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México D.F. Jueves 22 de abril de 2004
CAPTURAS EN LA HABANA
Tras
las sucesivas detenciones en Cuba del corruptor Carlos Ahumada Kurtz; de
su principal operador, Antonio Martínez Ocampo, y del presunto defraudador
Enrique Arcipreste del Abrego, quien mediante engaños pretendía
cobrar al Gobierno del Distrito Federal (GDF) mil 800 millones de pesos
de indemnización por un predio del que se decía heredero,
resulta obligado formularse varias preguntas.
En primer lugar, cabe inquirir por las conexiones entre
dos hechos que hasta ahora parecían independientes: el referido
intento de Arcipreste y el complejo y sofisticado operativo de descomposición
de la autoridad capitalina y del Partido de la Revolución Democrática,
urdidumbre cuya cabeza visible ha sido el empresario de origen argentino.
A la luz de los videoescándalos y el evidente involucramiento en
ellos de funcionarios del gobierno federal, el reclamo por el Paraje San
Juan podría ser visto como el primer capítulo, fallido, de
la conspiración, ahora evidente, orientada a desprestigiar al GDF
y eliminar al precio que sea -mediante maniobras de opinión pública
o un proceso de inhabilitación de apariencia legal- a su titular,
Andrés Manuel López Obrador, de la competencia electoral
de 2006. Hay que recordar que en su momento el jefe del Gobierno capitalino
denunció intentos de los representantes de Arcipreste del Abrego
de negociar con funcionarios urbanos el pago de una parte de la indemnización
multimillonaria. Hoy es oportuno preguntarse si realmente se buscaba un
beneficio monetario -aunque fuera obtenido por medios fraudulentos- o bien
se trataba de hacer acopio de irregularidades para usarlas posteriormente
contra el GDF.
Hasta ahora lo único que parecía vincular
ambos episodios era el nombre de Diego Fernández de Cevallos, quien
tanto en octubre del año pasado como en los videoescándalos
de marzo ha salido a relucir como virulento defensor mediático de
los presuntos defraudadores y denostador del Ejecutivo local. Cabe preguntarse,
a raíz de la detención de Arcipreste del Abrego en La Habana,
en el marco de las investigaciones que las autoridades cubanas dicen realizar
a las operaciones y el entorno de Ahumada Kurtz, si la protección
verbal del senador panista a ambos personajes obedecía a la animadversación
de oficio que profesa por el gobernante capitalino o si se trata de aspectos
distintos de una misma tarea.
Llama la atención, por otra parte, que la red de
corrupción cuyo rostro público es el propietario del Grupo
Quart haya seleccionado a Cuba como refugio, y cabe preguntarse si antes
no estableció en la isla un centro de operaciones. Si Ahumada Kurtz
era en Cuba un simple prófugo de la justicia mexicana, es válido
inquirir por qué, después de anunciar su detención,
las autoridades de ese país estimaron que su presencia y sus antecedentes
"ponen en riesgo la seguridad del Estado cubano, en una coyuntura especialmente
peligrosa para el país".
El comportamiento de las autoridades cubanas en las detenciones
de los mexicanos prófugos es, en general, cuestionable. Como se
señaló en este espacio el 31 de marzo, al día siguiente
del anuncio de la captura de Ahumada, resulta un tanto extraño que
el gobierno de La Habana se haya tardado 18 días en realizar el
arresto -del 12 de marzo, cuando se emitió la petición de
captura a la Interpol, al 30 de ese mes-, habida cuenta del estricto control
que el régimen cubano mantiene sobre los movimientos de los extranjeros
en la isla. ¿Qué ocurrió en ese lapso? Es inquietante,
también, que, desde su captura, Antonio Martínez Ocampo haya
pasado 11 días en poder de la policía cubana sin que el gobierno
de la isla comunicara -lo hizo en una nota enviada el 16 de este mes, y
dada a conocer apenas anteayer- la detención a las autoridades mexicanas.
¿Qué hicieron los agentes cubanos con su detenido durante
esos 11 días? ¿Qué información obtuvieron?
¿Hubo una negociación? ¿Entre quiénes? Con
esos datos que no cuadran se extiende la sospecha de un vínculo
en La Habana entre Ahumada, Martínez Ocampo y Arcipreste, por un
lado, y Carlos Salinas de Gortari, por el otro, toda vez que en una época
posterior a su desastre presidencial éste tomó la isla caribeña
como base de operaciones.
La sociedad mexicana -que es, en última instancia,
la agraviada por los tres personajes que se encuentran detenidos en el
Departamento de Seguridad del Estado Cubano- merece una explicación
puntual y verosímil, de las autoridades de La Habana respecto de
los puntos oscuros mencionados y, en general, de la posición y el
papel de Cuba ante las conjuras en curso contra el gobierno capitalino.
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