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México D.F. Lunes 12 de abril de 2004
En la Merced Balbuena los muñecos de
los Linares protagonizaron la fiesta
De Vicente Fox para abajo, varios fueron quemados como
judas el sábado pasado
JAIME WHALEY
No fue en video, pero le llovió duro al PRD el
sábado en la quema de judas. De Andrés Manuel López
Obrador para abajo, es decir, Bejarano, Imaz, Rosario y su agregado Ahumada,
tronaron estruendosamente en una calle justamente atrás de la Central
de Bomberos.
No sólo a los agrupados en el partido del sol azteca
les cayó el escarnio del sentimiento popular, sino que también,
but of course, dirían los neoliberales, Vicente Fox pasó
lista de presentes cuando una gigantesca efigie del Presidente de la que
surgía una Martita Sahagún, cerró la tradicional festividad
en el barrio bravo de Merced Balbuena.
En
total fueron 30 los monigotes de carrizo, papel y engrudo que las varias
ramas de la familia Linares, juderos de abolengo, quemaron para solaz de
una nutrida concurrencia que año con año se da cita precisamente
frente a las casas, donde se ironiza el disgusto popular que, por esta
ocasión se virtió feroz sobre figuras de la izquierda mexicana
aunque el personaje que más se reprodujo, tanto en sus tiempos como
hoy día, ha sido Carlos Salinas de Gortari, afirma Miguel Linares,
quien agrega con sorna que cada año cambia el reinado.
Sin duda René Bejarano fue un monarca indiscutible
en este 2004. La Ratota, como se le pintarrajeó en varias fotografías
suyas que pendían de los talleres para tomar modelo, apareció,
ya con su sola cabeza, ya con su portafolio rebosante de dólares
o ya como figura de pez gordo a punto de reventar, lo que en todos los
casos ocurrió y fue rubricado con una ovación por parte de
los testigos del festejo que se agolparon en las escaleras, en las ventanas
y en balcones y azoteas.
El jefe de Gobierno del Distrito Federal apareció
caracterizado tanto en un pejelagarto de su natal Tabasco como más
formal, con traje y escondiendo un video, creación de Italbi, vivaz
niña de acaso unos 12 años, que a su edad está lista
para continuar con las labores de los Linares y no perdió oportunidad
para posar orgullosa junto a su López Obrador tantas veces como
fue requerida por las cámaras. En otra efigie, López Obrador
aparecía con un pollo desplumado en la mano izquierda y un sarcástico
rótulo, "No le han quitado una pluma a mi gallo".
Cada quema fue advertida pirotécnicamente por medio
de un cohetón o de una bomba japonesa, en tanto los perros, que
por el rumbo abundan, empezaban una loca y futil persecución de
las chispas.
El Jefe Diego también apareció, salvo
que con parecido más a Carlos Marx que al legislador panista, pues,
además, apretaba contra su pecho un libro aunque en una mano llevaba
unos dólares. Que se sepa el filósofo alemán vivió
casi en la inopia, por lo que hubo que preguntar de quien se trataba.
No sólo fueron personajes de la vida pública
los que se quemaron, pues lo mismo ocurrió con diablos, un charro,
un hombre verde (antes una imagen enana, como mentalmente es, del ingenuo
Niño Verde también fue calcinado) y hasta un jet que
nunca emprendió el vuelo, "es que se le zafan las mechas", explicó
Héctor Ruiz, quien dos veces más quedó como el cohetero
que es.
La celebración es sufragada por entero por los
Linares. Cada judas llega a cotizarse hasta en 3 mil pesos, depende su
tamaño y lo elaborado que sea; sólo en pólvora se
calcula que el costo asciende a 30 mil pesos, mismos que se hicieron humo,
como aseveró doña Margarita del Carmen, simple espectadora.
A pesar de la cercanía del cuartel de los tragahumo
su presencia nunca fue requerida, pues un ejército de solícitos
voluntarios apagaban con oportunos cubetazos cualquier amenaza de siniestro
mayor y hasta una vecina sacó el picrato de la cocina "por lo que
se ofrezca".
Como cierre de festejo, se corrieron unos toritos,
tanto cuadrúpedos como de alebrijes, otra especialidad de los Linares,
aunque se insiste en despojarlos de esa paternidad, pero esa es otra historia
y todo mundo, chicos grandes y medianos, a correr de la embestida luminosa.
Alegría en pleno.
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