México D.F. Viernes 2 de julio de 2004
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Seguridad: tanque de aire a los propósitos de
la derecha
En Los Pinos, reunión de iguales
Los olvidados, sin cabida
DIA CON día, primero poco a poco y después
en cascada, podríamos decir, amigos, conocidos, gente de todas partes
expresaba con tristeza y desesperanza aquel su voto útil en favor
de un gobierno que proponía un cambio que jamás llegó
y, por el contrario, sólo ha sabido beneficiar a unos cuantos mexicanos
y a muchos extranjeros.
ERA INDUDABLE, en 2000, que la gente tenía
razón. El cambio era más que urgente y se apostó por
ello. Esa urgencia fue el instrumento que armó aquella alucinación
colectiva, donde un pequeño grupo, un poderoso grupo político
sin partido y con muchos intereses, principalmente económicos, usó
a la gente para crear la imagen falaz de un cambio que, justo ahora, a
cuatro años del triunfo del voto útil, jamás llegó.
SIN EMBARGO, aunque la gente ha llegado a extremos
terribles de arrepentimiento, el esquema de aquel fraude permaneció
inmaculado. Era fácil localizar una demanda generalizada para, desde
allí, construir la presión política que les redituara
las mejores ganancias.
CUATRO AÑOS después del primer experimento,
frente al indudable desprestigio y decadencia de un gobierno de derecha
inútil y de casi todos sus órganos, lo más recomendable
era repetir el esquema. La necesidad ya estaba creada, tiene nombre: se
llama seguridad.
¿QUIEN NO sufrió un asalto?, ¿quién
se siente seguro al salir de su casa? La inconformidad generalizada sólo
necesitaba de un empujón para manifestarse en toda su magnitud.
Y LA maquinaria se echó a andar: abundante,
inmensa propaganda desde los medios electrónicos de difusión;
volantes, carteles y desplegados; entrevistas a las víctimas; el
crimen visto y narrado para que calara hasta lo más profundo de
la conciencia. La maquinaria trabajó rápido, a todo vapor.
POR FIN el momento cumbre: cientos de miles de
personas tomaron las calles para protestar por la falta de seguridad. Cualquier
comentario en contra de esa manifestación de inconformidad se rechazó
sin mayor argumento, inclusive se condenó. El triunfo era tan grande
o más que el de hace cuatro años.
NO SE trata de condenar a ningún gobierno,
repetían los organizadores, pero en los medios, una y otra vez,
con ejemplos ramplones pero repetidos hasta el infinito y comentarios de
mala leche, se hacía sentir uno de los propósitos evidentes
de los organizadores: impactar al enemigo político. Siempre el doble
discurso.
AHORA, EN el cinismo absoluto, las cosas empiezan
a tomar su lugar. El diálogo se establece entre iguales. Fox habla
con los empresarios erigidos en representantes de los muchos que marcharon,
pero nada más. En la reunión no hay lugar para las madres
de las muertas y desaparecidas en Ciudad Juárez o para cualquier
otra organización que no sea la de ellos: la sociedad civil.
Y ENTONCES otra vez viene el desencanto y se repiten
las voces de quienes se arrepienten de haber permitido que se les usara
para acortar las ventajas políticas de uno de los competidores en
la carrera hacia la presidencia en 2006 o bien para crear -incluso puede
ser peor- un sistema de represión, no de prevención, desde
donde se quiere hacer creer a la gente que se terminará, o cuando
menos se controlará, el crimen.
PERO EL asunto, como ya se ha dicho en este espacio,
pasa necesariamente por el sistema de libre mercado, o mejor dicho, del
neoliberalismo, que para dotar de mayores riquezas a los "dueños
del mundo" desampara a los suyos.
DE CUALQUIER forma, más allá de los
"convocantes" a la marcha del 27, está la gente, mucha gente que
con toda seguridad no estará de acuerdo con el sistema de represión
que pretenden instaurar quienes se niegan a gastar sus dólares en
la creación de empleos en México. Ojalá así
sea
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