México D.F. Martes 8 de junio de 2004
MEXICO-RUSIA: PROPOSITOS PLAUSIBLES
En
la visita del presidente ruso Vladimir Putin a nuestro país se concretaron
importantes acuerdos de cooperación política y económica
entre ambos países y se creó una comisión bilateral
encargada de impulsar el intercambio energético.
El presidente Vicente Fox anunció el respaldo de
México para que Rusia ingrese a la Organización Mundial de
Comercio (OMC), confirmó las negociaciones en curso para la instalación
de plantas de maquinaria pesada e industria militar y aeronáutica
en Hidalgo y Veracruz, y destacó la postura común de ambas
naciones contra la guerra en Irak y en favor de generar las posibles soluciones
para el drama actual de ese país en el contexto del multilateralismo.
Ambos mandatarios se comprometieron a promover los lazos
comerciales y la cooperación tecnológica y educativa. Durante
la visita de Putin, el Banco Mexicano de Comercio Exterior (Bancomext)
firmó acuerdos con instituciones financieras rusas para impulsar
la cooperación financiera y el intercambio comercial, que actualmente
es deficitario para México: el año pasado importó
casi 250 millones de dólares de productos de Rusia, en tanto que
sus exportaciones a ese país apenas rebasaron 30 millones de dólares.
Todo lo anterior configura una plataforma auspiciosa para
afianzar y expandir una colaboración bilateral que podría
resultar crucial para México en la actual circunstancia de estancamiento
económico, sumisión casi total a la política exterior
de Estados Unidos y abismal dependencia financiera, comercial y tecnológica
con la nación vecina. En este preocupante contexto resulta saludable
cualquier gestión orientada a diversificar nuestros intercambios
y fortalecer el multilateralismo en el mundo, pero resultan especialmente
atinados los acuerdos con actores internacionales con los cuales pueda
negociarse en términos más equitativos que con Washington,
la Unión Europea o las potencias económicas asiáticas.
En este sentido, Rusia puede ser un socio particularmente adecuado, al
igual que economías emergentes, como las sudamericanas, Sudáfrica
e India.
En declaraciones posteriores a su entrevista de trabajo,
ayer, tanto Fox como Putin enfatizaron los paralelismos históricos
y circunstanciales entre México y Rusia. Es bueno pasar revista
a los aspectos positivos en común, sobre los cuales los propios
mandatarios abundaron, pero no por ello han de omitirse las coincidencias
negativas ni las diferencias sustanciales entre ambos estados.
Ciertamente, ambos fueron cuna de revoluciones sociales
en los albores del siglo pasado que tuvieron profundo impacto en las ideologías
y los alineamientos geopolíticos de las décadas siguientes,
así como en la vida de las sociedades respectivas. Es cierto, también,
que tanto Rusia como México han vivido, en años recientes,
procesos de transición política de regímenes de partido
de Estado a sistemas que, al menos en la formalidad de los procesos electorales,
pueden llamarse democráticos.
Guardando las diferencias, tales procesos han ido acompañados
de estrategias de desregulación, liberalización y apertura
y de liquidación de los sectores públicos de la economía.
Pero debe reconocerse que, tanto en nuestro país como en el componente
central de lo que se denominó Unión Soviética, esas
transiciones han generado pavorosas desigualdades sociales, circunstancias
masivas de pobreza, marginación y miseria, así como destrucción
inaceptable y exasperante del tejido social. Las transiciones rusa y mexicana
han tenido también como correlato el incremento de la corrupción
hasta niveles de escándalo y la proliferación de corporaciones
criminales en las que se concentra un enorme poder de fuego, de infiltración
y de corrupción de las instituciones públicas.
En ambos países la descomposición referida
está estrechamente vinculada con los procedimientos de enajenación
de los bienes otrora públicos y a los mecanismos facciosos e inmorales
de privatización de entidades del Estado. Hasta ahí las similitudes
que ni Fox ni Putin quisieron mencionar.
Por lo que hace a las diferencias, es recomendable no
perder de vista que nuestro socio potencial es, en el escenario internacional,
un Estado que conserva reflejos imperiales, intereses geopolíticos
y afanes de dominio nunca extintos, heredados de su etapa zarista y de
su periodo como sede y parte principal de la superpotencia soviética.
Ha de tenerse presente, aunque el protocolo diplomático desaconseje
mencionarlo en los ámbitos oficiales, que el gobierno de Putin mantiene
en Chechenia una presencia militar genocida y violatoria de los derechos
humanos, sociales y nacionales de esa infortunada república caucásica.
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