México D.F. Lunes 24 de mayo de 2004
Prometieron instalarles los servicios tras el
hallazgo de la pieza arqueológica
Un monolito, milagro para que autoridades presten
atención a El Marquesillo, Veracruz
Los habitantes no permitirán que lo trasladen
a otro lugar; es un canal de esperanza, dicen
ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL
El Marquesillo, Ver., 23 de mayo. Para los lugareños
es una piedra mágica que hizo el milagro de que el municipio figurara
a escala internacional; de la noche a la mañana las autoridades
de los tres niveles de gobierno prestaron atención al poblado, sumido
en la miseria, y respondieron a las peticiones de obra pública que
durante décadas fueron ignoradas.
El santo, como algunos lo llaman, es aparentemente un
dignatario olmeca que hace más de 2 mil años fue plasmado
en la parte frontal de un ara de piedra basáltica que pesa 13 toneladas
y que accidentalmente fue descubierta en una parcela de cultivo en esta
congregación.
Desde entonces los pobladores resguardan celosamente el
altar olmeca y advierten que con "palo y machete" rechazarán a todo
intruso que intente sacar el monolito del ejido.
Tal postura obligó al gobierno estatal y a funcionarios
del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a firmar
una minuta de acuerdo para respetar, temporalmente, la solicitud para de
el vestigio arqueológico sea resguardado por los mismos lugareños,
pese a la intención original de trasladar la pieza a un museo.
Desde el principio se le rezó
A principios de octubre de 2001, dos campesinos localizaron
accidentalmente la pieza en una pequeña barranca que fue deslavada
por la corriente del río San Juan.
Hasta
el lugar se trasladó un grupo de arqueólogos, y el 17 de
enero de 2002 se logró extraer con maquinaria pesada la pieza completa,
que pesa 13.5 toneladas.
El altar tiene forma de pirámide truncada invertida
y mide 2.50 metros de largo por 2.28 metros de altura y 1.13 de ancho,
y en la parte frontal sobresale un nicho con la figura de un dignatario
o sacerdote sentado con las piernas cruzadas -posición que algunos
conocen como flor de loto-, con las manos extendidas sobre las rodillas
y con una especie de tocado en la cabeza.
Una de las anécdotas que recuerdan en El Marquesillo
es que en dos ocasiones las cadenas con las que ataron a la piedra para
extraerla se rompieron sin lograr moverla, y sólo después
de un rito local, en el cual "se le habló al santo que tiene pintado",
fue cuando consiguieron levantarla.
"Cavamos un pequeño túnel que llegó
hasta el rostro de la figura y se le rezó, se le habló para
que diera permiso de sacarlo, además de que colocamos una ofrenda,
que consistía en una cerveza, cigarros y siete flores de berenjeno
macho, y al tercer intento salió la piedra sin ningún contratiempo",
relata el agente municipal Mario Capetillo Torres.
La pieza fue trasladada al centro del poblado, donde originalmente
le construyeron una choza de palma y madera y, posteriormente, con recursos
aportados por los lugareños, levantaron un kiosco de hormigón,
donde permanece actualmente.
Desde entonces los lugareños se organizaron para
montar guardias con la finalidad de evitar que la pieza pudiera ser sacada
de la congregación por arqueólogos del INAH. La petición
generalizada fue que quedara bajo resguardo permanente de la comunidad.
"Es nuestro patrimonio, nadie nos la puede quitar y ni
los vamos a dejar", dice Carlos Rechi, anciano de 60 años, quien
ayudó en los trabajos para la extracción del monolito.
Ellos se dicen dispuestos a "presentar batalla" contra
quienes intenten despojarlos del "señor mágico". Esto, porque
localmente se recuerda la historia de otra escultura similar, la del Señor
de las Limas, efigie de jade que fue descubierta en 1965 en el municipio
de Jesús Carranza y fue trasladada al Museo de Antropología
e Historia de Jalapa, resguardada por el Ejército, a pesar de que
los pobladores se negaban a cederla, pues le rendían culto junto
con una imagen de la Virgen de Guadalupe.
El Marquesillo no existía
El poblado El Marquesillo se ubica a unos 200 kilómetros
de Jalapa, pertenece al municipio de Juan Rodríguez Clara y hasta
2001 pocos sabían de su existencia, reconocen los mismos habitantes.
La mayor parte de las familias viven de la agricultura
y sólo algunas de la ganadería a menor escala.
Los hombres adultos salen a emplearse de albañiles
y obreros a las ciudades cercanas, pero también la migración
prácticamente se ha apropiado del lugar.
Los bajos salarios, la crisis del campo y el olvido de
las autoridades estatales y municipales ocasionaron que la cuarta parte
de sus habitantes radique en Estados Unidos. De los 600 habitantes que
oficialmente están registrados, 150 viven en el extranjero.
Capetillo Torres, quien inicialmente se mostraba escéptico
acerca de los "milagros" de la piedra, indica que tras el hallazgo "los
ojos de todo el mundo se volvieron hacia el ejido", porque tras difundirse
en la prensa nacional e internacional la noticia de la existencia de la
pieza arqueológica, todos quisieron saber dónde se localizaba
el poblado.
"Inclusive el gobernador Miguel Alemán vino a visitarnos
en marzo, y te apuesto que ni conocía si había un pueblo
que se llamaba El Marquesillo; nunca nos había visitado un gobernador",
dice.
La visita del mandatario fue secundada con la promesa
de pavimentar el camino de terracería que conecta a la cabecera
municipal, introducir el agua potable, reparar los edificios que albergan
las escuelas de la localidad y dotar de instrumentos para que se conformara
una banda de guerra.
"Algunos dicen que esos son los milagros que nos regaló
el Señor Mágico por desenterrarlo y tenerlo entre nosotros,
pero lo que sí es verdad es que la piedra se convirtió en
un canal de esperanza para nuestro pueblo olvidado, y si sale de aquí,
nosotros ya no valdremos nada", comenta el agente municipal Capetillo Torres.
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