México D.F. Martes 6 de julio de 2004
Abraham Nuncio
''Es la economía, estúpido''
Con esa frase certera de cuatro palabras, Bill Clinton hizo entender a la sociedad estadunidense que su problema fundamental radicaba en la economía. Puso el énfasis de su plataforma en la política económica y el electorado le dio la victoria.
ƑLo entenderá así la clase media que aportó el contingente de base a la marcha del 27 de junio?
Por las contradicciones que se presentaron en el curso de la manifestación, una parte de esa clase media parece comprender que la causa de la inseguridad es la política económica seguida por el gobierno de Fox y los que le precedieron desde los años 80.
Contradicción mayor es que los mismos que han apoyado esa política económica pro criminal -el empobrecimiento inducido y sus consecuencias es un crimen del que se derivan muchos otros- fueron los principales organizadores de la marcha. Que no les haya salido como pensaban, es otra cosa. Su desconcierto, ahora, lo han dejado en manos de Fox, quien les ha ofrecido resultados en dos meses. Amante de la saliva, 15 minutos para resolver el problema de Chiapas o dos meses para dar resultados al problema de la seguridad, el Presidente no se mide.
Al mismo tiempo que lanza ese tipo de promesas se esfuerza en desmantelar la industria energética nacional para ponerla, con el apoyo de una clase empresarial entreguista, en manos del capital extranjero. Se apuesta a la inversión del exterior para hacer al país competitivo. ƑA qué país de América Latina ha vuelto competitivo el capital extranjero? A ninguno. Por el contrario, aquellos países que han enajenado sus empresas nacionales más importantes al capital foráneo, como Argentina y Bolivia, se han arruinado. Y se ha pasado de la criminalidad a la desesperación y al caos.
En esos países, donde el azote neoliberal se ha manifestado con más fuerza, ya se hacen intentos por iniciar el camino de regreso. Sus pueblos demandan la renacionalización de los bienes privatizados.
Si las fuerzas comprometidas con la verdadera competitividad del país (en salarios, alimentación, salud, educación y vivienda) no logran remontar su propia debilidad y contener el despliegue de poder evidenciado el 27 de junio por la derecha y sus medios, que se han convertido en intermedios, lo que a México le espera es un escenario en el que el horror económico se transforme en horror social. Ninguna fuerza policiaca ni leyes ni castigos preñados de ejemplar escarmiento serán suficientes para contener la oleada de criminalidad que se abatirá sobre la sociedad.
El presidencialismo mexicano no es lo que Fox ha querido que parezca: un poder acotado. El Poder Legislativo no ha logrado hasta ahora, a pesar de esfuerzos loables, como el que ha venido encabezando el senador Manuel Bartlett, hacer cesar la ilegalidad que representan los contratos de servicios múltiples, maniobra mediante la cual se usurpa una facultad exclusiva del Estado para extraer los hidrocarburos del subsuelo como ya lo hacen las empresas extranjeras con el gas en la cuenca de Burgos. Se están creando las condiciones para que cuando la ley pueda operar sus efectos -si así sucede-, los mexicanos nos hallemos ante hechos cumplidos y las amenazas de los gobiernos extranjeros que nos orillarían a un conflicto internacional.
En el reciente acuerdo para un Progreso Regional Asociado entre Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Texas ya se insinúa que puede haber "apoyos" de este estado para la explotación de la cuenca Burgos. El pretexto de la descentralización, que ha puesto en las manos de algunos gobiernos irresponsables de los estados el uso de los ríos, por ejemplo, puede dar al traste con el pacto federal.
En ese andador, la enajenación de nuestros recursos al capital extranjero no hará sino traernos más males de los que nos han producido los gobiernos de sello neoliberal.
López Obrador, que mostró falta de oficio al opinar sobre la marcha, atina, sin embargo, al advertir que combatirá el crimen con medidas económicas. Falta profundizar en ellas, dar mayor densidad a la propuesta y, sobre todo, sistematizar y volver comunicable la idea de que las causas de la criminalidad están en la economía. Hacer comprensible esta realidad al grueso de la población es una tarea que involucra imaginación y trabajo de la izquierda desprevenida por el flanco de los medios.
Como bien veían Weber y Gramsci, los medios de comunicación son partidos paralelos cuya ventaja reside en militar todos los días y a todas horas. Pero no se los puede combatir con declaraciones, sino con medios semejantes.
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