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México D.F. Viernes 2 de abril de 2004
SOBERANIA: AMENAZAS CONFIRMADAS
El
director del Centro de Estudios Norteamericanos de la America University,
en Washington, Robert A. Pastor, habló ayer en Monterrey sobre la
disposición del presidente del PRI, Roberto Madrazo, de permitir
modificaciones constitucionales que abran la puerta a la inversión
extranjera en petróleo, gas y generación de electricidad.
En el encuentro titulado Hacia una seguridad energética
norteamericana, organizado por el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales,
el Tecnológico de Monterrey y el Foro sobre la Integración
Norteamericana (Fina), en el que habló Pastor, la consultora Lourdes
Melgar, ex directora de Asuntos Internacionales de la Secretaría
de Energía, se refirió a que es inevitable una sociedad en
materia energética entre México y sus socios del Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y afirmó que
"sin recursos económicos para el sector energético no va
a haber estabilidad ni crecimiento", en referencia a la supuesta necesidad
de abrir ese sector a las inversiones privadas procedentes del extranjero.
Los señalamientos referidos, y otros que se realizaron
en el encuentro regiomontano, confirman la intensificación de las
presiones estadunidenses para inducir la apertura del sector energético
mexicano, no con el propósito central de colocar inversiones, sino
con el designio de controlar los recursos naturales de nuestro país
para procurarse una reserva energética segura, barata y cercana.
Un análisis realizado por los departamentos de
Energía y de Estado de Estados Unidos, de cuya difusión se
da cuenta en estas páginas, señala el renovado interés
de ese país por los recursos energéticos de México,
cuyas reservas de gas natural podrían elevarse de 28 mil a 147 mil
millones de pies cúbicos, a condición de que en su extracción
se utilice tecnología de punta que requiere, a su vez, de fuertes
inversiones.
A lo que puede verse, la ofensiva contra la soberanía
de los recursos naturales mexicanos se recrudece día tras día,
tanto en los ámbitos políticos y académicos del país
vecino como en los exponentes nacionales de una modernización neoliberal
que empezó en el sexenio de Miguel de la Madrid, que fue profundizada
en los de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo y continúa en el gobierno
de Vicente Fox con el respaldo, a veces vergonzante, de buena parte de
la cúpula priísta.
La circunstancia actual resulta especialmente peligrosa
para la sobrevivencia de la industria energética nacional y pública
si se considera que el PRD, única fuerza política significativa
-además de algunos sectores priístas un tanto marginados-
que podría ofrecer cierta resistencia a los designios privatizadores
y de entrega de los recursos naturales al extranjero, se encuentra sumido
en escándalos de corrupción, en una espiral de canibalismo
interno y en una crisis de identidad de perspectivas inciertas.
En tal situación, los sectores mayoritarios de
la sociedad, con o sin los exponentes nacionalistas de la clase política,
deben renovar su determinación de defender la electricidad y el
petróleo de la nación de la voracidad estadunidense y de
los "reformadores" que detentan el poder. El petróleo, el gas natural
y la infraestructura energética no sólo son propiedad de
los mexicanos contemporáneos, sino también de las generaciones
venideras. Permitir la destrucción de la propiedad pública
y nacional de esos recursos equivaldría a dilapidar el patrimonio
de los mexicanos del futuro.
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