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México D.F. Lunes 12 de julio de 2004
El monólogo, adaptación
de Jodorowsky a un texto de Kafka, se presenta lunes y martes
Dupeyron lleva 16 años de ser El gorila
Aunque
han pasado más de 30 años desde que es un hombre, El gorila
no ha entendido que está prohibido lanzar cacahuates a los humanos.
No le importa, "cuando se trata de encontrar una salida, se aprende, de
forma despiadada, pero se aprende", por eso camina erguido, habla, viste
de traje y toma tequila, trabaja, asiste a fiestas, y muy noche regresa
a su casa donde lo espera su compañera con esa "mirada demencial,
de animal alterado por el adiestramiento".
Un día el hombre quiso ser El gorila y fue como
él, ahora a veces se olvida que tuvo un nombre: Humberto Dupeyron,
así dice su ficha técnica, se menciona que heredó
la condición artística de sus padres, estudios de actuación,
ganador de múltiples premios teatrales, actor en más de cien
obras, la última: El gorila, una adaptación de Alejandro
Jodorowsky de un texto de Franz Kafka en el que actúa desde hace
16 años.
Ahora es una extraña y patética criatura,
un simiesco humanoide ser, urbanizado, hastiado de la gran ciudad, atrapado
en un complicado laberinto de convencionalismos que lunes y martes a las
20 horas profundiza más su soledad mediante un delirante monólogo
en el Teatro Orientación.
Instalado al otro lado de la conciencia humana analiza
el poder, la soledad, la moral, la libertad y sus trampas, y su juicio
es implacable: "no hay salida, caemos en jaulas, tarde o temprano a todos
nos va a llevar la chingada".
"La atención del hombre se ha vuelto divagante,
no sabe lo que es: se mete a estudiar y no le gusta, se mete al cine y
al ratito ya quiere salir, mira el fútbol y ya quiere que se acabe.
Tiene reloj pero siempre llega tarde".
Capturado en Costa de Oro por una expedición de
la firma Hagenbeck y de inmediato nombrado Peter el Rojo, en su jaula descubrió
que no importa la libertad, que importan más las salidas, y ni eso,
más bien "deslizarse" hacia las filias y fobias de los hombres,
porque es muy fácil, es muy fácil ''imitar esa turbia mirada
de los hombres".
De Dupeyrón considera: "tampoco ha ganado nada,
todo ha sido una pérdida total, y no hay regreso, asume su nueva
condición, la acepta, ahora sólo quiere descansar", cree
que él seguirá siendo un gorila, por lo menos hasta que la
esclerosis del hombre (el actor) lo permita.
En el silencio de su camerino, sus ojos hablan: "el hombre
habla, habla, habla. El habla es la expresión de su esencial mudez",
por eso el gorila, debatiéndose aún entre su condición
simiesca y la humanoide, el 21 de septiembre dejará de presentarse
los lunes y martes como desde hace 30 años para irse a Costa Rica,
pero vendrá, dice que vendrá.
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