México D.F. Viernes 2 de abril de 2004
Memorable reunión en El Colegio Nacional
por el cumpleaños 90 del fallecido escritor
Paz fue recordado con intensidad y gratitud por sus
lectores
Cuánta falta nos hacen su lucidez, su temple
y su ira en tiempos tan aciagos para el país, expresó uno
de los participantes La presentación del tomo II de su Obra
poética formó parte del festejo
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
El miércoles pasado, Octavio Paz habría
cumplido 90 años de edad. Con ese motivo, sus amigos, admiradores,
editores, interlocutores, es decir, sus lectores, se reunieron para rendir
el mejor homenaje que se puede ofrecer a un escritor: leer su obra.
En
ceremonia memorable presidida por Marie José Paz, en la sede de
El Colegio Nacional, más de 20 colegas pertenecientes a generaciones
y estilos disímbolos, le prestaron su voz -con intensidad, emoción
y gratitud- a la palabra del autor de Arbol adentro.
Parte del festejo fue la presentación del tomo
II de Obra poética, de Paz, con el cual el Fondo de Cultura
Económica edita el último de los 15 volúmenes que
conforman las Obras Completas del Nobel mexicano.
Luego de las presentaciones protocolarias, José
Iturriaga hizo una semblanza de quien fue su amigo por más de 70
años.
Enseguida, una videograbación recordó a
la concurrencia las palabras que Paz pronunció hace 10 años,
en abril de 1994, durante la presentación de los primeros seis tomos
de sus Obras Completas.
Recordemos: ''La poesía -decía Baudelaire-
es la traducción de ese lenguaje que es el mundo, hecho de cosas,
de piedras, de actos, de estrellas, de objetos vivos e inertes, que el
poeta, el escritor, el novelista, transmutan, transmiten y traducen.
''El poeta -decía Baudelaire- es el gran traductor.
El se refería al universo como un libro de signos, misterioso porque
hemos olvidado la clave. Cada obra literaria importante es una tentativa
por descifrar al mundo."
Desde aquel tiempo recuperado en un video, Paz confirmó
lo que hoy todos le reconocen: fue y sigue siendo uno de los mayores animadores
de la vida literaria mexicana.
Protagonismo de la poesía
Después, la poesía fue la gran protagonista.
Empezó Ramón Xirau leyendo ''tres pequeños poemas
admirables" traducidos del japonés por su ''gran amigo" e incluidos
en el tomo presentado.
La intervención de Xirau concluyó con Hermandad,
poema que parecía pensado para una ocasión así:
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
Fernando del Paso leyó un fragmento de Entre
irse y quedarse:
Entre irse y quedarse duda el día,/ enamorado de
su transparencia./ La tarde circular es ya bahía:/ en su quieto
vaivén se mece el mundo./ Todo es visible y todo es elusivo,/ todo
está cerca y todo es intocable./ Los papeles, el libro, el vaso,
el lápiz/ reposan a la sombra de sus nombres (...)
Y acotó: ''Preguntas que parecen respuestas, respuestas
que parecen preguntas. Encuentro en toda la obra poética de Octavio
Paz los opuestos que tanto amaba: la clara oscuridad, el vacío que
henchido se derrama, miseria y riqueza del ser humano".
No obstante, ''un gran poeta como Paz posee el secreto
de expandir estos límites y el expandirlos se transforma en el centro
de una creación de la cual él mismo olvida el principio y
el fin en el acto que la ilumina. Más que gustarme, amo la poesía
de Octavio".
Hugo Gutiérrez Vega eligió ''tres poemas
que me iluminan y han iluminado gran parte de mi vida: Piedra de sol,
momento culminante de la lengua castellana; Nocturno de San Ildefonso
y Pasado en claro".
Porque ''contiene el goce de los alimentos terrenales
y además una carga contradictoria de vida y muerte", Gutiérrez
Vega leyó un fragmento de Pasado en claro.
El ingrediente político
Ulalume
González de León leyó Por la calle de Galeana,
poema que Paz dedicó a Xirau, y Eduardo Lizalde le prestó
su voz al poema Un viento llamado Bob Raschenberg, amigo de Paz.
También leyeron Elsa Cross, Francisco Hernández,
José Luis Rivas, Antonio del Toro, Coral Bracho, Eduardo Milán,
Ernesto Lumbreras, Malva Flores y Francisco Segovia, entre otros.
Imposible reproducir aquí la intensidad, las inflexiones,
las pausas, el timbre, la cadencia, el amor inclusive, con que cada uno
recreó en su voz la poesía de Paz.
El ingrediente político, no por ello menos poético,
lo incorporó Francisco Serrano, quien eligió para leer Petrificada
petrificante, poema escrito por Paz en 1971, a su regreso a México
después de 20 años de ausencia.
Serrano lo consideró pertinente ''en estos tiempos
de miserias, de escándalos, insidias, enconos, descalificaciones,
confusiones, confabulaciones, miseria moral".
Cuánta falta -dijo- ''nos hacen el valor, la lucidez,
el temple, inclusive la ira de Octavio; cuánta falta hace su voz
para señalar, para denostar, fustigar, esclarecer un panorama que
se deteriora quizá irremediablemente".
De haber presenciado el homenaje, seguramente el autor
de Libertad bajo palabra se habría sentido tan emocionado
como Marie José Paz, y habría repetido lo que dijo hace 10
años:
''Estoy realmente sorprendido, conmovido, encantado. Esa
es la palabra, encantado, y no en el sentido mundano sino en el sentido
más profundo, hechizado. Si lo que he escrito puede provocar esta
respuesta, estoy satisfecho, logré lo que quería."
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