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México D.F. Martes 15 de junio de 2004
El Grupo Beta rescató en cuatro meses
a 920 migrantes entre Sonora y Arizona
El Sasabe: frontera donde confluyen razones para emigrar,
miseria y muerte
Disminuyen cruces por reforzamiento de la Border Patrol;
hallarán otra vía, dice el INM
ALONSO URRUTIA ENVIADO
Sasabe,
Son. A unos pasos de la línea fronteriza, ya sin dinero por
el asalto de que acaba de ser víctima en los últimos metros
del territorio nacional, Jesús Adrián, de Los Mochis, se
convence: "uno tiene que sufrir para merecer".
Con esa idea redentora que tiene de su travesía
hacia el imperio se apresta a reanudar su viaje que apenas ha llegado a
la mitad. Aún le espera lo más difícil, donde los
riesgos aumentan, pero quiere llegar a Lancaster, de donde debió
regresar por "una bola" en el estómago que casi le cuesta la vida
a su madre. Va a los campos de cebolla, donde su tío, el mayordomo,
ya le tiene asegurado el trabajo, según dice.
A lo lejos, los faros de una camioneta anuncian la presencia
incesante de la Patrulla Fronteriza, pero aun así, el grupo de 20
migrantes inicia su incursión. ¿Tres, cuatro, seis días?
La suerte dirá.
Muchos van por segunda o tercera vez en una semana, en
esta aduana cada vez más difícil que es el Sasabe, cuya vigilancia
ha sido reforzada hasta completar 2 mil elementos de la migra.
Cae la noche en el desierto, una pálida luna en
cuarto menguante es la única luz con que emprenden el trayecto por
la zona más peligrosa de toda la frontera norte del país,
en la que han sucumbido centenares de antecesores que procuraban atravesarla.
"La arena medio blanca del desierto también te
guía", expresa alguno, como para convencerse de que la profunda
oscuridad de la noche no será impenetrable.
Además de cruce, que para muchos ha resultado mortal,
es una intersección de historias, de razones para emigrar, de temperamento
o desesperación para lograrlo, de miseria y de muerte.
Hace dos noches, Emilio León Domínguez,
de 23 años y proveniente del municipio mexiquense de Nezahualcóyotl,
al final eligió otra ruta, el suicidio. Casi al llegar al cruce
oficial del Sasabe, donde ya se ve ondear la bandera de las barras y las
estrellas, le ganó la nostalgia o la soledad. No se supo bien, pero
por algo o por alguien se cortó las venas.
Las cosas le han ido tan mal que hasta en este lance no
tuvo suerte. No alcanzó a desangrarse debido a la intervención
del Grupo Beta. Su coordinador en el Sasabe, Carlos Sosaya, narra que trianguló
la ayuda con la Cruz Roja en Caborca, para acortar distancias con la ambulancia
y contar con un equipo más adecuado, pues el hospital más
cercano está a dos horas.
-¿Por qué lo hizo?
-Sólo nos dijo que estaba deprimido. Realmente
no nos interesan los porqué de la gente, por qué migran,
por qué se arriesgan. Si son mexicanos o no. Sólo el problema
y la solución. Es nuestro trabajo.
Hasta abril, el Grupo Beta en Sasabe había rescatado
a 364 migrantes, cifra que se eleva a 920 en toda la frontera de Arizona
con Sonora.
Una frontera por la que cruzan cuatro de cada 10 indocumentados
que pretenden entrar en Estados Unidos, confirma el delegado del Instituto
Nacional de Migración (INM) en Sonora, Jorge Luis Mireles. Sus estimaciones:
por aquí atraviesan en los meses de mayor demanda laboral en Estados
Unidos 6 mil migrantes al día, casi un millón de indocumentados
al año.
En las últimas semanas, quizá como primer
impacto por el reforzamiento de la Border Patrol, en personal, equipo y
tecnología, así como por la inminente llegada de los calores
infernales de hasta 50 grados en la región, se han reducido ligeramente
los cruces. Ya encontrarán otra vía, vaticina Mireles, quizá
no en Sonora, pero la buscarán; tal vez en Coahuila o Chihuahua.
Mientras eso llega, el trajinar de los polleros,
los guías, los raiteros (choferes que dan aventón),
los taxis, los bajadores (bandoleros), es intenso día y noche.
No cesa el ir y venir de los pollos, como despectivamente denominan
a la carga, que es a la vez su negocio: rentable negocio. Por ahora, las
rutas no han variado, a pesar del ABC, como no ocurrió en California
en los primeros meses de la Operación Guardián, sino
hasta el segundo año de funcionamiento.
Las rutas de acceso a la frontera de Sonora son diversas:
Guadalajara, Culiacán, Los Mochis, Hermosillo, Santa Ana. De ahí
se bifurcan, sea por el Sasabe, Sonoyta, Nogales, Naco, Agua Prieta; otros
vienen de Chihuahua hasta llegar a Cananea y de ahí a Agua Prieta;
para quienes cuentan con dinero están los aeropuertos de Hermosillo
y Ciudad Obregón, ahora más vigilados por el Instituto Nacional
de Migración.
Marcados por centenares de muertos en los últimos
años, los cruces de Sonora-Arizona atestiguan lo que para algunas
organizaciones latinas representa un inadmisible abuso del control fronterizo.
El despliegue tecnológico y policiaco orillan a los cruces donde
falta el agua, abundan las picaduras de animales, abandono de los polleros
y hasta asesinatos han terminado con la vida de muchos migrantes, a
pesar de lo cual, se mantiene como la más transitada.
Ariel Venegas, subdelegado regional del INM en la frontera
de Sonora, sostiene que la situación alcanza, en ocasiones, niveles
dramáticos. "Recientemente ubicamos con la ayuda de los familiares,
el cadáver de un indocumentado tirado en el desierto del lado de
Arizona. No podíamos hacer nada por recogerlo más que notificar
a la Border Patrol, que luego llegó y lo entregó, ante la
desesperación de la familia. Con frecuencia uno se siente impotente
ante estas situaciones."
Dos cadáveres fueron encontrados la última
semana de mayo en la zona semidesértica del Sasabe. Murieron por
deshidratación y ahora suman 45 indocumentados fallecidos en la
frontera Sonora-Arizona en los siete meses recientes, 38 en el Sasabe.
No obstante, sigue siendo el paso más concurrido,
por aislado y agreste. Ahí van las camionetas, en medio de una inmensa
polvareda, dando tumbos por los caminos más sinuosos para llegar
hasta donde los polleros han prometido que es el mejor sitio para
cruzar. Aquél donde sólo un alambre de púas divide
a México de Estados Unidos, en territorio de los tohonos o pápagos.
Andanzas y acechos
Serán seis horas de caminata, pregonan los polleros
como gancho. Seis horas que se convierten en tres días de andanzas
y acechos por el desierto de Arizona que terminan por abortar gran parte
de los intentos.
-¿Miedo?
Un menear de hombros es la primera respuesta: "Dios dirá",
contesta Feliciano, jornalero en Huimanguillo, Tabasco.
El no va tras el sueño americano, sólo
acompaña a su hermana Betty a Miami, Florida, en busca "de la ciencia"
que pueda curar a su sobrino de dos años cuya madre lleva en brazos.
En Huimanguillo los médicos desconocen por qué el niño
anda todo desmadejado, inmóvil y sin articular palabra.
Tímida ella, solo aferra a su hijo y mueve la cabeza
para negar que tenga miedo a cruzar. Va tras su marido, quien desde Miami
-donde vive desde hace un año- ha juntado dólares para pagar
médicos o lo que se ofrezca.
En el mismo rancho fronterizo, transformado en albergue
para indocumentados, propiedad de Benjamín -más conocido
por ser un cacique de pueblo en Sasabe-, espera Rosendo, quien desde Sinaloa
trae cargando su vihuela con la que ha vivido hasta ahora y espera sobrevivir
en Tucson, Arizona. Aunque es primerizo en estas lides, dice que el instrumento
no le estorbará en una eventual corretiza de la migra: "mírela,
es ligera -expresa antes de rasgarle unas notas de Paso del Norte-,
pesa más el agua para sobrevivir".
Forma parte del grupo musical Los Rancheritos de Culiacán.
Junto a Rosendo está el trompetista, el contrabajista, que también
hace los arreglos, y otro guitarrista. En su tierra ya hay mucha competencia;
por eso juntaron ánimos para buscar nuevos rumbos.
Todos, o casi todos, esperan la noche para cruzar. Hay
de todo: decenas de desheredados del campo mexicano, pero también
pasantes, a quienes el desempleo no les deja de otra. Raúl viene
desde Querétaro, donde recientemente lo despidieron. Al principio
lo tomó como aventura, pero ahora dice que "está cabrón"
el cruce y habla incluso de las ventajas tecnológicas de la migra
contra la improvisación de los migrantes.
-¿Tienes buen nivel de estudios? ¿Qué
grado?
-Me da pena decirlo, pero soy estudiado.
Hay quienes retornan cíclicamente conscientes de
que su vida en Estados Unidos oscila, paradójicamente, entre el
dinero y la marginación. Mauro, originario de Tezontepec, Hidalgo,
cuyo destino final es Rhode Island, donde ya ha trabajado, reconoce: "Gana
uno bien, pero lo tratan a uno mal, hay mucho racismo".
Xenofobia, le llaman otros.
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