México D.F. Miércoles 7 de abril de 2004
Documentos y una cinta de audio prueban el respaldo
del entonces presidente de EU
Lyndon Johnson apoyó el golpe militar de 1964
contra Joao Goulart en Brasil
La CIA no ha desclasificado el archivo completo de ese
país sudamericano, afirma experto
JIM LOBE ESPECIAL PARA LA JORNADA
Washington, 6 de abril. Una nueva cinta de audio
desclasificada y documentos liberados recientemente, 40 años después
del golpe de Estado que en 1964 instaló el régimen militar
en Brasil, muestra que el entonces presidente estadunidense Lyndon Johnson
participó directamente en la decisión de respaldar a las
fuerzas golpistas, de ser necesario.
En
una cinta de seis minutos de duración en la que Johnson recibe información
en su rancho de Texas, se le oye dar al subsecretario de Estado George
Bail plena autoridad para apoyar activamente el golpe si se requiere apoyo
de Washington.
"Me parece que debemos dar todos los pasos que podamos,
estar preparados a hacer lo que necesitemos", dice Johnson a Bail el 31
de marzo de 1964, un día antes de que el presidente brasileño
Joao Goulart huyera del país.
"No podemos aceptar a éste", dice en aparente referencia
a Goulart, cuya retórica populista y supuesta asociación
con dirigentes del Partido Comunista Brasileño habían suscitado
temores de que el país más grande de Sudamérica se
convirtiese en una Cuba gigante.
"Yo me pondría arriba de todo y sacaría
el cuello un poquito", añade Johnson, quien un año después
enviaría miles de marines a intervenir en la guerra civil
de República Dominicana.
Luego llama a "cualquiera que tenga imaginación
o ingenio... a (John) McCone (director de la Agencia Central de Inteligencia)...
a (Robert) McNamara (secretario de la Defensa)", a cerciorarse de que el
golpe de Estado que estaba ya en marcha en Brasil concluyera con éxito.
Goulart, miembro del Partido de los Trabajadores que fue
electo vicepresidente con Janio Quadros, asumió el poder en 1961,
después de la renuncia de éste.
Pese a los antecedentes democráticos de Goulart
y a sus repetidos esfuerzos por dar seguridades a Washington de que no
pretendía colocar a Brasil en una ruta radical ni alinear al país
con Cuba o con la Unión Soviética, funcionarios estadunidenses,
todavía impactados por la crisis de los misiles de octubre de 1962
en Cuba -que llevó a Estados Unidos y la Unión Soviética
al borde de la guerra nuclear-, adoptaron una postura cada vez más
hostil.
Washington estaba representado en Brasil por el embajador
Lincoln Gordon, cuyo principal agregado militar, el general Vernon Walters,
era amigo muy cercano del general brasileño Humberto de Alençar
Castello Branco, quien sería declarado presidente después
del derrocamiento de Goulart. Walters llegó después a subdirector
de la CIA y más adelante fue embajador estadunidense ante Naciones
Unidas en el gobierno de Ronald Reagan.
Además, la CIA tenía fuerte presencia en
Brasil en ese tiempo, y llevaba a cabo cierto número de operaciones
encubiertas destinadas a patrocinar a los opositores a Goulart.
Como ocurrió con el embajador de Washington en
Chile a principios de la década de 1970, cuando la CIA se empeñaba
activamente en desestabilizar al gobierno del presidente Salvador Allende,
a Gordon, quien tiene actualmente 92 años, se le mantuvo sin informes
respecto de las operaciones específicas de la agencia.
Mucho se ha revelado hasta ahora del apoyo estadunidense
al golpe militar en Brasil.
Por ejemplo, documentos secretos descubiertos en 1976
por un estudiante egresado de la Universidad de Texas y publicados más
tarde en la prensa brasileña ofrecieron algunos detalles de las
operaciones de la CIA y confirmaron que Washington había desplegado
frente a la costa de Brasil, en el tiempo del golpe, una fuerza de tarea
de portaviones que contenía también destructores y naves
petroleras, presumiblemente para intervenir de manera encubierta o abierta
en apoyo a las fuerzas golpistas, si Gordon lo consideraba necesario.
En ese tiempo Gordon, a quien no fue posible contactar
este miércoles para que hiciera algún comentario, reconoció
que el despliegue se había realizado, pero insistió en que
fue "una contingencia que nunca se puso en práctica. Temíamos
la posibilidad de una guerra civil... y uno de los dos bandos podría
necesitar un poco de ayuda externa".
Entre los documentos y la cinta de audio, que fueron desclasificados
de manera oficial el mes pasado, fecha en que los obtuvo el Archivo Nacional
de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), organización
independiente, figuran por lo menos dos de los documentos -entre ellos
un extenso cable de Gordon respecto de la situación política
al 27 de marzo de 1964- que fueron revelados en 1976.
Pero, además de la cinta de audio, cuatro documentos,
entre ellos dos memorandos de la CIA y dos notas internas de Departamento
de Estado, en apariencia no habían sido revelados antes.
"Estos documentos revelan hasta qué grado el gobierno
de Johnson, comenzando por el propio presidente, estaba dispuesto a intervenir
para garantizar el éxito del golpe", señaló Peter
Kornbluh, principal investigador sobre América Latina del NSA.
"Arrojan algunos detalles respecto del envío de
armas y municiones vía submarina y la asignación de un barco
cisterna de Esso para apoyar a las fuerzas sublevadas, en caso necesario.
"Hacen más claro que nunca que Washington estaba
preparado a hacer mucho -de manera abierta si fuera necesario-, si el golpe
no prosperaba con rapidez, para asegurar que Goulart fuera derrocado",
añadió.
El primer cable, que es tal vez el más conocido,
fue enviado el 27 de marzo por Gordon a altos funcionarios del gabinete
de política exterior y proporciona una extensa evaluación
de la supuesta intención de Goulart de "hacerse con un poder dictatorial"
junto con el Partido Comunista. También recomienda "una entrega
clandestina de armas" a los partidarios de Castello Branco, así
como el envío de gas y petróleo para ayudarlos en su campaña.
El embajador insta asimismo al gobierno a "prepararse
sin demora contra la contingencia de una necesaria intervención
abierta en una segunda etapa".
Un cable de seguimiento enviado por Gordon el día
sigiuiente reitera la solicitud de un envío secreto de armas que
serían "pre posicionadas antes de cualquier (sic) surgimiento de
violencia" y "usadas por unidades paramilitares que colaborarían
con los grupos militares democráticos".
Un tercer documento de la CIA, fechado el 30 de marzo,
es un informe de campo de fuentes de inteligencia en Belo Horizonte, el
cual afirma que "definitivamente se pondrá en marcha (sic) una revolución
de las fuerzas contrarias a Goulart esta semana, probablemente en los próximos
días", la cual tomaría la forma de una marcha de fuerzas
militares hacia Río de Janeiro.
De acuerdo con la fuente citada en el cable, la "revolución...
no se resolverá con rapidez y será sangrienta". En particular,
anticipa combates con otras unidades del ejército en Sao Paulo y
una escaramuza militar en el norte.
Se considera que la armada probablemente se incline por
Goulart, mientras "la fuerza aérea está tan dividida que
no será problema en las primeras etapas (y) eventualmente debe acudir
en apoyo de las fuerzas opositoras a Goulart".
Un cable secreto fechado el 31 de marzo dirigido a Gordon
por el entonces secretario de Estado, Dean Rusk, proporciona una lista
de decisiones de la Casa Blanca "tomadas para estar en posición
de brindar auxilio en el momento apropiado a las fuerzas contrarias a Goulart
si se decide hacerlo así".
Entre estas decisiones figura enviar buques cisternas
estadunidenses de Aruba a Santos, reunir 110 toneladas de municiones y
otro equipo para las fuerzas opositoras y despachar a la fuerza de tarea
naval a ocupar posiciones frente a la costa.
El documento final, fechado el 2 de abril de 1964, es
de la CIA y confirma la partida de Goulart al exilio en Uruguay ese mismo
día, y el éxito del golpe.
Si bien los nuevos documentos aportan más conocimientos
sobre el golpe y sobre el papel que Estados Unidos tuvo en él, el
expediente dista mucho de estar completo, según Kornbluh, quien
señaló que la CIA no ha entregado documentos relativos a
sus operaciones en Brasil, en contraste con los relativos a sus acciones
respecto de los regímenes militares en Chile y Argentina.
"La desclasificación del registro histórico
del golpe de 1964 y de los regímenes militares que vinieron después
obraría en apoyo del interés estadunidense por fortalecer
la causa de la democracia y los derechos humanos en Brasil y en el resto
de América Latina", expresó.
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