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México D.F. Domingo 11 de julio de 2004
Personalidades públicas y ciudadanos
de a pie recordaron al Nobel chileno
Con la lectura de Canto general se iniciaron
en México los festejos
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Sábado por la mañana. Con la lectura de
Canto general en la Plaza Tolsá comenzaron en México
las celebraciones por el centenario del natalicio del poeta chileno y premio
Nobel Pablo Neruda.
En
la plaza, acompañando la estatua de Carlos IV, mejor conocida como
El caballito, se colocó una carpa de color blanco donde se
ubicó el escenario, y otra de color rojo bajo la cual se pusieron
decenas de sillas, todas ocupadas gracias a la sombra que proyectó
sobre las cabezas y los cuerpos de quienes escuchaban. Otros asientos fueron
colocados afuera de la carpa, en pleno sol. Fueron los menos requeridos.
Hubo quienes para huir del sol sabatino ocuparon la sombra
que proyectaba el Museo Nacional de Arte y así, sentados en el suelo,
oyeron a Neruda en voces conocidas y desconocidas: actores, actrices, escritores,
pintores, cantantes, intelectuales se mezclaron en la lectura con estudiantes,
sicólogos, amas de casa, adultos y niños.
La mayoría asistió exclusivamente a la conmemoración,
incluso llevaron sus libros para seguir en silencio la lectura en voz alta;
algunos iban pasando y se quedaron unos momentos, muchos más se
siguieron de paso ante la posibilidad de que se tratara de un acto de proselitismo
político y no un acto literario convocado por la Asamblea de la
Comunidad Cultural, creada el pasado 28 de mayo.
A las 11:10 comenzó la lectura. El inicio estaba
previsto para las 10 de la mañana pero a esa hora los trabajadores
de la delegación Cuauhtémoc apenas estaban poniendo las carpas
el escenario, los atriles, las bocinas, los micrófonos, la fotografía
del poeta chileno, las sillas y todo lo demás.
Se eligió Canto general, publicada por primera
vez en México en 1950 con ilustraciones de Siqueiros y Rivera, para
el festejo. ''Antes de la peluca y la casaca/ fueron los ríos, ríos
arteriales:/ fueron las cordilleras (...)'', leyó el actor Carlos
Bracho y a partir de ahí la lectura fue continua. Bastó que
quien quisiera subir a leer algunos versos se inscribiera en una hoja.
''No importa que no sepan leer, sólo se necesita que quieran hacerlo'',
conminó al micrófono una de las organizadoras.
La obra cede a lo superficial
Amado por algunos, odiado y envidiado por otros, Neruda
(1904-1973) ''es uno de los trujamanes de la tribu planetaria. Es un mediador
entre potencias que no conocemos, probablemente las potencias enterradas
en lo más profundo del lenguaje, y todos nosotros el común
de los mortales'', expresó el poeta David Huerta, uno de los organizadores.
Neruda, subrayó, ''es uno de los artífices
de esa mediación entre lo otro y nosotros. Muerto ya, lo que queda
es su obra. Sus actitudes, sus posiciones políticas, es algo que
se olvida. Las opiniones de alguien, como dijo Borges, otro de los supuestos
enemigos de Neruda, son nomás superficiales. Lo que queda es la
obra, la maestría de lenguaje, la lección de belleza que
con las palabras nos dio y que podemos escuchar y leer en silencio cuando
abrimos un libro suyo''.
Más allá, y contrario a lo que los literatos
creen, Pablo Neruda es entendido por la gente porque lo leen muy bien,
lo entienden, porque su sintaxis, su retórica, en el buen sentido
de esa palabra, el modo artístico de poner una palabra detrás
de otra expresivamente, está al alcance de la gente y puede ser
comprendido, disfrutado y transmitir las emociones que quiso poner sobre
la página, declaró Huerta.
A Bracho le siguieron, entre otros, Carlos Payán,
Gilberto López y Rivas, Germán Dehesa, Rogelio Guerra, Margarita
Isabel, la soprano Amparo Cervantes, la coreógrafa Magnolia Flores,
y el actor Mario Iván Martínez, además del público
en general. A veces la lectura fue enjundiosa, apasionada; otras, como
la lectura de un folleto escolar.
Otro actor, Héctor Ortega, aprovechó el
espacio para protestar porque el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes ''pretende hacer una ley a espaldas de los trabajadores y creadores
de cultura''.
Poco a poco las páginas del libro, uno de los más
importantes en la obra del premio Nobel, se fueron terminando. ''Hoy 5
de febrero, en este año/ de 1949, en Chile, en 'Godomar/ de Chena',
algunos meses antes/ de los cuarenta y cinco años de mi edad''.
Las palabras finales de Canto general se escucharon en la Plaza
Tolsá.
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