Estreno en México de Me cago en Dios, del dramaturgo Iñigo Ramírez de Haro

Crítica contra las instituciones religiosas que utilizan la culpa para controlar

El monólogo presenta ''un mundo de contrastes, vivencias y sensibilidades'', señala

No se busca dogmatizar, ''sino reflexionar a partir de la experiencia estética''

CARLOS PAUL

La obra teatral Me cago en Dios, del dramaturgo español Iñigo Ramírez de Haro, recurre al sarcasmo para hacer una crítica a las instituciones religiosas que utilizan la culpa como instrumento para controlar a las personas.

El monólogo que dirige José Luis Saldaña, e interpreta Omar Medina, presenta ''un mundo de contrastes, vivencias y sensibilidades sobre los mecanismos profundos de ese fenómeno universal en todos los pueblos y épocas, llamado religiosidad", explicó el autor, quien asistirá al estreno de su obra en México.

En ella -comentó el dramaturgo- ''la religiosidad es una configuración completa del mundo donde hay de todo: creación de lenguaje, visiones alucinadas, historia sagrada, conversaciones con Dios, calenturas místicas, toqueteos sacerdotales (pederastia), exaltaciones literarias, imitaciones de santos, transformaciones en santas, disciplinas ejemplares (flagelaciones); eso sí, tratadas siempre con ese difícil equilibrio entre la superstición, lo sublime y el humor".

Estreñimiento y purificación

Para Ramírez de Haro, ''cuando alguien dice: 'me cago en Dios', se está cagando en una palabra, en una idea; no en la divinidad. Hay quienes pretenden hacernos creer que el insulto está dirigido a Dios mismo y no es así.

''Las ideas -añade-, son cagables, las que no lo son, son las personas. Al cagarse en una idea no se mata a nadie, simplemente se rebate, pelea, discute."

No obstante que la crítica está dirigida a todas las instituciones religiosas que utilizan la culpa como instrumento de control, ''me centro más en la religión católica, porque es la que conozco un poco más, aunque en el texto se citan todas; tanto a las tres religiones monoteístas (judíos, cristianos e islámicos), como a las que no lo son, como el hinduismo y el budismo, ya que para mí es un fenómeno universal".

En esta obra -comentaron José Luis Saldaña y Omar Medina, integrantes de la compañía Complot/Escena- ''vemos a un ser humano con severos problemas de estreñimiento que, al encontrarse en el baño como todos los días a causa de ese malestar estomacal, opta por desdoblarse en diferentes personajes (un ministro, un monaguillo, Dios y una santa), para depurar ese estreñimiento, que no es más que la somatización de sus problemas espirituales. Al final, mediante un clímax orgánico-espiritual logra evacuar y por tanto purificarse".

Ese personaje, señaló Medina, ''es un ser desencantado con el que quizá muchos espectadores se podrán identificar, pues en nuestro país muchos nos educamos con ese credo, el cual, por ejemplo, nos hacía sentir en la adolescencia una tremenda culpa, si se realizaban ciertos actos, como masturbarse''.

Como grupo ''estamos en constante búsqueda de un discurso escénico, en el que la preocupación fundamental es la crítica al funcionamiento de la estructura social, que de hacerlo de otra manera, agrandaría las cualidades sociales de la persona humana y, por tanto, de su comunicación.

''Creemos -manifestaron- que mediante la crítica y la reflexión el espectador puede identificar los problemas que aquejan la estructura social, principalmente el abuso del poder tanto en sus grandes como en sus pequeños escalafones. Nuestro fin no es dogmatizar, sino buscar la reflexión a partir de la experiencia estética."

Me cago en Dios, de Iñigo Ramírez de Haro, se estrena mañana a las 19 horas en La Gruta del Centro Cultural Helénico, en avenida Revolución 1500, San Angel. Las funciones serán sólo los domingos y concluirá temporada el 6 de junio.