Zedillo lo ubicó en el grupo que llamó viudas de Colosio

Recelo de priístas y panistas marcó el trabajo de Durazo

Círculos foxistas lo culpan de filtrar documentos de Lotería

Toda la vida laboral de Alfonso Durazo Montaño se ha desarrollado en el gobierno y en labores partidistas. Con gobiernos emanados del PRI y del PAN. En el primero, este abogado que en una semana cumplirá 50 años militó durante 27. Y en Acción Nacional apenas alcanzó el estatus de militante adherente a partir de 2002. En su trayectoria tiene además la singularidad de haber sido lo mismo secretario particular de Luis Donaldo Colosio que del primer presidente surgido de la oposición, Vicente Fox Quesada, quien lo designó como tal pocos días después de su triunfo, en julio de 2000.

Esa doble condición de servir tan cercanamente a dos políticos ubicados en polos diametralmente opuestos supuso para este nativo de Bavipe, Sonora, inmediatos y acres señalamientos desde ambos partidos.

A la muerte del candidato del PRI a la Presidencia, en marzo de 1994, él y otros de quienes conformaron el círculo cercano de Luis Donaldo fueron bautizados con sorna por Ernesto Zedillo como ''las viudas de Colosio''. Se dijo entonces que el encono del ex mandatario contra Durazo Montaño se debió, sobre todo, a que lo responsabilizaba de haber filtrado una carta en la que Zedillo llamaba a Colosio Murrieta a restablecer su relación con Carlos Salinas de Gortari, hacer las paces, pues.

Curiosamente, en círculos cercanos al presidente Fox también se dice ahora que Alfonso Durazo pudiera estar detrás de la filtración de documentos que senadoras del PRI han obtenido sobre el desvío de fondos de la Lotería Nacional y su fideicomiso Transforma México a la fundación Vamos México, que encabeza Marta Sahagún. Esto último lo respaldan diversas fuentes en la estrecha relación del ex secretario particular de Vicente Fox con el presidente del Senado, Enrique Jackson.

Y, no obstante que a lo largo del sexenio pasado Alfonso Durazo no tuvo más que fugaces y disminuidos cargos públicos, como el de responsable de comunicación social de Esteban Moctezuma, primer secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo, cuando en 2000 renunció al PRI, recibió la censura de sus ex compañeros, quienes de todos modos tampoco lo lamentaron mucho. De hecho, la entonces presidenta del tricolor, Dulce María Sauri, ubicó su paso al voto útil como simple ''decisión personal''.

Pero en el PAN tampoco lo recibieron con fanfarrias. Esto además porque como consigna Mireya Cuéllar en su libro Los panistas (Ediciones La Jornada, 2003), Alfonso Durazo aceleró su deserción del PRI cuando fue candidato plurinominal a senador suplente en la posición número 12 de la lista, donde el propietario era Tomás Vázquez Vigil, entonces secretario general del SNTE.

Y es que, al argumentar su paso al foxismo, dijo que venía de ''un largo, terrible y doloroso'' proceso de decepción del Revolucionario Institucional, y afirmó que prefería dejar atrás sus dolores y ver hacia el futuro, convencido de que el candidato presidencial de la Alianza para el Cambio, Vicente Fox, ''es garantía y certeza de la alternancia, premisa básica de la transición''.

Si bien para Fox fue muy convincente y de inmediato lo incorporó a su círculo cercano, no todo el staff, y mucho menos el PAN, lo acogieron como uno de los suyos cuando el presidente electo lo designó su secretario particular.

Ya en Los Pinos, Durazo Montaño afianzó su posición de hombre de confianza de Fox, al grado de concentrar a partir de agosto de 2003, además de aquélla, las funciones de vocero y coordinador de comunicación social.

Tal inclinación presidencial ahondó las divergencias que desde 2000 enfrentaba sobre todo con Marta Sahagún y personajes del primer círculo de la casa presidencial como Ramón Muñoz, coordinador de la oficina de Innovación Gubernamental, así como con la dirigencia panista.

En no pocas ocasiones se escucharon quejas de los panistas de que Durazo Montaño ejercía ''la práctica priísta de la intriga palaciega'' y vetaba, según su conveniencia, el acceso a la agenda y las audiencias con Fox Quesada.

Lo acusaban de que, en cambio, era solícito y eficaz para propiciar encuentros y acuerdos entre el jefe del Ejecutivo y prominentes dirigentes priístas como Roberto Madrazo Pintado, Elba Esther Gordillo, Emilio Chuayfett, así como otros dirigentes sindicales del viejo PRI, sin descontar a gobernadores de ese partido.

Todavía a principios de junio, Durazo Montaño organizó con su paisano, el gobernador de Sonora, Eduardo Bours, una gira de dos días al presidente Fox por aquella entidad, en la que sólo le fueron presentados avances, logros y éxitos en diversas áreas sociales, productivas y de empleo.

El mandatario quedó tan satisfecho de ese despliegue, que antes de partir de Guaymas se declaró reconfortado, pues todas las personas ''necesitamos palmaditas en la espalda''.

Ese había sido, a no dudarlo, un logro de Durazo, quien sin embargo no cerró con broche de oro, pues Vicente Fox hizo al final una declaración a la prensa en la que, una vez más, ubicaba a Marta Sahagún en la contienda presidencial.

(ROSA ELVIRA VARGAS, ENRIQUE MENDEZ Y JOSE ANTONIO ROMAN)