México D.F. Lunes 3 de mayo de 2004
Con cuatro piezas roba cámara incluso a Páez
El presentador Silvio
Rodríguez, figura en concierto de
clausura
ANGEL
VARGAS
Pese a que sólo
interpretó cuatro canciones, Silvio Rodríguez se
convirtió en la figura del concierto que se efectuó entre
la noche del sábado y las primeras horas del domingo en el
Hipódromo de las Américas, con el que se puso punto final
al programa musical del Festival de la Palabra.
La presencia del cantautor
cubano estaba prevista exclusivamente como presentador de la velada;
sin embargo, tras anunciar a los artistas que integraron el cartel,
aclaró que cumpliría con una promesa hecha un par de
días antes. Así, tomó su guitarra para 舖舖regalar舗舗
su canto durante 20 minutos continuos.
Del principio al fin de ese
breve tiempo, los alaridos, las ovaciones y los gritos de 舖舖Silvio/
Silvio/ Silvio舗舗 fueron una constante entre el público, cuyas
exclamaciones subieron de intensidad con las últimas piezas, Rabo de nube y Playa Girón, dos hits del trovador.
Insaciable, la audiencia
exigía más, otra; reclamo-petición que a la postre
no encontró eco en Silvio, quien se despidió y
desapareció detrás del escenario para nunca más
regresar, no obstante que entre la multitud se había propagado
el rumor y la esperanza de que al final del concierto cantaría
al lado de Fito Páez.
Apareció entonces el
primer artista de la noche, en sentido formal: el cantautor cubano
Manuel Argudín, quien de los cuatro temas que interpretó
comenzó con una canción de su ya mencionado colega y
compatriota, ante la insistencia de la audiencia por querer más
de Silvio Rodríguez.
Fuera de ello, gran parte del
público, quizá la mitad de los miles que se encontraban
reunidos en ese foro al aire libre, se desentendió de la
participación del músico isleño y optó por
aprovechar el tiempo para formarse en las largas filas que se
extendían frente a los puestos de cerveza, o para platicar, o
para sentarse o acostarse en el piso y disfrutar de la luna en pleno
cenit.
El frío pegaba con
tubo, calaba en los huesos; empero, no había el menor atisbo de
lluvia. Ese quizá fue factor para que la gente se
trasladará en grandes cantidades (¿3mil, 4 mil, 5 mil
personas?) hacia este foro. La asistencia se comprende también
por lo atractivo del cartel, en el que se anunciaba la presencia de los
cubanos Silvio Rodríguez y Manuel Argudín, la
repetición del argentino Fito Páez, el mexicano Fernando
Delgadillo y el español Luis Eduardo Aute, quien de
última hora canceló, según se dijo, por problemas
de salud.
Segundo en el programa formal,
tercero de facto, Delgadillo reanimó la atención de la
concurrencia, que lo ovacionó desde su salida hasta su quinta y
última rola, Ten miedo de
mí, su gran clásico, cuya
interpretación fue acompañada a voz pelada y uno que otro
aullido por el coro espontáneo que se formó entre el
público.
Aunque se dejaba sentir
más un punzante vientecillo nocturno, el frío se
sentía menos para esa hora de la noche, arropados quizá
por la ingestión de varias chelas. Los baños no se daban abasto para atender los
estragos de aquel diurético.
Luego de un receso de 20
minutos, llegó el turno de Fito Páez, ahora sí
más animoso, en contraste con su presentación de un
día antes, quizá por la euforia con la que fue recibido
desde el primer momento.
El programa fue
prácticamente el mismo de su concierto del viernes. Abrió
con una rola de su maestro, Charly García; luego
intercaló de manera aleatoria piezas poperas de corte
romántico y ligero con las de naturaleza más roqueras y
fondo crítico e incluso de denuncia.
Los grandes éxitos de
Fito se sumaron e intercalaron con piezas menos conocidas durante
espacio de poco más de dos horas. Y así se escucharon Mariposa tecnicolor, Circo beat, Ciudad de pobres
corazones, Cadáver exquisito, 11 y 6 y
Tus regalos deberían de llegar, entre otras de más de una veintena.
Ni Fito ni el público
querían irse, a pesar de que ya pasaba de la una de la
madrugada. Al principio de su participación, el cantante
había ofrecido una inolvidable presentación en
México, para cerrar así una gira que, dijo, había
sido muy cansada. Y lo cumplió.
Algunos, sin embargo,
vanamente corearon hasta el último el nombre de Silvio, con la
esperanza de que saliera una vez más al escenario. Pero, para
esa hora, el cantautor cubano, se dijo, estaba ya en el aeropuerto en
espera de salir hacia su patria.
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