México D.F. Miércoles 7 de abril de 2004
Temía Washington que la resistencia estuviera
orquestando una fuga espectacular
En vuelo secreto, saca EU de Irak hacia Qatar a Saddam
Hussein
El ex gobernante, detenido en una base aérea
estadunidense; no se le ha informado al emirato árabe
Postergan el juicio por temor a sus revelaciones
en plena campaña presidencial en Estados Unidos
ROBERT FISK THE INDEPENDENT
Bagdad,
6 de abril. Estados Unidos sa-có de Irak en un vuelo secreto
a Saddam Hussein, y lo tiene preso bajo estricta seguridad en una vasta
base aérea de Qatar.
Después de su captura, en di-ciembre de 2003, el
ex dictador iraquí fue llevado en helicóptero a un portaviones
estadundiense en aguas del golfo Pérsico, para so-meterlo a extensos
interrogatorios.
Luego se transfirió al ex gobernante a Qatar, aunque
no se informó de su presencia a la familia real de ese país
del golfo.
En medio de la sangrienta y creciente insurgencia tanto
de sunitas como de chiítas, que continuó este miércoles
en todo el país, los funcionarios estadunidenses se negaron a tocar
el tema del lugar donde está confinado Hussein.
Muchos iraquíes creen aún que está
en Irak, posiblemente en la gran base estadunidense de Balad, unos cien
kilómetros al norte de Bagdad, en el camino a Tikrit, la patria
chica de Saddam.
Sin embargo, los ataques cada vez más refinados
de los guerrilleros contra los invasores hicieron crecer el temor de que
trataran de orquestar una fuga espectacular del ex dictador, por lo que
se escogió a Qatar como el lugar más se-guro para mantenerlo
detenido en Medio Oriente.
Estatus de prisionero de guerra
Según el derecho internacional y la Convención
de Ginebra, es legal que una potencia ocupante lleve a un prisionero de
guerra más allá de las fronteras del país del cual
es ciudadano, razón por la cual los estadunidenses confirieron de
inmediato a Hussein ese estatus, acto que en un principio sorprendió
tanto a los políticos de Washington como a los miembros del consejo
gobernante de Irak.
Conforme con los términos de la convención,
el Comité Internacional de la Cruz Roja visitó a Hussein
a principios de este año, pero no fue revelado dónde ocurrió
esa entrevista.
Irónicamente, el mundo parece saber menos de Saddam
desde que fue capturado por fuerzas especiales de Estados Unidos que cuando
todavía estaba prófugo.
Ni siquiera a los altos oficiales de inteligencia de Qatar
-que acaban de arrestar a dos agentes rusos por el asesinato de un refugiado
checheno en Doha, la capital qatarí- se les informó de la
presencia del ex presidente iraquí en el emirato, que alberga la
mayor base militar de Estados Unidos en Me-dio Oriente.
Con
miles de soldados y cientos de agentes de inteligencia del país
norteamericano, Saddam Hussein está tan bien vigilado como lo es-taría
en la bahía de Guantánamo.
Sin embargo, para desgracia de sus custodios, los repetidos
interrogatorios a los que se le somete han producido hasta ahora pocos
datos de interés.
No quiere ayudar al equipo combinado de la Oficina Federal
de Investigaciones (FBI) y la Agencia Central de Investigaciones, que lo
interroga y da respuestas vagas a muchas de las preguntas que le ha-cen,
a menudo exponiendo la postura oficial de su derrocado gobierno sobre la
guerra Irán-Irak, la invasión de Kuwait y las sanciones de
Naciones Unidas.
Varios de los inquisidores de la FBI han llegado a la
conclusión de que durante su dictadura Hussein se rodeó de
tantos sicofantes que decían sólo lo que el amo quería
oír, que en realidad no tenía idea de lo que pasaba en Irak.
Por supuesto, Saddam permanece ignorante también
de su futuro inmediato. Si bien en Bagdad se instauró un tribunal
de crímenes de guerra a las seis semanas de su captura -el cual
consta de 15 jueces, 45 juristas iraquíes y un equipo de asesores
estadunidenses-, fuentes judiciales iraquíes señalan que
el gobierno se muestra cada vez más renuente a iniciar un procedimiento
judicial contra el ex dictador antes de las elecciones de noviembre en
Estados Unidos.
Agregan que hay renuencia si-milar respecto de Tariq Aziz,
el ex viceprimer ministro de Saddam, a quien se mantiene prisionero en
el aeropuerto de Bagdad.
Ambos hombres, según fuentes consultadas, tienen
conocimiento íntimo del apoyo constante de Washington al régimen
baazista en el decenio de 1980, y sin duda intentarán evadir la
responsabilidad por sus crímenes de guerra pronunciando en el tribunal
discursos que proporcionarían detalles de la cercana relación
entre el antiguo régimen iraquí y el go-bierno de Estados
Unidos.
Saddam se reunió en persona con el actual secretario
de Defensa, Donald Rumsfeld, en 1983 -cuando las fuerzas iraquíes
usaban gas contra los iraníes en la guerra entre ambos-, y el ahora
jefe del Pentágono, quien formaba parte de una misión enviada
por el presidente Ronald Reagan para mejorar relaciones con Irak, se entrevistó
más tarde con Tariq Aziz.
Rumsfeld declaró el año pasado que en esa
reunión, en 1983, ad-virtió a Hussein que no empleara armas
químicas, pero periodistas de su país descubrieron con posterioridad
documentos oficiales que demostraban que jamás hizo tales comentarios.
Luego dijo que la advertencia se la hizo a Tariq Aziz al año siguiente.
De cualquier manera, el gobierno de George W. Bush no
está en ánimo de sostener un debate pú-blico sobre
ese difícil tema en un tribunal de Bagdad en plena campaña
presidencial.
Investigadores estadunidenses han demostrado que algunos
ingredientes de las sustancias químicas empleadas por el ejército
de Hussein a principios del decenio de 1980, fueron exportadas por compañías
del país norteamericano.
El juicio a Saddam se ha vuelto aún más
problemático por la probable aparición en Irak del abogado
francés Jacques Verges, quien dice que el sobrino de Hussein, Ali
Barzan al Tikriti, le ha enviado una invitación formal para defender
al ex dictador.
Verges defendió en Francia a Klaus Barbie, oficial
de la Gestapo, y encabeza una organización de apoyo a Slobodan Milosevic
en los juicios que se le siguen en La Haya. Ya ha accedido a defender a
Tariq Aziz en Bagdad.
El único proceso por crímenes de guerra
que probablemente se realice en un futuro próximo es el del primo
de Saddam, Ali Hassan al Majid, apodado El Químico Alí,
por haber gaseado a los kurdos en la localidad de Halabja.
Como es probable que se le acuse de crímenes de
guerra contra los chiítas del sur de Irak, tal vez su juicio cuente
con el apoyo de dos de las principales comunidades del país, en
momentos en que Estados Unidos y cualquier nueva autoridad estarán
ansiosos de conjurar la guerra de resistencia que se extiende desde las
ciudades sunitas del centro y el norte.
Es probable que los peces chicos lleguen al juzgado mucho
antes que su antiguo amo. La aparición de Hussein en la madre
de todos los juicios por crímenes de guerra puede estar aún
muy lejana.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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