la legalidad nacional de diversas maneras: usurpación, por agentes
policiales extranjeros, de funciones que la Constitución establece
como exclusivas de las autoridades mexicanas; trato degradante y discriminatorio
a pasajeros durante las revisiones previas al abordaje; empleados de empresas
de seguridad privada que retuvieron ilegalmente pertenencias de los viajeros
y abusos de elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP), quienes
-sin justificación- hicieron detenciones.
En aquel criticado operativo de seguridad se cometieron,
dijo la CNDH, "actos y omisiones de servidores públicos que propiciaron
la violación directa de varias disposiciones del orden jurídico
nacional e internacional, así como situaciones de pleno desconocimiento
a los valores que dan sustento a las condiciones mínimas de dignidad
humana, igualdad, libre tránsito, legalidad y seguridad jurídica
con que deben contar las personas en nuestro país, lo cual supone
el desconocimiento o desprecio del deber del Estado de actuar con la debida
diligencia ante este tipo de contingencias, tolerando -en cambio- que particulares
realizaran funciones de vigilancia y revisión legalmente reservadas
para las autoridades, todo ello en menoscabo de derechos humanos reconocidos
por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
y la Convención Americana sobre Derechos Humanos".
Asimismo, "las secretarías de Comunicaciones y
Transportes y de Seguridad Pública federal consintieron y toleraron
la actividad de agentes del gobierno de Estados Unidos de América
en las instalaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México
(AICM), no limitada al intercambio de información, sino a la participación
activa de los mismos en la revisión de pasaportes y otros documentos
de pasajeros".
Cabe recordar, ante estos señalamientos, que los
hechos denunciados ocurrieron en el contexto de la "máxima alerta"
declarada a fines del año pasado y principios del presente por el
gobierno de George W. Bush, ante la pretendida inminencia de atentados
terroristas, y que esas alertas obedecen más a intereses propagandísticos
que a razones policiales y de seguridad. El hecho es que muchos gobiernos
-el de México entre ellos- sucumbieron ante las presiones de la
Casa Blanca y multiplicaron en forma desproporcionada y absurda sus dispositivos
de vigilancia; en nuestro país se llegó incluso a una grave
e inadmisible claudicación de la soberanía, al aceptar la
operación de agentes policiales estadunidenses en el AICM.
Pese a los alegatos de la Secretaría de Gobernación
y de la PFP de que los efectivos extranjeros se limitaban a realizar un
"análisis de información" y que "las decisiones e instrumentación
de los operativos corresponden en forma exclusiva a autoridades
mexicanas", la CNDH documentó en el momento de los hechos la participación
directa -e ilegal- de policías estadunidenses en la revisión
de pasajeros, equipajes y documentos.
A la violación de la soberanía nacional
se añadió una serie de violaciones a los derechos humanos
de connacionales, en territorio mexicano, por efectivos policiales estadunidenses.
El gobierno foxista estableció, de esa forma, una nueva modalidad
de abuso que se suma al quebrantamiento habitual de garantías y
derechos por las corporaciones policiacas nacionales y a los atropellos
que los agentes estadunidenses perpetran contra los mexicanos que se aventuran
al norte de la frontera.
Ante semejante demolición de la legalidad, los
titulares de las secretarías de Comunicaciones y Transportes, Gobernación
y Seguridad Pública federal tendrían que ser llamados a rendir
cuentas por el Legislativo, en tanto que las violaciones a los derechos
humanos que tuvieron lugar en diciembre y enero en el AICM -documentadas
por la CNDH- deberían dar pie a la conformación de averiguaciones
previas de la Procuraduría General de la República.
Si no se procede en ese sentido, se reforzará la
extendida y creciente percepción social de que el pretendido gobierno
del cambio es en realidad un imperio de la impunidad.
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