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México D.F. Lunes 24 de mayo de 2004
El mezcal: una vida de resistencia
Antes clandestina, renace, con calidad, la producción
de la bebida en Guerrero
LUIS HERNANDEZ NAVARRO
La vida en un trago. Nieto de mezcalero, hijo de mezcalero,
mezcalero él mismo, Moisés Calzada Rendón, nativo
de Chilapa, Guerrero, no olvida las dificultades de la historia familiar
para producir la bebida alcohólica. "Desde mis abuelos -dice- fuimos
fabriqueros. Pero las suyas se consideraban fábricas clandestinas,
escondidas por allá en la serranía. Varias veces a mi 'apá
le llegaron a embargar los lugares donde trabajaba. Eran de la policía.
Se bebían el mezcal. Nunca supimos que lo tiraran. Ahora ya no hay
que estarse escondiendo."
Moisés
Calzada es productor de mezcal. Desde muy joven aprendió el oficio.
"Desde chamaco -cuenta- mi 'apá fue mi maestro mezcalero." Pero
al hacerlo violó la ley. La fabricación de la bebida era
una actividad ilícita hasta hace apenas unos años.
"En 1795 aparece una orden real para prohibir la elaboración
de mezcal desde Sonora hasta Tehuantepec -apunta Catarina Illsley, técnico
integrante del Grupo de Estudios Ambientales (GEA), quien ha acompañado
y brindado asesoría a la organización de productores de la
bebida y reforestación en Chilapa-. Diez años después
se otorga el primer permiso para producir tequila. En Oaxaca se levantó
la prohibición en 1800 y pico, pero en Sonora, Guerrero y los demás
se mantuvo."
Pese a ello, la tradición de elaborar mezcal en
Guerrero, como en otros estados, sobrevivió. Arraigada a la cultura
y gastronomía regional, viva en la fiesta y el hogar, siguió
en la clandestinidad.
En Guerrero se legaliza entre 1987 y 1989, afirma Albino
Tlacotempa Zapoteco, coordinador general del área de reforestación
de los recursos naturales de Sanzekan Tinemi, la organización campesina
de Guerrero que ha sido clave en el renacimiento de la producción
artesanal de mezcal en la región. ''Estaba prohibida, era ilícita
y perseguida. Se exigían permisos que no se sabía ni dónde
tramitarlos. Había que torear a las autoridades, sobre todo
a la policía judicial, que era la que reprimía a los productores.
No les permitía la libertad de tener una buena producción
de mezcal." Hoy la situación cambió.
El renacimiento
La palabra mezcal se deriva de los vocablos náhuatl
metl e ixcalli, que significan "agave cocido al horno". De
acuerdo con la Norma Oficial Mexicana (NOM), el mezcal es una bebida que
se obtiene por la destilación y rectificación de los mostos
preparados directamente con los azúcares extraídos de las
cabezas maduras de los agaves, mismas que son previamente cocidas y sometidas
a fermentación alcohólica.
El mezcal es un producto netamente indígena y campesino,
asociado a fiestas, ritos y curaciones. Diversos estudios señalan
que su elaboración se remonta hasta el 400 antes de Cristo. De acuerdo
con GEA, en muchas regiones indígenas y campesinas existen registros
de producción de mezcal que datan de hace 200 años o más.
En
principio, el gusto por el mezcal proviene de las regiones donde se produce.
"La mayoría de la gente conoce el mezcal -dice el maestro Calzada-.
Está en su terrenito, lo corta para poder hacer su fiesta. Como
le tienen mucha fe, mucho aprecio, lo toman en las fiestas del 3 de mayo
(Santa Cruz), 24 de junio del barrio San Juan, 15 de agosto (Asunción
de María) y 16 de noviembre (Santa Gertrudis). Es bueno para un
pozole. Para un bautizo el mezcal es el que está por delante. La
gente en la región conoce al productor de mezcal y le tiene confianza.
'Oye', le dice, 'voy a tal parte y voy a ser padrino de bebida' y se lleva
el mezcal pa'llá. La gente nos conoce en nuestro trabajo."
Según Albino, a la bebida "le llaman en el rancho
la quemagrasa. Si te vas a echar un pozolazo ranchero te tienes
que echar primero un mezcal para que no te haga daño la grasa. Los
anuncios comerciales que se hacen en la región invitan a la fiesta
del patrón fulano: por la mañana habrá un rico pozolito
con su respectivo cafecito blanco, así le nombran por tradición
al mezcal.
Ya en la tarde, como el mole se hace con grasa y muchas
especias, te tienes que tomar uno al inicio y otro al final para que no
te haga daño la digestión. Allá le decimos que es
para bajar el animal. Cuando comes pozole sin mezcal, en un ejido dicen
que estás comiendo puro maíz hervido. Se necesita mezcal
para que sea pozole de verdad. En la fiesta, los mayordomos deben poner
puro mezcal."
Moisés Calzada asegura que el caldo tiene propiedades
terapéuticas. "El mezcal -dice- lo han utilizado anteriormente como
medicina. Cura la presión. Que si una señora acaba de recibir
un susto y acaba de tener a su bebito, lo primero es darle su copa de mezcal.
Lo toman como remedio. Ayuda a los nervios, tranquiliza demasiado. Para
algún coraje que haga, lo primero es darle su copa de mezcal. Siempre
ha sido curativo. Está garantizado. Es saludable de por sí.
Claro, con medida."
A pesar de ello, durante mucho tiempo el mezcal fue una
bebida de "segunda", supuestamente inferior a la cerveza o a los destilados
de uva y caña de azúcar fabricados por grandes casas productoras.
Más aún después del envenenamiento de varias personas
en Morelos con mezcal adulterado a comienzos de los 90. "Pasó a
segundo término. No se creía que el mezcal fuera mezcal.
Se decía: no, no sirve porque mata a la gente", recuerda Albino
Tlacotempa.
No es sino hasta el boom del tequila en el gusto
mundial, y la revaloración de los alimentos y bebidas artesanales,
que el mezcal ha comenzado a apreciarse más allá de las comunidades
que lo fabrican o de pequeños círculos de conocedores. La
bebida se ha puesto de moda. Sobre este revuelo y la recuperación
de las raíces propias, se ha montado la Sanzekan Tinami para poner
en el mercado un producto de excepcional calidad.
Una de murciélagos
En México se ocupan más de 10 especies diferentes
de maguey para elaborar mezcal, y, según Catarina Illsely, salvo
excepciones, como el tequila de Jalisco y el espadín de Oaxaca,
que son cultivados en plantaciones con muchos agroquímicos, los
demás son silvestres.
Moisés Calzada utiliza para fabricar su mezcal
el maguey papalote, conocido científicamente como Agave cupreata,
variedad que se encuentra en la Montaña de Guerrero, se extiende
por el río Balsas y llega hasta Michoacán.
Ser maestro mezcalero en la comunidad no es sólo
asunto de negocio, sino de orgullo y honor. Y para elaborar la bebida con
más calidad, dice el maestro Calzada, "hay que trabajar en marzo,
abril y mayo, porque es el mejor mezcal. Entre más fuerte esté
la calor sus azúcares están más conservados, más
centrados. Después no, porque el maguey está aguanoso, da
menos rendimiento y menos calidad".
Albino Tlacotelpan Zapoteco está de acuerdo. Según
él, "el mezcal que se saca de las secas es mejor. El calor hace
que el maguey escurra toda el agua y conserve puros azúcares, lo
que le da un sabor único y auténtico. Se puede sacar todo
el tiempo, pero es mejor el de secas. Un mezcal sacado en julio o septiembre
no rebasa los 50 o 60 litros por tina. En cambio, el de mayo está
dando 100 litros y mejor sabor. El otro maguey, el que se tapa con el suelo
mojado o le llueve, sabe a tierra, sale quequexque".
"Hablando de sabor, la mejor calidad es la del maguey
capón -afirma Calzada. Maguey capón es aquel al que se le
capa, esto es, al que se le corta el calegual." Los magueyes, afirma Catarina,
sólo florecen una vez en su vida. "Se mueren de parto. Ocho o 10
años de crecimiento para lanzar su flor, y muere la planta. El calegual
es la parte de la planta de la que sale la inflorescencia. Ahí se
concentran los azúcares del agave." Esos azúcares se convierten
después en alcohol de un gusto definido.
Esta apuesta por la calidad viene, en el caso del mezcal
Sanzekan, de más atrás. "Cuidamos -expresa Albino- desde
el monte hasta la botella, desde la recolección de semilla hasta
el envasado." Para ofrecer una bebida pura, natural, de elaboración
limitada, con el sello de cada productor y de la región, la organización
controla el proceso en su conjunto."
La Sanzekan procuró primero resolver el abasto
de materia prima y luego controlar la destilación de la bebida.
"Comenzamos -narra el encargado del área de reforestación-
a hacer los estudios para saber cuánto maguey hay en la región.
La organización realizó un censo de fábricas. Queríamos
saber cuál era su volumen de producción, el mercado que tenían,
si eran pozolerías, si eran cantinas. La Sanzekan estableció
áreas protegidas naturales. Areas que van de 40 a 120 hectáreas.
El ejido era el que decidía que se restauraba con especies nativas.
En 1994 comenzamos a hacer las reforestaciones. La producción la
iniciamos en 1993 y en 1994 la reforestación. Hoy día estamos
en cerca de 3 mil hectáreas reforestadas con maguey papalote. En
los viveros hacemos el pachole (cortar la semilla y germinarla). Luego
hay que trasplantarlo a los cerros. Los magueyes los seleccionamos desde
ahí. Año tras año los estamos cosechando."
Como el sabor del mezcal viene de hacerlo con leña
y no con gas, la Sanzekan ha establecido viveros para producir madera que
sirva de combustible. Ha fijado, además, reglas de fabricación
precisas: no usar maguey tierno; cuidar los hornos y la temperatura; no
aplicar levaduras; no cultivar plantas con abono químico. El acopio
necesita hacerse en puro vidrio, no en plástico, para que el líquido
mantenga su sabor auténtico. Los mezcaleros conocedores dicen que
el líquido no debe meterse en madera, porque se hecha a perder y
los taninos producen cruda. El buen añejamiento debe hacerse en
vidrio y las botellas tienen que ser enterradas.
Por supuesto, el productor necesita cuidar el contenido
de alcohol. Que no sea alto ni bajo. "El alto -dice Albino- te sale de
hasta 80 grados y se le tiene que cortar a 30 grados. Más bajo ya
no sirve, porque sabe a agua y no a mezcal. Se le da para que llegue a
48 grados. Es el grado para que no haga daño el buen pozole."
Según Catalina, hay que ir aún más
lejos: como el polinizador más importante del agave es el murciélago,
se ha puesto en marcha una campaña de protección de los quirópteros.
De la tierra
A finales de 2000 se inició la formación
de la Asociación de Magueyeros y Mezcaleros de Chilapan (Ammchi).
A ella pertenece Moisés Calzada, dueños de maguey, productores
de mezcal, reforestadores, los que tienen leña. Ochenta y siete
personas en total están agrupadas. Producen unos 40 mil litros por
temporada.
El mezcal Sanzekan envasa la producción individual
de los productores y cultivadores que participan en la sociedad. En lugar
de mezclar los caldos para ofrecer una bebida homogénea, en la que
se pierde el sabor auténtico y el bouquet, Sanzekan conserva
la originalidad de la elaboración de cada productor. Con ello trata
de reconocer y valorar la diferenciación y la diversidad que hay
detrás de cada botella. "Es -señala Albino- como hacer los
moles. No todos son igual de sabrosos. Queremos rescatar esa parte artesanal.
Si don Moi produce su mezcal, queremos que el comprador sepa que
es suyo."
Para garantizar eso, la organización ha establecido
un sistema de comercialización y vigilancia que certifica la calidad
y origen del producto. Las botellas, asegura, están numeradas. "Por
ejemplo, de la tina 47 del 15 de mayo salieron 410 botellas, únicas,
con ese sabor. Así tú sabes que al comprar esa botella estás
adquiriendo un producto único."
De acuerdo con Albino, "apenas se está empezando
con la comercialización, porque no se tienen aún todos los
permisos, todos los registros. Hemos hecho, sobre todo, venta solidaria
entre amigos y gente de la ciudad. Y la venta local es importantísima".
Según Catarina, se han buscado otros caminos. "Hay -dice- clubes
de tequileros en el Distrito Federal, que se juntan a probar tequilas.
Los estamos invitando a que prueben el mezcal. Hemos organizado catas en
las que vienen 10 u 11 maestros mezcaleros, cada uno con su mezcal. Ahí
se va explicando el por qué de los diferentes sabores, a pesar de
que son de la misma región y de la misma especie. Se quiere hacer
una comercialización más amplia. Queremos explorar la posibilidad
de que a través de comercio justo comience a salir."
Detrás de un sorbo de mezcal Sanzekan hay toda
una historia de resistencia cultural, de experiencia productiva artesanal
de años, de conservación de los suelos, de solidaridad y
cooperación. Y además, por si fuera poco, como asegura don
Moi, "el mezcal no hace cruda, es relajante y platicador."
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