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Obituario   - NUEVO -

E S P E C T A C U L O S
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México D.F. Martes 6 de julio de 2004

El Festival Avándaro, parteaguas del género en el país

El rock, aun en lo subterráneo, ha sido motor de nuevos ritmos

GABRIEL LEON ZARAGOZA/ Y II

En la década de los 70 el rock estaba más que vivo, se consolidaba entre los jóvenes de esa generación. Con el antecedente de la matanza del 2 de octubre del 68 y los hechos de 1971 en la ciudad de México, la onda jipi y el festival Woodstock, de Estados Unidos, en México se efecutó el 11 y 12 de septiembre de 1971 el concierto Rock y Ruelas en Avándaro, megaevento que devino desorganización y caos, pero que significó el primer masivo de rock nacional y por años prácticamente el único debido a la imagen "de degenerados y drogos" que los 300 mil asistentes dejaron en la sociedad.

En esa época la represión social se acrecentó y los jóvenes y sus gustos musicales se refugiaron en los hoyos funkies, espacios de libertad y expresión. Pese a todo, estas tocadas subterráneas mantuvieron con vida al rock en México.

Los 80 fueron de los músicos que sentaron las bases para el desarrollo de los nuevos roqueros y que sobrevivieron en un circuito de grabaciones independientes, pues no existía una infraestructura discográfica para ese género. Además, nació el Tianguis Cultural del Chopo. Surgieron Jaime López, Cecilia Toussaint, Dangerus Rhythm (con influencia punketa y rolas en inglés) y, por supuesto, Kenny and The Electrics. Sombrero Verde y las Insólitas Imágenes de Aurora.

En la primera mitad de esa década, Botellita de Jerez retomó la cultura mexicana y creó el concepto charrocanrol. Al grupo se le considera el puente entre el fin de los hoyos funkies y el renacimiento del rock en español, promovido sólidamente por las empresas discográficas en 1988.

Después del terremoto de septiembre de 1985, la sociedad aceptó a su juventud, sus foros y sus formas de expresión. A los jóvenes se les conoció como "chavos banda" y germinaron las artes subterráneas con propuestas de teatro, plástica, danza y performance. Además, se abrieron bares que al mismo tiempo fungían como foros culturales: La Rockola, El Bar 9, Rockotitlán, Rock Stock, Tutti Frutti y el LUCC.

La aceptación de las presentaciones en el país de músicos de España y Argentina propició la apertura de la industria del disco para cubrir la demanda nacional y el acceso de exponentes mexicanos. Los medios de difusión llamaron a este movimiento rock en tu idioma.

Pasado el boom comercial, el rock nacional se mantuvo subterráneo. A principios de los años 90, el sello Culebra -de la transnacional BMG- intentó dar vida al rock mexicano con grupos como La Lupita, Santa Sabina y Romántico Desliz. Sin embargo, el movimiento continuó disperso, pese a la fuerte presencia de Café Tacuba, Maldita Vecindad, Tijuana No, La Cuca, La Barranca y Caifanes (Jaguares).

En la segunda mitad de los 90 el rock nacional se fusionó con el hip hop, el rap y el grunge, entre otros. El ska se adhirió a la escena nacional hasta finales del milenio, lo mismo que la música electrónica.

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