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México D.F. Viernes 9 de abril de 2004
En estas fechas, los chamulas prohíben
la entrada de turistas a su templo
En San Juan Chamula, Chiapas, los días santos
se celebran sin la Iglesia
Unica vez en el año que no se tocan las campanas
de la iglesia e instrumentos musicales
ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL
San Juan Chamula, Chis., 8 de abril. Para los habitantes
de este municipio indígena la Semana Santa es una celebración
pagana cargada de sincretismo, que alcanza su máxima expresión
los días jueves y viernes, cuando miles de habitantes de los 120
parajes se concentran en la plaza central y acuden al templo de San Juan
para participar en las ceremonias organizadas por las autoridades chamulas
sin la intervención de la Iglesia católica.
Juan
Gallo, pintor chamula, explica que para los tzotziles del municipio, Jueves
y Viernes Santos son días de "mucha tristeza", por ello es la única
vez del año que se prohíbe tocar acordeón, arpa o
guitarra, sólo se permiten el tambor y la corneta; no se truenan
cohetes ni se tocan campanas.
En estos días los pecadores piden perdón
y sus súplicas se elevan entre una espesa cortina de humo de incienso
quemado dentro del templo, dice el escribano Domingo Pérez Sánchez.
Por única ocasión, esos dos días tampoco se autoriza
que penetren al recinto religioso los turistas que llegan a San Juan Chamula,
quizás el municipio indígena más visitado en todo
el estado, no sólo por su cercanía a San Cristóbal
-que está a diez kilómetros-, sino por su cultura.
Las actividades de Semana Santa iniciaron el miércoles
con el judas, muñeco de trapo que esta vez tiene botas vaqueras,
pantalón de mezclilla, sombrero y rostro parecido al del presidente
Vicente Fox.
Ayer el judas se colocó a la entrada del pueblo
para que los mayoles (policías tradicionales) que lo construyeron
pidieran una "cooperación" de 20 pesos a todos los automovilistas
que pasaron con rumbo a Chenalhó, San Andrés Larráinzar,
Pantelhó, Mitontic, Santiago El Pinar y otros municipios de los
Altos de Chiapas.
Por la noche se le "encarceló" y por la mañana
fue colgado frente al templo, cuyas campanas, silenciadas desde hoy, no
darán la hora y en su lugar lo hará el kolkolté, instrumento
de madera parecido a una matraca. Las campanas volverán a sonar
el viernes por la tarde, después de la crucifixión.
Mientras miles de indígenas recorren la plaza y
el atrio, las autoridades conviven con pequeños grupos, otros permanecen
en el templo, donde no hay bancas. Se aprecia en estos días una
cantidad impresionante de velas y cirios encendidos, así como una
caja con la figura de madera de Jesucristo -que mañana será
crucificado-, rodeada por personas que rezan al tiempo que le dejan manojos
de flores, hojas de laurel y manzanilla, que luego muchos se llevan para
sanar a sus enfermos del estómago.
Todo el día llega gente al templo para pedir agua
de rosas que "purifica el alma", dice el escribano. Simultáneamente
queman incienso en grandes cantidades, lo que forma una nube de humo dentro
del templo, al grado de que desde la entrada no es posible ver el fondo.
"El incienso, como los rezos, es para que todo suba al
cielo como perfume,
y así Dios perdone los pecados", indica Pérez
Sánchez, quien agrega que en estos días "los santos están
tristes, no hacen caso, están ocupados; es Semana Santa."
Según la tradición, el viernes habrá
una celebración sin actos cristianos, y el Sábado de Gloria
se ofrecerá una liturgia antigua, con bendición de fuego
y agua. El rito de resurrección se hará a las 11 horas, con
la presencia de todas las autoridades. La tradición chamula de Semana
Santa, afirma el pintor Gallo, "es como usar dos religiones, pero hace
como 400 o 500 años que se hace a la voluntad de la gente de aquí,
con algo de la religión católica".
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