México D.F. Lunes 7 de junio de 2004
León Bendesky
Crudo
El barril de petróleo crudo llegó a cotizarse en 42 dólares en los mercados de futuros. A estos precios, es fuerte la presión sobre la estabilidad económica debido al uso intensivo de los derivados del petróleo como fuente principal de energía en el consumo industrial, el transporte y el uso doméstico.
La diplomacia petrolera se ha centrado en presionar por el aumento de la producción, especialmente por parte de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que controla alrededor de 38 por ciento de la oferta global de crudo.
El resultado de la reciente reunión de ese organismo, realizada en el famoso hotel Fenicia de Beirut, ha sido un acuerdo de elevar las cuotas de los miembros, en 2.5 millones de barriles diarios (mbd) desde el nivel actual de 23.4 mbd, en lo que sería el mayor aumento de los últimos 15 años.
El mercado petrolero enfrenta diversas condiciones, entre las que destaca el aumento de la demanda que se estima la mayor en 16 años, y en la que se advierte la contribución de China como gran consumidor de materias primas, en particular de petróleo. Se proyecta que la demanda global de petróleo llegará este año a 82.5 mbd. Aun con el aumento de la producción los precios no cederán mucho a corto plazo.
Además de los factores asociados directamente con el funcionamiento del mercado, la situación política de creciente inseguridad ha provocado mayor especulación con el crudo. El reciente ataque en Khobar, Arabia Saudita, ha sido un elemento que aviva la incertidumbre y sostiene las altas cotizaciones en el mercado de derivados petroleros en su nivel más alto desde 1983. Así, se considera que hasta una quinta parte de los determinantes del precio no se asocian con los movimientos de la oferta y la demanda, sino con la actividad especulativa, que espera mayores alzas. Con ello, la misma Organización de Países Exportadores de Petróleo plantea que el barril se cotizará durante mucho tiempo por encima de los 30 dólares en el mercado llamado spot.
Pero la industria petrolera mundial enfrenta también problemas de índole estructural que inciden en los precios. Estos tienen que ver con los rendimientos de los pozos y con la capacidad excedente de producción que se utiliza para aumentar la oferta en periodos en que hay exceso de demanda y evitar el encarecimiento excesivo del crudo. En la OPEP, sólo Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Arabes Unidos tienen suficiente exceso de capacidad. La industria petrolera de Rusia cuenta con abundante dotación de crudo, pero poca capacidad de inversión para extraerlo, así como reducida infraestructura para procesar y transportar.
A esto se suman las limitaciones generales que se observan en la capacidad de refinación, en la extensión de oleoductos, en la disponibilidad de facilidades portuarias, con lo que la cadena de producción presenta un entorno de debilidad que crea cuellos de botella que complican el abastecimiento y presionan hacia arriba los precios. La oferta de crudo crece más lentamente que la demanda y esta condición estructural no podrá ser modificada de manera rápida.
Ahora pasemos a la economía mexicana, donde mientras más se le intenta poner en manos del mercado, más distorsiones se crean para su funcionamiento eficiente y productivo. En ello influyen cuestiones materiales y también decisiones políticas.
Pemex anunció en un boletín de la semana pasada que reducía el precio del crudo mexicano que se exporta a Estados Unidos. Esta acción va a contrapelo de la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo que venderá más sin reducir directamente los precios. Es una medida que debería explicarse en términos de la propia estrategia de negocios y también en un sentido político.
Al mismo tiempo se anunció un nuevo aumento a la gasolina con lo que se impacta en los costos de los consumidores privados y de las empresas. Esto, como se sabe, no tiene que ver directamente con cuestiones relativas a Pemex, sino con las finanzas públicas, que dependen de los ingresos petroleros y cuya asignación es sumamente cuestionable.
Los ingresos petroleros han estado en el curso del año muy por arriba de lo estimado en el presupuesto federal. Se ha hablado de que esa diferencia podría distribuirse de alguna manera a los gobiernos estatales, pues después de todo el petróleo es un recurso de la nación. Pero convendría plantear el beneficio general que deriva esta sociedad por contar con un recurso como el petróleo que hoy se vende caro.
La respuesta no es satisfactoria, el balance en términos de bienestar es casi nulo. Con precios baratos del crudo pagamos más cada mes por la gasolina, el gas y la electricidad. Con precios altos también. Y mientras tanto, la industria petrolera de México está desquiciada desde la explotación de crudo, la refinación de gasolina hasta los derivados de la petroquímica, que cada vez tenemos menor capacidad de producir. El arreglo del sector energético pasa necesariamente por el arreglo de las finanzas públicas; éste sería un buen asunto para concentrar la atención en lo que queda de existencia a este gobierno cada vez más triste.
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