MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

''La vuelta a la tortilla'' se redujo a ''la cara en el comal''

Para 3 millones de mexicanos el ''cambio'' significó caer en desempleo

LA IDILICA VERSION PRESIDENCIAL asegura que en el mercado de trabajo "le hemos dado la vuelta a la tortilla", que la tasa oficial de desempleo abierto "se reduce" y que el poder adquisitivo de los salarios crece de forma sostenida.

EN LOS 42 MESES QUE han transcurrido desde que el "cambio" se sentó en Los Pinos, la población económicamente activa del país se ha incrementado cerca de 7.7 por ciento, es decir, alrededor de 3 millones de mexicanos.

LA ULTIMA INFORMACION sobre la tasa oficial de desempleo abierto indica que 3.56 por ciento de la población económicamente activa (PEA) se encuentra en tal circunstancia, lo que se traduce en alrededor de un millón 540 mil mexicanos carentes de ingreso permanente en la economía formal, contra 1.9 por ciento, cerca de 760 mil, del primero de diciembre de 2000.

DE ACUERDO CON CIFRAS también oficiales, en esos 42 meses alrededor de un millón 400 mil mexicanos han emigrado a Estados Unidos en busca de empleo, ante la imposibilidad de encontrarlo en su país.

SI SE SUMAN AMBOS factores, los mexicanos en edad y condición de trabajar que se han incorporado a la PEA durante la administración foxista han permanecido con la "cara en el comal" si se quiere privilegiar el campirano concepto utilizado por el inquilino de Los Pinos, según el cual el gobierno del "cambio" le ha dado "la vuelta a la tortilla" al mercado de trabajo en el país.

LA REALIDAD ES MUY distinta y de ello da cuenta un análisis del Centro de Estudios Económicos de Banamex, elaborado por Guillermina Rodríguez Licea: el crecimiento demográfico que México experimentó durante décadas pasadas se expresa, ahora, en importantes incrementos de la población en edad productiva. En 2003, mientras la población total creció 1.3 por ciento, la económicamente activa lo hizo en 2.2 por ciento. Este contraste es todavía mayor en el ámbito urbano: la primera aumentó 1.7 por ciento y la segunda casi al doble (3.2 por ciento). En contraposición, el ámbito rural resiente las consecuencias de la urbanización del país. La tasa de crecimiento de la población rural crece 0.3 por ciento y la PEA 0.5 por ciento.

EL AUMENTO DE LA población urbana en edad productiva no ha estado acompañado de un crecimiento económico sostenido capaz de generar el número de empleos de calidad demandados. Los mexicanos que se incorporan al mercado de trabajo lo hacen mayoritariamente en el sector informal de la economía. Durante 2003, la tasa de crecimiento de los trabajadores urbanos afiliados al IMSS varió 0.1 por ciento, mientras el empleo urbano informal aumentó 4.8 por ciento. En 2004 la situación cambia poco; en el primer trimestre los avances han sido de 0.7 y 4.3 por ciento, respectivamente.

EL MERCADO INFORMAL SE presenta así como una alternativa de absorción de mano de obra, pero su insuficiencia como opción atractiva se evidencia en un hecho: la PEA desempleada observa una tendencia creciente. La tasa de desempleo abierto se ubica en 3.9 por ciento en el primer trimestre de 2004 contra 2.8 por ciento en igual periodo de 2003, lo que sugiere que, al menos para parte de la población, "no tener empleo" supera a la opción "empleo informal".

LA DIFERENCIA EN EL incremento de la fuerza laboral entre las diferentes ciudades del país se explica por la asociación de diversos factores. Aunque el más importante es el crecimiento natural de la población en edad de trabajar y su decisión de hacerlo, la oferta laboral de cada centro productivo es afectada por la migración de la población que busca mejores remuneraciones y condiciones laborales.

EL MERCADO LABORAL formal no ha sido suficiente para absorber el aumento de la población en edad productiva, lo que ha derivado en un crecimiento importante de ocupaciones en el segmento informal -la correlación entre las tasas de crecimiento anual del empleo informal y la PEA es superior a 80 por ciento. Los mayores avances de la PEA se localizan en el centro del país (Toluca, Cuernavaca, Querétaro, León y Pachuca) donde el dinamismo económico se ha mantenido, con la consiguiente atracción de mano de obra. En contraste, las localidades tradicionalmente expulsoras de población en edad productiva (Morelia, Oaxaca, Puebla y Guadalajara) reportan menores alzas de la PEA, manteniendo también bajos crecimientos de la población ocupada en el sector informal.

AUNQUE EL EMPLEO INFORMAL alcanza gran parte de las actividades productivas del país, el sector terciario ha sido el principal nicho de la población ocupada sin prestaciones. A nivel nacional, el sector terciario representa 70 por ciento del empleo y 47.4 por ciento carece de prestaciones. Las principales actividades generadoras de plazas en el ámbito informal son el comercio y los servicios: el primero concentra 29 por ciento y el segundo 40 por ciento.

EL EMPLEO SIN PRESTACIONES en el sector terciario cobra mayor relevancia en ciudades donde su economía está altamente dedicada a la prestación de servicios. Sobresalen Cancún, La Paz, Veracruz y Tuxtla Gutiérrez, donde más de 80 por ciento de la población ocupada se desempeña en los servicios y el comercio, y más de 40 por ciento de ella se concentra en la informalidad. Esta situación tiende a acentuarse ante las tasas de crecimiento del empleo informal en el sector terciario. Durante el primer trimestre de 2004 el promedio nacional creció 5.2 por ciento respecto al mismo periodo de 2003.

EL EMPLEO EN EL SECTOR industrial cuenta con un grado de formalidad superior al registrado en el terciario. En el primer trimestre de 2004, 63.4 por ciento de la población ocupada en actividades secundarias se ubicó en la economía formal. Sin embargo, siendo el manufacturero un sector con incrementos en productividad, la fuerza laboral que demande la recuperación será menor a la oferta, por lo que el avance en este renglón irá de la mano de bajos incrementos en el empleo.

HE ALLI LA "TORTILLA volteada".

Las rebanadas del pastel:

SEGUN ENCUESTAS RECIENTES divulgadas por la Cepal, la aceptación de los mexicanos "de los beneficios de las privatizaciones y concesiones" se desplomó de 60 a 25 por ciento entre 1998 y 2002, el mayor descenso en América Latina, aunque no muy lejos de los argentinos (de 50 a 10 por ciento). La de los brasileños cayó de 55 a 35 por ciento.

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