México D.F. Lunes 14 de junio de 2004
Se conmemorarán los 30 años del
museo con una muestra sobre su origen y vocación
La colección del Carrillo Gil será desplegada
de nuevo en el recinto
La exposición incluirá más de 120
piezas; también habrá una serie de mesas redondas
MERRY MAC MASTERS
El Museo de Arte Contemporáneo Mexicano Alvar y
Carmen T. de Carrillo Gil abrió sus puertas al público el
30 de agosto de 1974, con una muestra de la colección que el pediatra
y empresario yucateco y su esposa habían formado a partir de 1938,
la cual después venderían al gobierno mexicano junto con
el edificio construido en 1958 para albergarla.
No obstante, con el paso del tiempo, la colección
de más de un millar de piezas -ha aumentado gracias a donaciones-
que dio origen al recinto museístico empezó a tener menos
presencia. Inclusive se convirtió en una especie de estorbo frente
a los cambios cada vez más acelerados de que ha sido objeto el arte
de nuestros días.
Con
motivo de las tres décadas del ahora llamado Museo de Arte Carrillo
Gil, obras de la colección volverán a ocupar la totalidad
del edificio. La exposición 30 años del Museo de Arte
Carrillo Gil. Origen y vocación, de más de 120 piezas,
entre pintura, escultura, instalación, será inaugurada el
miércoles 16 a las 20 horas, en avenida Revolución 1608,
San Angel.
Armando Sáenz, museógrafo integrante del
equipo curatorial de la muestra, ex trabajador del museo y nieto de Carrillo
Gil, reitera: "Nos guste o no decirlo, en 1998, cuando se descuelga lo
que por muchos años era la sala permanente del museo, desaparece
en buena medida la presencia de la colección". Luego se pone en
marcha un programa de revisiones, "algunas con presencia más o menos
clara de la colección". Es decir, la colección permanente
"fue readmitida a partir de la hegemonía de la acción curatorial",
que, paradójicamente, "ha puesto en segundo plano el valor de la
contemplación en un museo".
Relevancia
También integrante del equipo curatorial, Ana Garduño,
quien se doctoró en historia con una tesis sobre la colección
Carrillo Gil, habla de la excepcionalidad de ésta, ya que en su
época era una de las más relevantes, sobre todo de José
Clemente Orozco:
"En la comunidad artística cultural había
un consenso general que el ojo de Carrillo Gil era de lo mejor que había.
Cuidaba mucho que no hubiera una mala pieza, depuraba constantemente. Tenía
sentido de las diferentes series y artistas que la conformaban; entonces,
veía que siempre hubiera una coherencia interna en sus diferentes
conjuntos de piezas. Una compra suya siempre era muy comentada."
Para Garduño, Carrillo Gil, por su independencia,
tiene como coleccionista un perfil único en el panorama del siglo
pasado. No pertenecía a la infraestructura cultural aunque hacía
labores de divulgación artística. Por medio de sus escritos
periodísticos daba a conocer el arte, no sólo mexicano, sino
sobre todo el europeo de vanguardia, ya que veía muy cerrado el
espectro nacional.
Carrillo Gil, entonces, fue polémico. Por un lado
cree, como el Estado, que la Escuela Mexicana de Pintura es lo mejor que
se tiene en arte, pero, por el otro, mantiene una posición crítica
frente a las políticas culturales.
Así, no es de extrañarse que la Carrillo
Gil fue la única colección formada a mediados del siglo XX
que logró convertirse en museo de Estado y que el nombre del coleccionista
se mantuviera a pesar del traspaso a propiedad de la nación.
Durante una década, apunta Garduño, el médico
y también pintor buscó negociar con el gobierno la compra-venta-donación
de su colección: "Donó una parte relevante de artistas que
no entraron en el convenio original. Al no alcanzarle el dinero para terminar
el edificio -cuyo diseño es de Augusto H. Alvarez y Enrique Carral-,
que de todas formas pensaba donar a México, tuvo que negociar y
sí lo vendió al gobierno junto con la colección. Pero
en el convenio se estipula que la colección no se puede dividir,
que el museo va a llevar el nombre del coleccionista y de su esposa y que
la colección pertenece al Instituto Nacional de Bellas Artes, pero
de manera primordial al museo".
El coleccionista buscó ese resguardo "después
de conocer de cerca los intestinos del Estado nacional, que era muy corrupto,
y que los funcionarios llevaban a sus casas por años las obras de
los museos que les gustaban. Sabía que eso podía pasarle
a su colección, por eso la protegió de tal manera en el convenio
para que fuera del Museo Carrillo Gil".
Jorge
Reynoso, quien trabajó en el recinto durante ocho años, se
encargó de elaborar una crónica de tres décadas de
exposiciones temporales, que en realidad parte de 1977, porque no se encontraron
documentos relativos al período de 1974 a 1976. Apunta: "Me interesó
ver cómo un museo puede retratarse a partir de lo que custodia y
cómo se redefine constantemente lo que es arte contemporáneo".
En realidad, durante los primeros 10 años no hubo
una política definida de exposiciones. El museo recibía muchos
de los compromisos que tenía el INBA.
A partir de 1984, sin embargo, el Carrillo Gil se convirtió
en el primer espacio oficial para una exposición individual de un
artista joven. Después, el recinto volteó a ver a las nuevas
tendencias. En fin, el Museo Carrillo Gil ha tenido muchos rostros.
Paralelo a la muestra se efectuará un ciclo de
mesas redondas, que se inicia el miércoles 23, a las 19 horas, con
el tema Coleccionismo de arte moderno mexicano, en que participan Ana María
Rodríguez, Ana Garduño y Teresa del Conde. El miércoles
30, a las 17 horas, Ana Garduño, Raquel Tibol y Rafael Matos Moctezuma
hablará en torno a Legislación y coleccionismo. Mientras
que el miércoles 7 de julio, a las 19 horas, Coleccionismo de fotografía,
contará con Carlos A. Córdova, Claudia Canales, Armando Cristeto
y Jorge Carretero.
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