México D.F. Martes 8 de junio de 2004
Libreto basado en obra homónima de García
Márquez
Estrenan la ópera El otoño del patriarca,
en Alemania
DPA
Bremen, 7 de junio. La dictadura del patriarca
tiene su caldo de cultivo en un gigante invernadero, en un clima pesado,
con calor y humedad, tropical. Allí está el general, en soledad,
entre techos de vidrio y sepulturas, asesinando mientras el pueblo lo festeja.
Es el contexto en el que el compositor italiano Giorgio
Battistelli ambienta la ópera El otoño del patriarca,
basada en la novela homónima del premio Nobel de literatura Gabriel
García Márquez, que acaba de estrenar este domingo en el
Musicaltheater de Bremen.
La
reacción del público tras el estreno de la obra con libreto
de Gotthart Kuppel y cuyos textos son cantados en castellano fue de largos
aplausos y aprobación.
La puesta en escena es de Rossamund Gilmore, que presenta
al patriarca, interpretado por Karsten Kuesters, con muchas caras pero
con la constante de que a pesar de haber entrado en años, sigue
matando y violando a cuanta mujer encuentra. El déspota sin embargo
no soporta ver su rostro en el espejo, como tampoco aguanta la muerte de
su madre. Las dudas sobre su existencia lo van carcomiendo de manera paulatina.
La ópera muestra con toda crudeza cómo el
pueblo idolatra y festeja al dictador. La muerte reina por doquier, los
cadáveres y esqueletos de vacas y gallinas son omnipresentes, el
tirano asesina inclusive a niños, pero el pueblo no da el paso hacia
la rebelión, sino que festeja en coro con el puño en alto
cuando la concubina (Birgit Eger) y el patriarca se revuelcan en el acto
sexual.
En los seis actos de la ópera, el patriarca se
levanta de su lecho de muerte a semejanza de Jesucristo, mientras hombres
y mujeres lo festejan como ''el divino que al tercer día resucitó
del reino de los muertos".
El pueblo baila en sus vestidos color pastel diseñados
por Gilmore. Hay muchas escenas que discurren entre plantaciones de plátanos
bajo una luz solar incandescente. El escenario es un cementerio cubierto
por un techo de vidrio. El miedo no aparece, no domina a la escena, ni
siquiera cuando el déspota se deja servir sobre una bandeja de plata
a un oficial al que deja asar y recubre con aderezos y perejil.
El fenómeno de la violencia-opresión
Battistelli explica que la imagen del dictador no se reduce
a los déspotas de la actualidad, como el iraquí Saddam Hussein.
Más importante, para él, es el fenómeno y la relación
entre violencia y opresión.
''La televisión nos brinda detalles de dictaduras,
nos bombardea con informaciones que se convierten en sedantes'', expresó
el compositor, de 51 años, quien con la ópera que acaba de
estrenar pretende justamente lo contrario, que al público se le
ofrezca una oportunidad para una reflexión profunda.
Battistelli ve al ''miedo personal ante la muerte como
la mayor fuente de inspiración". Musicalmente se declara un ''omnívoro",
con acercamiento tanto hacia Mozart como a la música electrónica.
Sin embargo, evita sonidos y acordes demasiado modernos.
Sus principales instrumentos son los timbales, el gong, el xilófono,
así como todos los instrumentos de viento, mientras que los violines
se limitan a formar una alfombra musical.
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