México D.F. Miércoles 30 de junio de 2004
Muchos funcionarios fueron nombrados únicamente
por ser neoconservadores
Bagdad, un hervidero de historias sobre corrupción
de autoridades provisionales
Guardias de seguridad se volvieron traficantes de armas;
asombrosos sueldos en la APC
PATRICK COCKBURN THE INDEPENDENT
Bagdad, 29 de junio. Poco después de la
caída de Bagdad, el año pasado, un iraquí que trabajaba
en una organización estadunidense se dio cuenta de que la compañía
de seguridad que tenía contrato con el Pentágono para protegerlo
mostraba cada vez menos interés por su seguridad. La razón,
según descubrió, era que sus guardaespaldas se habían
vuelto traficantes de armas.
El
iraquí, que había retornado del exilio, vivía en una
casa en la Zona Verde, el cuartel fuertemente resguardado de las tropas
estadunidenses en Bagdad que había sido la sede presidencial de
Saddam Hussein. Los guardias de la compañía de seguridad
habían encontrado cajas de valiosas armas de alta calidad que fueron
abandonadas por la guardia del ex gobernante.
"Se llevaban las armas y las almacenaban en nuestra casa
para venderlas", se quejó el iraquí. "Había tantos
explosivos allí, que no me atrevía a fumar en la casa, y
eso que soy fumador en cadena." El y un compañero tomaron fotografías
de los rimeros de armas y más tarde las mostraron a oficiales del
Pentágono, pero a éstos no les causaron mayor interés.
Bagdad es un hervidero de anécdotas sobre la corrupción,
el cinismo y la incompetencia de la Autoridad Provisional de Coalición
(APC), que bajo la dirección de Paul Bremer gobernó Irak
más de un año y fue disuelta esta semana. Muchos de sus funcionarios
estaban en Irak sólo gracias a su ideología neoconservadora
o porque estaban bien conectados con el Partido Republicano o con la Casa
Blanca.
Algunos recibían sueldos asombrosos. Ahmed al-Rikaby,
encargado de restablecer la televisión iraquí, descubrió
que tendría tres asesores iraquí-estadunidenses en medios,
que ganaban 21 mil dólares al mes. Recuerda: "No tenían experiencia
y jamás me ayudaron a mí ni a nadie más". Les habían
dado el trabajo porque contaban con amigos influyentes en el Pentágono.
Los funcionarios estadunidenses eran de una arrogancia extraordinaria.
Pocas cosas eran más importantes para la credibilidad
de las fuerzas de ocupación que restablecer el suministro de electricidad.
A los ciudadanos iraquíes les enfurecían los continuos apagones
y preguntaban a menudo cómo era posible que una nación capaz
de enviar un hombre a la Luna no pudiera abastecer de electricidad a Bagdad
más que 12 horas al día.
"Los estadunidenses lo intentaron todo", señala
Raad al-Haref, viceministro de Energía. "Tuvimos que renegociar
con nuestros proveedores extranjeros por medio de empresas estadunidenses
y eso nos llevó ocho meses."
Los iraquíes hablan con frecuencia de su asombro
por el grado de favoritismo en las designaciones de Washington. La privatización
era una alta prioridad para Bremer, pero su principal asistente en desarrollar
el sector privado era un hombre de negocios republicano, procedente de
Connecticut, llamado Thomas Foley, quien era asiduo recaudador de fondos
para el partido pero carecía de cualquier experiencia que pudiera
resultar útil en Irak.
Se podría haber esperado que la APC, dados los
antecedentes políticos de sus miembros de más alto rango
y su compromiso ideológico con la empresa privada, estimulara la
reapertura de la bolsa de valores de Bagdad. En realidad permaneció
cerrada más de un año a insistencia de la APC, aunque el
corredor Usan Kubba comenta: "no había razón para que no
hubiera abierto poco después de la guerra".
La principal razón por la que la bolsa permaneció
cerrada es porque la APC había nombrado a un republicano de 24 años
de edad para supervisarla. Era un individuo que en un principio había
solicitado un puesto político en la Casa Blanca y, hasta donde los
iraquíes que trataron con él podían ver, poseía
un conocimiento muy limitado de las operaciones de bolsa.
Kubba dice que lo ocurrido en la bolsa de Bagdad "muestra
el lamentable desempeño de la APC en general, y la brillantez con
que los iraquíes pueden funcionar cuando los dejan". Añade
con orgullo que, tan pronto como volvieron a poner a los iraquíes
al frente, la bolsa reabrió en cuestión de semanas.
Añade que mientras la APC estuvo a cargo se las
ingenió para gastar un millón de dólares sin ningún
resultado. La bolsa está considerando investigar algunas de las
cuentas que recibió. Asimismo los funcionarios estadunidenses se
dieron mañas para perder el control del edificio del organismo,
que ha sido devuelto al Ministerio de Finanzas iraquí.
La nueva bolsa de valores, establecida en 1992 y que contaba
con 50 corredores antes de la guerra, ha sido reabierta en las márgenes
del Tigris, en un edificio que alguna vez albergó al restaurante
italiano del hotel Mansur. Las operaciones son intensas, aunque sólo
abre dos días a la semana.
Muchos funcionarios de la APC pasaron en Irak un lapso
corto, pero remunerativo. Otros, de manera sorprendente, han regresado,
evidentemente atraídos por olor del dinero que todavía pueden
ganar. "Creen -opina Kubba- que pueden aprovechar los contactos que hicieron
antes y el hecho de que son estadunidenses de cabello rubio y ojos azules."
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
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