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México D.F. Lunes 24 de mayo de 2004
ASTILLERO
Julio Hernández López
Bombas
Hartazgo, decepción, violencia
El riesgo de la desesperanza
LA APARICION DE un movimiento guerrillero en Morelos ha de ser tomada, como en otros casos similares, con la debida prudencia. En varias ocasiones, presuntos estallidos justicieros han sido preparados o inducidos desde sótanos gubernamentales con el propósito de ajustar cuentas en la elite (trampas para acelerar caídas de políticos indeseados, ocasión para "probar" a indecisos) o de permitir represiones selectivas, entre otros móviles posibles.
EL ESTALLIDO DE bombas en bancos de Jiutepec, Morelos, se ha dado, sin embargo, en un contexto en que son crecientes la desilusión y el hartazgo cívico a causa del pésimo manejo de la política. Aparte del escenario nacional en que compiten en guerra de lodo Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador, en el plano estatal se ha vivido la terrible experiencia de una alternancia partidista que llevó al poder a panistas frívolos y corruptos que en nada han desmerecido frente a las peores historias de excesos de sus antecesores priístas. El gobernador Sergio Estrada Cajigal sobrevive en Morelos como fantasma herido de muerte a causa de las revelaciones que lo han vinculado con grupos de narcotraficantes a los que el aparato gubernamental estatal habría dado cobijo, pero al que el sentido corporativo del cártel blanquiazul nacional ha protegido.
A CAUSA DE similares desfiguros crecientes, cada vez hay más mexicanos escépticos. El diario espectáculo de las vergüenzas políticas ha instalado en buena parte del ánimo colectivo la sensación de que no hay salida para el entrampamiento nacional ni lugar para la esperanza ni posibilidad real de mejoría. La política y los políticos se han aplicado en la demostración palmaria de la inviabilidad de sus recursos, ofertas y promesas, dejando a la mayor parte del pueblo mexicano con la sensación de que sus formas de representación (es decir, los partidos, los legisladores, los gobernantes) son inútiles, meros artificios diseñados para hacerse de dinero público, negocios de altísima rentabilidad cuya clave de supervivencia está en el mantenimiento eterno de las disputas y no en su solución.
UNOS RECHAZAN apasionadamente a Fox por ver en él un irritante entreguismo al extranjero, un abandono en general del poder y claudicación en favor del tálamo, además de la hipocresía con que ha enfrentado las evidencias del financiamiento oscuro a su campaña electoral. Otros detestan el populismo de Andrés Manuel López Obrador, la corrupción del secretario de Finanzas y del operador político consentido (por dar los dos ejemplos mayores), y la manera judoka con la que trata de convertir todos los días los ataques en su contra en presuntas pruebas de conjuras. Ni hablar del vómito que provoca en buena parte de los mexicanos el PRI madracista que cree posible sustituir la salida anunciada de la cacique magisterial despechada con la restitución mafiosa del apellido Hank. En ese contexto resulta peligrosa la tentación de la violencia como sustituto de la política. Si las alternativas son los Niños Muerde, o los Kawaghi Pig Brother, o míster George W. Castañeda o la Convergencia con Dante en el Infierno, poca esperanza parecería haber para los mexicanos.
POR ELLO, EN un lugar como Morelos, con una gran historia de resistencia cívica pacífica y armada, resulta preocupante la aparición del comando jaramillista. En esa región creció años atrás el movimiento de Florencio Medrano Mederos, alias El Güero, quien fundó el Partido Proletario Unido de América y también se enfrentó con las armas al gobierno. Y por esos caminos aún rondan los recuerdos, obviamente, de Emiliano Zapata y de Rubén Jaramillo, asesinado éste cuarenta y dos años atrás, en un episodio en el que habrían participado el Ejército mexicano y fuerzas policiacas federales y estatales y del que, desde luego, nunca ha habido claridad suficiente ni castigo a los culpables. Jaramillo fue masacrado junto con su esposa embarazada y tres de sus hijos, luego de que el entonces presidente Adolfo López Mateos le había garantizado protección y seguridad para que regresara a la actividad política abierta.
SEAN O NO GENUINAS las causas por las que ha aparecido este movimiento guerrillero morelense (cosa que el tiempo dirá), lo que no deben dejarse de lado son cuando menos dos hechos: la peligrosa decepción del pueblo mexicano respecto a la política (con la consecuente desesperanza que hace pensar que nada de lo que hoy existe política y socialmente sirve para mayor cosa), y, también, el riesgo de que tras de estos movimientos pueda haber desde guerras internas en el poder federal hasta intentos de correr aún más hacia la derecha y hacia la represión al naufragante aparato gubernamental foxista, en el que los uniformes verde olivo siguen altamente molestos por lo que entienden como un gran desorden nacional.
ASTILLAS: HAY LECTORES QUE por Internet confiesan tener una especie de adicción a esta columna. Víctor Weinstock ([email protected]), por ejemplo, habla en términos tequileros de lo que aquí se escribe: "Entre más lo bebo, más me pregunto cuántos lo leemos y, de esos, cuántos entendemos lo que algo entendemos (...) Odio la frase derrotista del 'aquí nos tocó vivir', pues prefiero imaginar otros derroteros más alegres para el país. Pero, a cada nuevo caballito de Hernández, más me embriago de tristeza (...) Un día que tenga tiempo, píntenos, por piedad, un país posible y amable, no pido Foxilandia, por supuesto"... Octavio Rodríguez Araujo nos ofrece nuevo material para el entendimiento: Derechas y ultraderechas en el mundo es el nombre de su más reciente libro, editado por Siglo XXI. En ese texto, el profesor emérito de la UNAM señala que la distinción izquierdas-derechas se ha querido presentar como asunto del pasado, y la democracia -despojada de su sentido social- como el objetivo a alcanzar en todo el mundo, aunque esta nueva ideología ha tratado de encubrir que la ampliación de la democracia (formal) se ha dado al mismo tiempo que el aumento de las desigualdades sociales y de la pobreza, y que la derecha y la ultraderecha ganan terreno en las posiciones de poder, no sin contradicciones en algunos casos. Fax: 55 45 04 73 [email protected]
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