México D.F. Miércoles 16 de junio de 2004
Arnoldo Kraus
Dignidad y justicia. Unas notas
Hace pocos días leí dos noticias en El País cuyos encabezados y contenidos podrían no tener vínculos. Ambas ocupaban la mitad de la página; la otra mitad estaba destinada a fines comerciales. No sé si fue la serendipia o la visión de los encargados de dar coherencia a las noticias lo que determinó que las dos notas se publicasen juntas. La primera dice: "Polémica en Holanda por el uso de la eutanasia con enfermos mentales. La ley sólo deja aplicarla por sufrimientos físicos". La segunda comenta "Cadena perpetua por matar a su perro. Un hombre pasará toda su vida en prisión tras ser hallado culpable en Estados Unidos de decapitar a su mascota". Incluso sin leer el contenido de los textos "dan ganas" de aventurar algunas hipótesis acerca de la posible información, así como de las desventuras de nuestra especie y de nuestra vida diaria.
Pensé: si en Holanda se ejerce la eutanasia activa siguiendo una serie de lineamientos legales y médicos en personas que la solicitan, Ƒpor qué no aplicarla en enfermos mentales? A renglón seguido anoté: los enfermos mentales son también seres humanos, Ƒpor qué no concederles el mismo derecho que a otras personas? Finalmente recordé que quienes abogan por la eutanasia han considerado que "alguien" tendría que responsabilizarse de los enfermos mentales, pues también padecen sufrimientos físicos y también son personas.
El segundo título, "Cadena perpetua por matar a su perro", evocó otras sensaciones. Pensé: si a quien decapita a su mascota en Estados Unidos se le condena a prisión, es que los perros son muy importantes y los jueces (y la sociedad) muy justos -aunque sería bueno saber si el castigo se aplicó por la forma de matar y si la condena se ejerce sólo por ser su perro o se aplicaría si fuese cualquier perro. A renglón seguido anoté: el concepto de justicia de los estadunidenses es ejemplar, pues salvaguardan la vida y la dignidad de las mascotas. Finalmente recordé las fotografías de los soldados de Bush humillando a los iraquíes y consideré que el pueblo de Bush debería encontrar el justo medio entre el amor a sus canes y su conducta moral hacia otros seres humanos, y, de ser posible, meditar si quieren seguir pareciéndose a Bush.
Vincular ambas noticias resultó más complicado. Entiendo que no es menester asociar informaciones, pero, Ƒqué hacer? Ambas estaban al mismo tiempo ante mis ojos y entre ambas parecía existir un abismo entre las nociones de lo que significa la justicia, la dignidad o el valor de la vida. Imposible leerlas por separado.
Pensé: los médicos en Holanda pueden tener problemas serios si aplican la eutanasia en enfermos mentales y los gringos pueden ir a la cárcel si matan a su perro -hay que recordar que Bush tiene perro y que sus soldados entrenan perros para morder humanos, lo cual no necesariamente significa que todos los humanos muerden ni que todos los perros estén orgullosos de sus dueños. A renglón seguido anoté: la idea de humanismo de los doctores en Holanda es admirable, ya que tienen el valor de ayudar a bien morir a un enfermo mental que sufre y que no logra explicarlo. Me dije también que el humanismo de nuestros vecinos es muy curioso: protegen a los perros y se olvidan de los homeless, aman a las mascotas y no sólo no sancionan a sus soldados torturadores, sino que vindican a Rumsfeld.
Rememoré cómo sufren los enfermos siquiátricos y cómo los mata la soledad y la falta de recursos. Consideré que todos deberíamos reflexionar acerca de los límites de la vida y de los derechos de las personas sean, o no, mentalmente sanas. Finalmente concluí que la justicia y el concepto de dignidad de los estadunidenses es cada vez más deforme e inentendible. Respetuoso de la vida animal -he tenido más de un perro- y de la dignidad de sus vidas, no deja de asombrarme el extraño concepto de justicia y dignidad de los estadunidenses.
Al empezar este renglón me di cuenta de que agoté el espacio que me otorga La Jornada y de que no leí los artículos. Quizás lo haré después de que se publiquen estas reflexiones. Quizás no los leeré. Poco importa. Quienquiera puede abrir El País del 7 junio y ahí encontrará la información. Verá que no he plagiado ideas y quizás, con suerte, concordará conmigo en que urge reparar acerca de las prioridades de la condición humana. Reparar, por ejemplo, sobre la justicia, la dignidad, la lógica, la razón y otras tantas bellas palabras tan llenas de contenido y tan carentes de realidad.
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