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México D.F. Viernes 18 de junio de 2004
ONU: NUEVOS REVESES A WASHINGTON
El
secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU),
Kofi Annan, realizó ayer dos señalamientos de elemental sentido
común que representan otros tantos golpes para la renovada política
imperial de Estados Unidos en el mundo.
El primero es que, a pesar de la más reciente resolución
del Consejo de Seguridad, que pretende que el organismo internacional asuma
responsabilidades en la ocupación de Irak -ocupación que
actualmente mantienen, con crecientes dificultades, Washington, Londres
y algunos socios menores-, no existen las mínimas condiciones de
seguridad para el restablecimiento de una misión permanente de la
ONU en el país invadido. "Actualmente -dijo Annan- las circunstancias
no permiten" la vuelta de Naciones Unidas a Bagdad tras el atentado que
destruyó la sede de la organización en esa capital, en agosto
del año pasado, y en el que murieron el representante de la ONU,
Sergio Vieira de Mello, y otras 21 personas. Si hiciera falta una confirmación
de la falta de condiciones mencionada por Annan, ayer mismo la resistencia
iraquí perpetró dos cruentos atentados en los que murieron
más de 40 personas y resultaron lesionadas cerca de un centenar.
La violencia de los ocupantes y la violencia de los combatientes iraquíes
opuestos a las tropas extranjeras obligan a descartar el panorama de "normalización"
y "pacificación" prometido por los gobernantes estadunidenses desde
hace un año y que resultaría indispensable para un retorno
de Naciones Unidas a Irak.
Tales circunstancias implican que George W. Bush, Tony
Blair y los aliados que les quedan tendrán que enfrentar la disyuntiva
de mantener, sin cobertura de organismo internacional alguno, una ocupación
militar cada vez más onerosa -en lo económico, en lo político
y en lo social- o aceptar la derrota y sacar sus tropas del país
invadido.
Por otra parte, Annan destacó ayer la inconveniencia
de extender la inmunidad judicial de los soldados estadunidenses por parte
del Consejo de Seguridad. Cabe recordar que desde el año antepasado
esa instancia aceptó, de manera por demás vergonzosa, inmoral
e injusta, que los efectivos militares de Washington no pudieran ser acusados
ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) por delitos cometidos en misiones
de servicio. Para lograr semejante trato de excepción, el gobierno
estadunidense amenazó con dejar de participar en las misiones de
paz de la ONU. Hoy, ese chantaje se revierte contra Washington, toda vez
que, si no logra extender la garantía de impunidad para sus soldados,
tendrá que dejarlos en casa.
Para hacerse una idea de lo que significa la exclusión
de las fuerzas estadunidenses del Tratado de Roma -por medio del cual se
estableció el TPI-, baste señalar que los militares que participaron
en las indignantes torturas cometidas en la cárcel de Abu Ghraib
contra prisioneros iraquíes -y algunas de cuyas fotos han escan-
dalizado y consternado al mundo entero- no podrán ser procesados
por esos delitos en el tribunal internacional. Prorrogar la inmunidad penal
de los efectivos de Washington equivaldría, en consecuencia, a propiciar
que la Casa Blanca siga enviando torturadores en sus expediciones militares
y que lo haga, para colmo, con la bendición de la ONU.
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