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México D.F. Lunes 24 de mayo de 2004
José Cueli
ƑComunión de la España dividida?
Reza el dicho popular madrileño: "san Isidro labrador quita el agua y pone el sol", pero el santo patrono no andaba de humor de cachondeo en el presente año y soltó toda la tinta biliosa que le "reconcomía" desde los atentados de marzo, y pasó a desmadrar la "boda real". El ímpetu complejo y sutil de los madrileños no apareció y se perdió la galanura y el esplendor esperados. En vez de cortejos por las calles, colgaduras en las fachadas, música y danzas, jolgorio en suma y vocerío en multiplicación; paraguas, plásticos antilluvia, policías a destajo y el recuerdo del atentado con su cauda de muertos y la Ƒguerra fraticida?
No aparecieron las herencias de las fiestas patronales de un San Isidro enrabiado y confundido, fundadas por Lope de Vega. Se escondieron los jugos del madrileñismo. Ese "algo" excepcional que Lope pensó había que explotar por los siglos: "chulería, marchosería, flamenquería, majeza". No entendieron los sabios del protocolo de la boda que apenas dos meses antes, Madrid y toda España, salió a la calle, a decir "no a la guerra" y llorar a sus muertos. Un Madrid de duelo, un duelo que llama a otros duelos aún no elaborados, en que los recuerdos suelen ser más traumáticos que la experiencia misma no estaba para andar de juega, toros y cañas, haciéndole el juego a la aristocracia de sangre y pergamino, casándose con el pueblo.
En este ambiente de duelo, las corridas de toros han sido opacadas agregándosele las fallidas fanfarrias. Por si fuera poco, no hay toros y no hay toreros que llamen la atención. Tarde a tarde se repite la crónica: fraude diario, toros inválidos, débiles, blandengues, con máscara de chulo por sus impresionantes cornamentas. Destacaron en la semana Matías Tejela y Miguel Abellán, pero sin prender la chispa que regrese a los aficionados a la monumental de la calle de Alcalá.
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