México D.F. Martes 6 de julio de 2004
Marco Rascón
Pasado, presente y futuro del perdón
Si el discurso del general Gerardo Clemente Vega García, secretario de la Defensa, se refería al pasado, la idea de "conciliar y perdonar" no sería otra cosa que ratificar la impunidad y la injusticia.
Si la idea fue lanzada hacia el presente y el futuro, entonces es una advertencia para aquellos que han pretendido hacer de una demanda, como la inseguridad, la vía para la polarización y la confrontación, dígase la oligarquía propietaria de las decisiones económicas, sustituta del presidencialismo y dueña de la sucesión de 2006, controladora, además, de 95 por ciento de los medios de comunicación electrónica.
Si el mensaje era para el presente y el futuro se emitió directamente a los artífices del miedo y la polarización, en especial a los integrantes del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, el Consejo Coordinador Empresarial y a los dirigentes de la Cámara de la Indus-tria de Radio y Televisión (CIRT), los cuales se han convertido en el Rasputín y el José López Rega ante el vacío que nos gobierna.
En sicoanálisis se dice que la terapia es para olvidar y perdonar. No obstante, el general Vega García no tomó en cuenta que un perdón y un olvido sin justicia ni verdad dejan latente el mal y por lo tanto propician que se repita, como ahora si es que la situación continúa en la espiral de la polarización social y política. Por ello mismo las actuaciones represivas y criminales del pasado no deben olvidarse ni perdonarse: la fiscalía debe apretar el paso. šNo ceder! šNo aflojar!
Frente a los poderes corporativos del viejo régimen priísta que hoy detenta la dirección de los principales sindicatos nacionales, la mayoría de las gubernaturas, el control de los votos en el Senado y en la Cámara de Diputados, la Secretaría de Hacienda, la gubernatura del Banco de México, el monopolio de los medios de comunicación y sus membretes, como la CIRT, la fabricación de encuestas y de propaganda de "honestidad" empresarial, la visión oligárquica ve su función política sólo a través de la manipulación, la generación de incertidumbre entre los sectores medios y la polarización contra "enemigos" como la política, la corrupción y el populismo.
En esta ruta que ha abierto la oligarquía el trabajo final de reprimir y adoptar la función de gendarme tocaría de nuevo al Ejército Mexicano y lo haría protagonizar una "segunda guerra sucia", instigada por la oligarquía nacional y trasnacional.
Si en el pasado ya era vieja la queja de los militares de que el poder político los había utilizado para hacer funciones de represión interna y violación del orden constitucional, hoy ante el vacío y la debilidad de la institución presidencial las declaraciones del general Vega García parecen las de un comandante de un ejército sin cabeza, pues, si bien definió que debe lealtad al Presidente, hoy esa institución es incapaz de mantener la unidad interna y es a quien "el país se le va entre las manos".
Si los errores de estrategia de Andrés Manuel López Obrador conducen a la debacle electoral de la opción identificada en torno al PRD para 2006 es porque se convirtió en el sparring perfecto en la estrategia de la polarización, luego del arrullo de las encuestas.
La dosificación de esa estrategia oligárquica se inició con los videos sobre corrupción perredista; luego, la depresión social y política se transformó en miedo, y ahora, en la segunda etapa, sigue que se transforme en odio: depresión-miedo-odio son el terreno fértil para quienes no tienen más que ofrecer al país que exclusión, concentración de la riqueza y un país al tamaño de su mediocridad e ineptitud política y empresarial.
El perdón y el olvido sería abrir el camino a los que buscan que resurja la espiral de violencia y de fuerza en contra de la posibilidad de que el país se unifique y cambie en torno a una propuesta de nación que defienda la soberanía, la independencia y la integridad de los derechos de los ciudadanos mexicanos.
El contenido del discurso del general Vega García sólo se entiende y se explica no a partir de la supuesta democratización del poder presidencial, sino de su anulación a causa de la conspiración oligárquica, de los deseos de restauración del viejo régimen, que, si bien carecen de fuerza para unificar al país, sí cuentan con la suficiente para anular la posibilidad de que otra fuerza gobierne. La vieja oligarquía forjada en la estructura de los subsidios priístas, el contratismo y los rescates financieros se desliza en favor de la restauración priísta y esa decisión se estructura generando depresión, miedo y odio.
Esa misma es la punta y la cola de la espiral que provocó la guerra sucia de los 70, cuando el poder político de entonces entregó a la oligarquía el mando de la contrainsurgencia y arrastró al ejército en actos que hoy deben ser aclarados por la dirección actual del Ejército, a fin de que la historia no se repita y no sea conducido a la tentación represiva y golpista. [email protected]
|