México D.F. Lunes 12 de julio de 2004
APRENDER A MORIR
Hernán González G.
Cómplices impunes
TODA ELABORACION SERIA del duelo -y este país está en él hace tiempo- requiere de un cuestionamiento del marco en que se halla la persona, a fin de ampliar su visión de sí misma y de su realidad para una aceptación creativa de la pérdida.
UNA DEFINICION JURIDICA más actualizada de la palabra cómplice diría que es la persona, física o moral, que sin ser autora directa de un delito, contribuye a que éste se realice, ya sea por actos indirectos o deliberados. Mientras que el término impune, exhibitorio trisílabo de una legalidad insustancial, sigue siendo aquella falta que, mereciéndolo, queda sin castigo, por obra y gracia de... las complicidades.
DE AHI QUE a nuestros gobiernos les haya sido imposible alcanzar lo que se denomina estado de derecho, aquél cuya actividad se halla delimitada por la ley. En los estados de semiderecho, como éste, la ley está al servicio de políticos y funcionarios de buen nivel y de gobernados de alto nivel pecuniario en contubernio con aquéllos, mientras el resto de la población recibe trato de pueblo desechable más que de ciudadanos con derechos.
PRODUCTO DE UN estado donde la ley excluye el interés común lo es un sistema político -primero en la lista de encubridores aún sin posibilidades de escarmiento- que se regodea, entre otras cosas, en el ejercicio sistemático de denuncias sin efecto jurídico, o donde ex presidentes de la República, involucrados en diversos delitos en perjuicio de la nación, no son tocados ni con el pétalo de un citatorio.
ESTA FRIVOLIDAD POLITICA necesariamente es rebasada por un sistema económico no equitativo y entreguista -segundo cómplice con otro agravante: su hipocresía-, cuyos principales logros han sido reducir el empleo antes que las utilidades, fijar salarios de tercer mundo y precios de primero o reducir el estímulo a la economía al otorgamiento de créditos para automóviles.
UNA TELEVISION Y una radio concesionadas a particulares, con la anuencia de gobernantes y gobernados incumplen a diario la ley respectiva desde hace 44 años, mientras sucesivos mandatarios del país permiten que programaciones y locutores saboteen el de por sí mediocre desempeño en las aulas, sustentado en adquirir más que en discernir. Esta desneuronización y norteamericanización sistemáticas en la ciudadanía son corresponsables, en primer grado, de contribuir a la inseguridad y delincuencia en el país.
SOLIVIANTADA POR EL voraz gurú sexenal que se soñó estadista, una Iglesia manipuladora, dogmática y sin compromiso con la toma de conciencia individual de sus seguidores, a los que todavía acosa con la siniestra conseja de crecer y multiplicarse, tampoco puede alegar inocencia cuando de transgresiones e impunidad se trata.
ANTE ESTOS IMPLICADOS, a la llamada familia no le queda sino continuar reproduciéndose y reproduciendo valores deplorables, como una garantía más de que estos cómplices nunca serán llevados a juicio y mucho menos condenados a pagar por su patológica insensibilidad en perjuicio de nuestro país. [email protected]
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