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Obituario   - NUEVO -
C U L T U R A
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México D.F. Lunes 12 de julio de 2004

Llegó al país en 1940 en calidad de cónsul; salió en 1943 tras la muerte de su hija

Neruda sintió hasta el tuétano el influjo magnético del México florido y espinudo

NOTIMEX

Neruda8-okPablo Neruda, cuyo centenario se celebra hoy, sintió ''hasta los tuétanos el embrujo magnético del México florido y espinudo'', asegura el escritor chileno Volodia Teitelboim en su libro Neruda.

México, indica Teitelboim, cautivó al Nobel porque era ''el más poblado de lengua española, el más colorido, de tanta fuerza y presencia indígena''.

Neruda llegó a nuestro país en calidad de cónsul general de Chile (1940-1943). A su arribo a esta metrópoli se hospedó en un hotel del legendario Paseo de la Reforma, donde convocó a varios amigos suyos, todos republicanos españoles que vivían exiliados aquí, entre ellos los vates José Herrera Petere, Juan Rejano, Pedro Garfias y Lorenzo Varela; el cinematografista Eduardo Ugarte, y el pintor Miguel Prieto.

Posteriormente Neruda se mudó a la calle de Revillagigedo -en el Centro Histórico de esta ciudad-, donde recibió a varios escritores alemanes antifascistas, como Ludwig Renn, Bodo Ushe, Ana Seghers -muy amiga suya- y Johann Lorenz Schmidt, marido de ella.

Según Teitelboim, Neruda ha dejado múltiples constancias de su gusto por México, pues a menudo decía: ''es un país que no tiene fin si uno lo recorre hacia abajo y es color vivo de la noche a la mañana''.

Fascinación por los mercados

Neruda anduvo por todas partes: incursionó en la cultura precolombina, visitó las pirámides, compró amates, se detuvo en las casas coloniales, observó con afición los volcanes, las montañas, los desiertos, los pájaros y las mariposas.

Le fascinaron Yucatán, Nayarit y Baja California. Siempre buscó los mercados, pero sobre todo los de este país, porque decía: ''México está en los mercados''. En ellos se hizo de 15 mil ejemplares distintos de caracoles. Pero de todos, el que recorrió de forma más recurrente fue La Lagunilla, donde compró antiguas tarjetas postales, cajitas de música, copas de trazado irregular, botellas de colores intensos, caracoles, mariposas y cuadros de pintores ingenuos y románticos.

Neruda se fue a vivir a una casa más grande, la misma que había habitado el bardo mexicano Ramón López Velarde. A ese lugar iban otros republicanos españoles como el poeta León Felipe y Wenceslao Roces -traductor al español de Carlos Marx-; los escritores mexicanos Carlos Pellicer y Octavio Paz -Nobel de Literatura 1990-, y el polígrafo guatemalteco Luis Cardoza y Aragón.

Neruda visitaba a menudo a los literatos mexicanos Alfonso Reyes, Enrique González Martínez y José Mancisidor, y al general Heriberto Jara, quien siempre se caracterizó por su nacionalismo y liberalismo.

El Nobel chileno publicó en México la revista Araucania, cuyo único número mostró en la portada el rostro de una mujer indígena.

El compromiso político

En esa época México era gobernado por el general Lázaro Cárdenas (1934-40); la Alemania Nazi invadió la URSS, y Neruda se adhirió al Comité de Ayuda a Rusia en Guerra, encabezado por el intelectual mexicano Antonio Castro Leal. Neruda escribió aquí los poemas Canto a Stalingrado y Nuevo canto de amor a Stalingrado.

En 1941 dio un evidente espaldarazo a dos estudiantes que volvían a México tras haber asistido a los cursos de verano de la Universidad de Chile. Se trataba de Luis Echeverría Alvarez y José López Portillo (ya fallecido), futuros presidentes de este país: el primero de 1970 a 1976 y el segundo de 1976 a 1982.

En la capital mexicana, Neruda frecuentó a Vittorio Vidali, el legendario comandante Carlos en la Guerra Civil Española (1936-39), y a la fotógrafa Tina Modotti, ambos italianos. Asimismo conversaba con el entonces joven escritor mexicano Fernando Benítez, María Asúnsulo -quien fue modelo del pintor Diego Rivera-, y la actriz Rosario Revueltas, hermana de Silvestre (músico), José (escritor) y Fermín (pintor).

Escribía al escritor mexicano Juan de la Cabada para que a su vez hablara con los pescadores de Yucatán y Campeche, y le buscaran caracoles y conchas marinas. De la Cabada, quien residía en Campeche, nunca le contestó, pero tiempo después, cuando se vino a residir a esta ciudad, Neruda lo alojó en su casa unos cuatro o cinco meses. Neruda y De la Cabada solían ir a un bar de esta capital para beber y comer gusanos de maguey, y luego se iban caminando por la ciudad.

Tuvo un desencuentro con Octavio Paz y con el escritor español José Bergamín, quienes publicaron en 1940 Laurel, una antología de poesía hispanoamericana con cuya selección discrepó. Paz y Bergamín excluían de la selección a los poetas León Felipe y al cubano Nicolás Guillén, entre otros.

En uno de los banquetes en que se festejaba al Nobel se produjo la ruptura con Paz.

Los festines del Nobel

Tanto en México como en Chile, a Neruda le gustaba casar a sus amigos y bautizar a los hijos de éstos. En su casa en esta capital, se bautizó a Cibeles, hija del escritor mexicano Andrés Henestrosa.

Ese día, el propietario del inmueble desahució a su inquilino Neruda porque varios de los 500 invitados, fuera de sí por haber ingerido alcohol, se treparon a los árboles porque querían contemplar desde la altura las representaciones de teatro primitivo y griego en que actuaban el escritor mexicano José Revueltas y el propio poeta.

Cuenta Henestrosa que Neruda aprovechaba cualquier reunión para vestirse de general y bombero, se ponía una gorra y una chaqueta y recorría la fiesta cobrando los boletos. Según el escritor oaxaqueño, Neruda se disfrazaba porque tenía horror a su fealdad.

Por Cuba y Guatemala

En marzo de 1942 Neruda viajó de México a Cuba, invitado por José María Chacón y Calvo, director de Cultura del Ministerio de Educación, donde dictó dos conferencias. Luego se trasladó a Guatemala, donde entabló amistad con el escritor Miguel Angel Asturias, quien en 1967 fue designado Premio Nobel de Literatura.

La despedida

En México se enteró de la muerte de su hija Malva Marina, ocurrida en 1942 en Holanda. Desconsolado, decidió volver a Chile. El 27 de agosto de 1943 los mexicanos despidieron a Neruda con un banquete al que asistieron más de 2 mil personas.

El 1º de septiembre de 1943, con las notas Las golondrinas interpretadas por mariachis, el poeta decía adiós al país que lo acogió por tres años.

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