Octavio Rodríguez Araujo

Los bombazos

Los bombazos en tres sucursales bancarias de Jiutepec, Morelos, reivindicados por un supuesto Comando Jaramillista Morelense 23 de Mayo (CJM-23 de Mayo), han provocado diversos tipos de reacciones. La primera y más importante es la de los jaramillistas vivos en el estado de Morelos: tanto Félix Serdán como Cirilo García, ambos muy ligados a Rubén Jaramillo y portadores de la herencia histórica del jaramillismo, se han deslindado públicamente del CJM-23 de Mayo y de las explosiones del domingo pasado. La segunda, no menos importante, es la del gobernador Estrada Cajigal, a quien se le sigue juicio político desde el Congreso local. El gobernador, altamente cuestionado por partidos y legisladores de oposición, los llamó a constituir un frente común contra la violencia, es decir, unidad en torno a su gobierno y, se interpreta, posposición de las diferencias y suspensión del juicio político que se le sigue.

Una tercera reacción es la del secretario de Seguridad Pública de Morelos, Sebastián Isunza, quien afirmó que se trata de actos vandálicos y no de terrorismo. Otra más es la de los partidos de oposición en el mismo estado: para la dirigente estatal del PRI los hechos indican, por un lado, ingobernabilidad en la entidad y, por otro, desesperación de la población. De aquí los priístas concluyeron que el gobernador debería renunciar. Para algunos dirigentes del PRD local se trata de una "cortina de humo" para desviar la atención de la crisis política provocada por los presuntos nexos del gobernador con el crimen organizado. Finalmente, para el diputado federal del PAN, José Sigona, las sospechas recaen sobre el PRD y en quienes quieren apresurar a toda costa la renuncia del gobernador. "Lean el comunicado y vean qué partido no aparece en él", dijo ante pregunta expresa.

Para los conocedores de Morelos no existe antecedente del CJM-23 de Mayo. Nadie había oído hablar de este comando, apareció de golpe con un comunicado en el que se refirió a cuatro explosiones cuando sólo hubo tres, pues la cuarta bomba no explotó a la misma hora o fue desactivada por el ejército entre la 1:30 y las 5 de la mañana del domingo.

En el estado se tiene la sospecha de que tal comando no existe como organización guerrillera y, desde luego, la certidumbre de que no tiene relación alguna con los verdaderos jaramillistas ni con organizaciones campesinas inconformes públicamente, como la Unión de Pueblos de Morelos o El campo no aguanta más.

Existen, sin embargo, ciertos antecedentes de invenciones de guerrillas donde no existen. El gobernador del estado, para justificar la invasión policiaca en el municipio de Tlalnepantla, declaró que había entrenamiento de guerrillas. Su secretario de Seguridad Pública, el mismo que ahora ha declarado que las explosiones de Jiutepec son actos vandálicos, lo desmintió (La Jornada Morelos, 16/1/04). Pudo comprobarse después que, en efecto, no existieron los campamentos de entrenamiento guerrillero de que hablara el gobernador.

ƑPor qué Estrada Cajigal quería que hubiera guerrilleros donde no los había? Porque tenía que buscar alguna justificación a su impericia política y a su vocación represora al haber ordenado la invasión policiaca a un pueblo que en varias ocasiones le pidió diálogo para resolver un problema de ingobernabilidad en el municipio, ingobernabilidad que, por cierto, no ha sido resuelta.

En el comunicado del supuesto CJM-23 de Mayo hay dos aspectos que me llaman la atención: 1) que la consigna única, entre tres admiraciones, haya sido que el gobernador y su "pandilla de delincuentes y narcotraficantes" deben irse ("que se vayan todos", añadieron, pero sólo refiriéndose a Estrada Cajigal y sus colaboradores y no, como los argentinos, que aludían a los partidos y a los políticos en general); y 2) que se usó un español culto, impecable en la redacción y que, por añadidura, dista mucho de ser el lenguaje popular atribuible a una guerrilla auténticamente campesina o a un grupo de jóvenes intransigentes con estudios secundarios o de preparatoria.

Un tercer aspecto, menos importante, es que el comunicado del CJM-23 de Mayo fue redactado antes de las explosiones de las bombas, y enviado a la 1:17 de la madrugada del domingo por correo electrónico a La Jornada Morelos y confirmado a las 16:45 del mismo día por vía telefónica. Esto explica que en el comunicado se hablara de la explosión de cuatro bombas y no de tres, lo que quiere decir que la sincronización de las explosiones estuvo mal calculada o que la cuarta bomba tuvo defectos, pues ésta fue localizada a las 0:30 horas y la unidad del ejército que trabajó en ella llegó una hora después.

Los testigos auditivos del lugar sólo oyeron una explosión (las tres bombas sincronizadas). ƑPor qué el Comando Jaramillista no esperó a conocer los resultados de sus bombas para enviar el comunicado (corregido sobre el número de explosiones) si de todos modos no podría aparecer antes del lunes en el periódico, pero sí habló por teléfono para confirmar que se había recibido en las computadoras de La Jornada Morelos? Tanto cuidado en la redacción y no en el operativo, hacen sospechar que no se trata de un grupo guerrillero, y menos experimentado.

Lo sorprendente es que todos los principales actores (como está de moda decir) están sacando provecho de las explosiones: unos para llamar a la concordia y a la unidad entre los morelenses (el caso del gobierno), otros para demostrar que el gobernador debe irse por incompetente (sus opositores), y otros más para exigir mano dura contra los movimientos sociales en el estado (los grupos más conservadores y no pocos empresarios).