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México D.F. Lunes 12 de abril de 2004
Iván Restrepo
Milagro en Semana Santa
Como en cada Semana Santa, millones de mexicanos se fueron de vacaciones. La mayoría viajó a ciudades que tienen playas. A diferencia de hace un año, cuando las autoridades federales del medio ambiente y de salud advirtieron que las de Acapulco, Zihuatanejo, Veracruz, Vallarta y Nuevo Vallarta, Bahía de Banderas, Lázaro Cárdenas, Ciudad Madero, Huatulco, Puerto Escondido y Puerto Angel estaban muy contaminadas, ahora están limpias, según reportes de las oficinas de salud de los estados costeros, avalados por el doctor Julio Frenk, secretario de Salud.
šMilagro! En apenas un año el sector público logró establecer laboratorios eficientes para medir la calidad del agua costera. Algunas instituciones de investigación todavía en este año realizaban allí trabajos debido a la carencia de la infraestructura requerida. Al respecto, estudios recientes del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional refieren que persiste la contaminación en Acapulco y Veracruz.
Para este milagro de limpieza, avalado por los laboratorios oficiales, el gobierno debió construir la infraestructura necesaria para evitar que las aguas negras, la basura y otras sustancias contaminantes de las ciudades turísticas no deterioren la salud pública ni la vida marina. Bastó un año para acabar con un añejo problema y cumplir el magno programa Playas Limpias, anunciado en febrero pasado por el ingeniero Alberto Cárdenas, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Dicho programa incluye, entre otras cosas, el equipamiento de laboratorios de salud en los 17 estados costeros y, sobre todo, la construcción y rehabilitación de redes de alcantarillado, plantas de tratamiento y derivadoras de aguas residuales.
Estamos pues, creyentes, ante uno de los milagros de mayor importancia de que se tenga memoria en México y el mundo (sucursal materialista de México). No se veía nada igual desde el momento narrado en los evangelios, cuando Jesucristo, no el de Iztapalapa, dijo a Lázaro: "levántate y anda". En aquella ocasión, que por desgracia careció de video, Lázaro se levantó y andó, y se rompió de una vez por todas el ciclo del "hasta aquí llegó".
De esta manera, el gobierno mexicano, tal vez en competencia con el cubano, cuya capacidad de atraer turistas incluye a Carlos Ahumada, se dirigió a las playas y les ordenó con la voz suave de los milagros rentables: "playas: regenérense y purifíquense". Las playas se levantaron de su postración contaminada y volvieron a ser las mismas que contemplaron Adán y Eva en su primer reconocimiento del mundo, ya para entonces sobrepoblado.
En verdad los milagros ocurren: las playas brillan, relujaditas, y los turistas se sumergen en las aguas sin temor de salir de ellas convertidos en sirenas. Mientras esto sucede las autoridades eclesiásticas, a pedido de las gubernamentales, preparan el expediente que enviarán al Vaticano que permitirá comprobar que la voluntad de las declaraciones puede convertir un cerco de aguas negras en un país transformado en inmenso y gozoso puesto de aguas frescas.
Con este milagro el país contribuye a restarle problemas al mar, pues un reporte de Naciones Unidas señala que la insuficiencia de oxígeno en muchas áreas marinas está causando daños a las pesquerías, incluso a veces mucho más que la pesca irracional. El problema se origina en ciertas sustancias que llegan en exceso al mar, como el nitrógeno proveniente de los campos agrícolas.
De los 120 millones de toneladas de nitrógeno que se utilizan como fertilizante, 100 millones van a dar a los ríos y al mar. Al haber más nitrógeno en el agua se acelera el crecimiento de las algas, las cuales se descomponen y consumen el oxígeno disponible e impiden el desarrollo de otros tipos de vida, como la de los peces.
En nuestro continente la zona marina más afectada por exceso de nitrógeno y otras sustancias es el Golfo de México. Llegan vía el río Mississippi y proceden de la agricultura y las ciudades del vecino país, así como de los ríos nacionales. Urge reducirlas, como hacen ahora los países europeos por los que atraviesa el río Rhin: en pocos años lograron abatir casi 40 por ciento las aportaciones de nitrógeno al mar del Norte, aumentando así la pesca. Otras naciones deben seguir este ejemplo con el objeto de garantizar la vida en los mares del planeta.
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