México D.F. Lunes 12 de abril de 2004
En México se desconocen las cifras exactas,
pero afectaría a 10% de las mujeres
OMS: sufre acoso sexual 25% de la población
femenina mundial
A las dificultades para comprobarlo, por lagunas jurídicas,
se suma la renuencia a denunciar
Académicos y entidades gubernamentales emprenderán
una campaña de información en el país
CAROLINA GOMEZ MENA
El acoso sexual lo experimentan tanto mujeres como hombres,
aunque es más común que las asediadas sean las primeras.
No existen cifras ciertas sobre el fenómeno, pero la Organización
Mundial de la Salud (OMS) estima que en promedio casi 25 por ciento de
la población femenina mundial sufre algún tipo de hostigamiento.
Sondeos realizados en diversos países han revelado que la denuncia
apenas oscila entre 2 y 3 por ciento.
Respecto a los hombres las estimaciones son aún
más imprecisas. Se considera que menos de 8 por ciento de los varones
son objeto de acoso sexual; entre ellos existe aún menos tendencia
a denunciar, pues se considera que siempre están dispuestos a ejercer
su potencial erótico-sexual o de lo contrario se pone en duda su
virilidad. Para que una conducta sea catalogada como hostigamiento debe
haber forzosamente una "proposición sexual no aceptada".
El
hostigamiento sexual se puede dar en cualquier ámbito. Sin embargo,
es más común en los espacios educativos y laborales. La Organización
Internacional del Trabajo (OIT) lo define como "toda conducta de naturaleza
sexual, o basada en el sexo, que afecte la dignidad de las mujeres y de
los hombres, que resulte ingrata, irrazonable y ofensiva para quien la
reciba, y que tiene consecuencias cuando la o el acosado la rechaza en
cuanto a condicionar la continuidad en el empleo, promoción o salario.
El acoso sexual es, sobre todo, una manifestación de relaciones
de poder".
El que acosa, se plantea, casi siempre tiene una situación
de ventaja ante el hostigado. Por eso tiende a darse entre patrón
y empleado, maestro y alumno y de hombres a mujeres (porque en la estructura
jerárquica todavía la población femenina está
subordinada). Como todo delito sexual es muy difícil de comprobar.
Es por ello que en muchas naciones no existe legislación al respecto
o es incipiente.
En México no se tiene conocimiento de la magnitud
del fenómeno. Se habla de poco más de 10 por ciento de las
mujeres y es uno de los tópicos que se abordan en la propuesta de
reforma de la Ley Federal del Trabajo. El tema se ha incluido además
en diversos códigos penales locales, como los de Baja California,
Distrito Federal y estado de México. Además existen iniciativas
en Sonora, Yucatán y Jalisco, entre otros.
En el caso del Distrito Federal, en 1990 se presentó
la iniciativa para tipificar en el Código Penal el hostigamiento
sexual como un acto ilícito, con una penalidad de 30 días
de salario mínimo u ocho meses de cárcel. Un año después
se presentó una reforma más amplia. En 1993 se hicieron cambios
constitucionales en los que se estableció que es obligación
del Estado brindar asistencia a víctimas de delitos sexuales.
No obstante, resta mucho por hacer tanto en materia legal
como cultural y laboral, señaló la investigadora María
del Pilar Cruz Pérez, docente e investigadora en la coordinación
de la maestría en estudios de la mujer de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco, quien también colabora en
los trabajos previos de la estrategia que el Instituto Nacional de las
Mujeres (Inmujeres) y la Secretaría del Trabajo y Previsión
Social aplicarán a mediados de año, que comprende, además
del desarrollo de talleres en diversos estados, desplegar una campaña
de medios con el propósito de concientizar a las mujeres sobre esta
problemática para que no sólo la identifiquen, sino también
la denuncien.
Desde hace más de un lustro Cruz Pérez ha
estudiado el hostigamiento sexual, en particular el que sufren las mujeres.
Refirió que el acoso presenta diferentes intensidades, que van desde
requerimientos implícitos de favores sexuales, insinuaciones verbales
y visuales hasta lo explícito y abiertamente físico, que
inclusive puede desembocar en una violación.
Así caen en el rubro de hostigamiento sexual "propuestas,
comentarios, bromas o insultos de contenido sexual", pero también
se relaciona con el "abuso visual; las miradas lascivas o exhibir material
pornográfico y también los tocamientos incómodos,
que no necesariamente para serlo deben darse en regiones directamente relacionadas
con la actividad sexual".
De acuerdo con la experta, este delito aún es "minimizado
socialmente y hasta se llega a decir que las mujeres exageran". De manera
paralela, quienes lo experimentan, como en la mayoría de los delitos
sexuales, se sienten avergonzados, en particular las mujeres, como si fueran
culpables de haber motivado dicha conducta.
Cruz Pérez detalló que diversos estudios
han revelado que no es la manera de vestir o de comportarse de la víctima
lo que motiva al agresor, pues inclusive cuando las mujeres perciben la
conducta y cambian estos aspectos el ataque no cesa. Además también
es una realidad que personas "muy poco o nada atractivas son asediadas".
Las "motivaciones más frecuentes del acoso son el poder y la agresión,
pues, como todos los delitos sexuales, no tiene que ver con el amor, sino
con la necesidad de poder y de controlar al otro".
En entrevista, indicó que dado que es un problema
muy complejo existen muchos mitos en torno a él. Uno de los más
comunes es considerar que estas son "conductas normales de seducción
y que por ello las personas deberían sentirse halagadas, porque
se les considera deseables, y que es una parte de la coquetería
y del cortejo, cuando en realidad es una forma inapropiada de controlar
a otras personas mediante la degradación y la humillación.
De ninguna manera estas prácticas forman parte de las relaciones
humanas sanas, porque éstas se basan en el respeto y el afecto mutuo".
Los niveles de acoso varían notablemente de un
país a otro: mientras en España se identificó que
alrededor de 18 por ciento de las mujeres son hostigadas y que por ello
35 por ciento decidió cambiar de empleo, en Chile los niveles llegan
hasta casi 40 por ciento, mientras en Costa Rica un estudio reveló
que 16 por ciento de la población escolar sufre este fenómeno.
Más allá de las cifras, lo cierto es que
el acoso sexual -el cual apenas en la década de los setenta fue
catalogado como punible- afecta las relaciones de trabajo y la productividad,
ya que produce alteraciones físicas y síquicas, con las consecuentes
pérdidas económicas.
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