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México D.F. Lunes 12 de julio de 2004
Por años fue objeto de saqueos y decenas
de expedientes alterados, afirma su director
Blindan el Registro Público como parte
de un plan anticorrupción
Particulares y abogados oportunistas aprovechaban la
falta de control en el organismo para despojar a dueños originales
o exigir indemnizaciones a las autoridades por expropiaciones
SUSANA GONZALEZ G.
Durante años, la falta de controles en el Registro
Público de la Propiedad y del Comercio (RPPC) del Distrito Federal
hizo posible que decenas de expedientes fueran lavados, alterados,
falsificados o sencillamente extraviados y traspapelados, lo que daba lugar
a que particulares o abogados oportunistas despojaran de predios e inmuebles
a los dueños originales o exigieran indemnización a las autoridades
si la propiedad casualmente había sido expropiada.
Por ello se hizo necesario blindar toda la documentación
del organismo, responsable de otorgar certeza jurídica a los capitalinos
en sus bienes inmuebles, a partir de un programa integral de combate a
la corrupción que incluye desde la construcción de dos bóvedas
de seguridad para los libros y folios, a las que sólo tienen acceso
tres funcionarios de los 430 que trabajan en el RPPC, hasta la instalación
de un sistema de cámaras en el edificio de Villalongín 115,
con el que se ha reforzado la vigilancia interna de los trabajadores para
evitar que hagan inscripciones sin sustento o vendan copias de los expedientes
por su cuenta.
Arqueología registral
Aun así, no faltan personas que se atreven a presentar
documentación falsa, pero son casos cada vez más esporádicos,
y los trámites quedan inconclusos por el temor de los falsificadores
de ser detenidos, comenta en entrevista Héctor Muñoz Ibarra,
director general del RPPC.
Un
ejemplo reciente, ya investigado por el registro, es la escritura de un
predio de 122 metros cuadrados en Iztapalapa, con la que se quiso acreditar
la posesión de un terreno de 200 hectáreas en Tlalpan, perteneciente
a la antigua hacienda La Castañeda, es decir, "se montaron datos
falsos sobre un original". A simple vista, el documento parece auténtico,
pues tiene sellos oficiales, pero se descubrió la alteración
y "raspado" de la dirección y la extensión del terreno, además
de que resultó falsa la referencia de los libros del RPPC, y "ante
cualquier caso dudoso, estamos obligados a investigar", puntualiza el funcionario.
De manera notarial, catastral y hasta cartográfica
se rastrea el "tracto" de un predio, es decir, su historia a través
de sus propietarios, en una suerte de "arqueología registral", explica
Muñoz Ibarra, para que ningún eslabón quede suelto
y se evidencie cuando alguien "trata de inyectar un predio inexistente
en el RPPC".
Por el grado de detalle que implica, es una investigación
que suele ser muy tardada, pero otorga "un altísimo nivel de certeza
para detectar un fraude inmobiliario", del tipo que sea, lo mismo de predios
de menos de 50 metros que pertenecen a ancianas solas a las que oportunistas
tratan de despojar, como grandes terrenos que por la falsificación
de documentación y los recursos económicos utilizados para
apropiárselos pueden estar vinculados a la delincuencia organizada.
Aunque el funcionario aclara que esta dependencia del
gobierno capitalino no otorga la propiedad, porque eso queda asentado en
una escritura de compraventa, la vasta información en su poder que
puede ser solicitada por cualquiera, permitió "la siembra de inscripciones
de propiedad" como modus operandi para el despojo y la usurpación
de propiedades.
"Quien pretende una propiedad que no es suya y se inventa
un polígono, lo pone por encima de los verdaderos dueños,
quienes tienen su propia historia de propiedad. A veces son terrenos no
ocupados porque son del gobierno capitalino o de la nación, pero
no han sido tocados en años, o bien se reclaman indemnizaciones
por la expropiación de terrenos alrededor de obras y proyectos públicos",
comenta.
Paraje San Juan, un caso
Y para que la siembra de documentos falsos resultara
efectiva, el folio o libro donde supuestamente debería estar registrado
se desaparece o mutila. Así ocurrió, por ejemplo, con el
Paraje San Juan, reclamado por Enrique Arcipreste del Abrego, actualmente
preso en el Reclusorio Norte por fraude procesal. Caso paradigmático,
según Muñoz Ibarra, porque de diversas áreas públicas,
además del RPPC, fluyó información privilegiada del
terreno y el libro donde supuestamente debería aparecer la escritura
fue "lavado o mutilado".
Ese ha sido el patrón de los fraudes inmobiliarios
detectados en el RPPC, y por ello no es casual que en 2002, cuando apenas
arrancaba el programa anticorrupción, "había mucho traspapeleo
y teníamos 200 folios extraviados, pero un año después
no nos faltaba ningún documento".
Muñoz Ibarra se ufana del programa anticorrupción,
pues asegura que si algunos funcionarios han sido encarcelados por la simple
venta de copias fotostáticas, quienes incurrían en otras
prácticas irregulares de mayor gravedad, como la venta de información,
"ya lo piensan mucho antes de arriesgarse, y el sindicato ha aceptado nuestra
intolerancia a la corrupción".
Un trabajador que sea sorprendido mutilando o alterando
un documento original, no sólo queda sujeto a la investigación
de la Contraloría General del DF, sino que se le remite de inmediato
ante el Ministerio Público por el delito de ejercicio indebido de
la función pública, pero también son detenidas aquellas
personas que presentan documentación falsa, porque "sería
una incongruencia que la institución encargada de brindar seguridad
jurídica sobre las propiedades, resultara insegura", puntualiza
el director del RPPC.
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