México D.F. Lunes 3 de mayo de 2004
Beck, Radiohead y Kraftwerk,
otras de las bandas en la fiesta del desierto
En el Festival Coachella, 60 mil atestiguan la
reunión de los Pixies
Kinky hace bailar tanto a latinos como a
estadunidenses a ritmo de salsa y rumba disfrazadas de rock Yorke y
compañía regalan un show perfecto
de hora y 40 minutos
MAURICIO MATAMOROS
ESPECIAL
Indio, California, 2 de mayo. Durante
la reciente semana habitantes y visitantes del estado de California, en
Estados Unidos, centraron su atención en una actividad: el
Coachella Valley Music and Arts Festival, que se efectuó este
sábado y domingo. Sin lugar a dudas en muy pocas ocasiones ha
podido verse un cartel musical que reúna como actos principales
a Beck, Pixies, Radiohead y Kraftwerk.
Sí, efectivamente, parece demasiado para una
sola noche, pero así sucedió, además de que antes
de ellos actuaron otras 42 propuestas musicales, como los mexicanos de
Kinky.
Los grandes y diversos festivales como Coachella han
sido un importante capítulo en la historia musical de Europa,
sobre todo en el Reino Unido. Pero desde hace un lustro el valle
desértico se ha convertido en punto fundamental de este apartado
que, hasta el momento, ha llegado al éxtasis con su sorprendente
programa. Los medios de comunicación y los asistentes no han
dudado en considerar a esta versión del festival como la mejor
de su historia.
Fundado por dos promotores musicales, Paul Mollet y
Rick van Santen, este último fallecido y recordado en el medio
por su intensa labor en la escena del punk, el Coachella ha sido
marcado por la presencia de bandas como Chemical Brothers, Tool y Rage
Against The Machine, entre muchas otras. Setenta y ocho acres
desérticos a tres horas de Los Angeles conforman los
límites del Coachella Fest, repartido en cinco escenarios, en
los que se crea y exhiben las más diversas opciones musicales:
desde los ejemplos más trivales del hip hop hasta lo más
elaborado del rock inglés convergen para disfrute de 60 mil
espectadores que agotaron las localidades para la primera fecha del
festival.
Las actividades comenzaron a las 11 de la
mañana. El orden de presentación de las bandas fue de
menor a mayor.
Como aseveración de la importancia
latinoamericana en el estado y en el festival (específicamente
mexicana), desde Monterrey llegó Kinky para presentar un
espectáculo que fue muy ovacionado. Un enorme billete de cien
pesos con la imagen de Nezahualcóyotl, de quien salía un
globo de diálogo con el nombre del grupo, sirvió como
telón de fondo (cortesía de estar más allá
de las fronteras de México), y tanto latinos como estadunidenses
se contonearon a ritmo de salsa, rumba y demás etcéteras
disfrazados de rock por esta banda. El resto de la tarde se
repartió entre proyectos como The Sounds, Trail of the Dead, Q
and not U y el mismísimo Beck que ofreció un set en solitario, sólo con su guitarra, que lo
llevó a convocar tal cantidad de gente que sobrepasó y
rodeó la capacidad del escenario secundario en el que
actuó.
A eso de las 7 de la tarde, cuando el asesino sol
comenzó a ponerse, después de haber dejado fulminados a
miles de cuerpos sudorosos y cuasidesnudos tirados sobre el pasto, el
escenario principal ya estaba prácticamente abarrotado por un
público convocado a una de las reuniones indudablemente
más esperadas en la escena del rock.
Grupos que
cambiaron la vida
Todas las publicaciones precedentes al festival
comentaban que a pesar de que Radiohead estuviera en un buen momento
artístico, la reunión del público se debió
a otra reunión. El mismo Tom Yorke lo diría más
tarde frente al público: 舠Pixies y REM me cambiaron la vida舡.
Pues bien, a las 7:20 de la tarde, como lo
marcó la exitosa y puntual programación, tomaron el
escenario los cuatro músicos que, como Yorke dijo, cambiaron la
vida de muchos y el curso de un importante sector del rock, lo que
quedó demostrado por un video pirata de Pixies, que ha
sido editado de manera oficial como legado de la banda. Black Francis,
Kim Deal, Joel Santiago y David Lovering salieron directo para lo que
vinieron: deleitar con un set de una hora y
alrededor de 15 canciones.
Las playeras que promueven la gira de los Pixies
muestran una leyenda que dice 舠Pixies sell out舡, y aunque se entiende
que los 舠Pixies se han vendido舡, esto no puede tomarse más que
como otro acto irreverente de esta banda absolutamente
esquizofrénica... No es necesario decir que se trató de
un acto extraordinario, en el que se pasó lista a
clásicos de esta banda que exploró el lado clínico
del Estados Unidos de la era de George Bush padre, y de que varias
generaciones corearon en el desierto junto a Francis y Deal. Los Pixies
se fueron así como llegaron, es decir, como auténticos
dioses de la locura, dejando a su público con ansias de
más medicamentos. Dos mil visionarios pudieron quedarse con un
buen recuerdo, pues, a cambio de 25 billetes verdes, minutos
después de la presentacion podrían recoger un cidí que, gracias a la velocidad de la era digital,
tenía ya capturada la presentación de unos minutos
atrás.
Y aunque al término de este acto el
movimiento del público hacia otros escenarios era inminente (en
el segundo entarimado se presentaba The Rapture) la mayoría de
los presentes lo único que hizo fue comprimirse hacia delante,
aun cuando faltaban casi 40 minutos para que los creadores del OK
computer cerraran las actividades del día en el escenario
principal.
Con dos pantallas horizontales a los lados e hileras
de focos en la misma posición al fondo del escenario se
presentaron los cinco ingleses. La noche anterior llegó de
México el rumor de que los cabeza de radio
no se presentarían, pues por indicaciones médicas Yorke
no debía forzar su garganta. No obstante, permanece como prueba
de la presencia de la banda los casi 60 mil asistentes que aseguraron
ser cretinos y cretinas, creeps, mientras Yorke y
sus compinches bailaron neuróticamente esta composición
generacional, que ya casi no visitan en vivo.
Su repaso a OK computer, Kid A y Amnesiac logró devorar
al público durante hora y 40 minutos de un show perfecto.
Otro discurso esquizofrénico fantástico, pero ahora de la
era de George W. Bush y Collin Powel.
Impresionó
la banda alemana
Y bueno, a pesar de que el cierre oficial del primer
día del festival lo dieron los ingleses, en el escenario
más lejano (como a medio kilómetro del principal) la
banda alemana Kraftwerk impresionó a propios y extraños.
De traje negro, inmutables frente a sus computadoras, los cuatro
constructores de música refrendaron su condición en la
era de los robots. Una presentación inolvidable compuesta de
sonidos generados a partir de secuencias y bytes, con reverberaciones visuales en una pantalla al
fondo. La gente bailaba en éxtasis, aún cuando los
músicos dejaron cuatro en su lugar, antes de regresar al
escenario para terminar en trajes de luz, muy a lo Tron.
A fin de cuentas, los más experimentados
cerraron la noche. La segunda jornada será estelarizada por The
Cure, entre otros.
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