México D.F. Lunes 12 de julio de 2004
La compositora estadunidense impartió
cátedra y ofreció concierto en Instrumenta
El arte no es tal si no se hace con sentido espiritual
y social: Valerie Dee Naranjo
ANGEL VARGAS ENVIADO
Puebla, Pue., 11 de julio. Hablar del arte per
se resulta inconcebible para la percusionista, cantante y compositora
estadunidense Valerie Dee Naranjo, quien define: "el arte no es tal si
no tiene y no se hace con un sentido espiritual y social".
Todas
las personas, abunda, tenemos "una misión en este mundo, y la de
los artistas consiste en procurar a toda costa la felicidad propia y la
de quienes lo rodean, su comunidad".
Perteneciente al grupo indígena de los Ute, originario
de Colorado, la también entnomusicóloga, pedagoga y performancera
ha adquirido celebridad en su país natal merced a su esfuerzo pionero
en el estudio y la difusión de las percusiones de Africa occidental,
en particular de una especie de marimba llamada gyil.
Su presencia en la capital poblana se debe a un doble
motivo: el docente, mediante la impartición de cursos y talleres
de percusiones durante el transcurso de la semana pasada, y el artístico,
al ofrecer ayer un concierto público, ambos aspectos desarrollados
en el contexto del segundo encuentro Instrumenta verano.
Entrevistada por La Jornada, la artista alerta
que la civilización contemporánea, en particular la occidental,
parece estar obsesionada en exterminar la capacidad del ser humano por
ser consciente de sí y su entorno, lo cual reduce a lo mínimo
la naturaleza espiritual, autocrítica, sensorial y emotiva de las
personas.
''Existen afortunadamente muchas culturas en las que la
separación entre lo ritual y la vida ordinaria no es tan rigurosa
ni estricta como lo es en occidente. Por ejemplo, todos tenemos rituales
diarios, como desayunar o bañarnos, que son para encontrarnos con
el día y llenarnos de nosotros, pero no nos damos cuenta de ello",
indica.
''En la música que toco, la diferencia entre los
ritos naturales y los de vida cotidiana no son tan evidentes como en occidente.
Son parte de una práctica diaria que incluye comunicarse con fuerzas
o instancias que están por encima de nosotros, como la naturaleza,
los dioses que nos dan la vida o nuestros propios ancestros".
Practicante del budismo, Valerie Naranjo está convencida
de que si la humanidad no repara en cuán tan deshumanizada se encuentra,
le será imposible salir de esta época oscura que apenas comienza
a vivir.
''Eso es lo que trato de comunicar a todos mis amigos
y alumnos: lo importante de tomar un tiempo de nuestra vida tan ocupada,
para escuchar nuestra voz interior. Porque hay muchas cosas muy hermosas
que nosotros tratamos de ignorar".
Asume que, como artista, tiene la misión de trabajar
por y para la felicidad de la gente y, con ello, la salud de la comunidad.
''Entre más artistas asumamos la responsabilidad
con la felicidad y la reflexión de la comunidad, así como
con su educación, a través de nuevas ideas y creaciones,
no sólo haremos sociedades más felices, sino nosotros lo
seremos también.''
Así, resalta a la música como una expresión
y un medio de profundo poder espiritual y comenta, como ejemplo, que en
su etnia es utilizada como uno de los elementos principales para recuperar
la armonía.
''En el pueblo de mis padres, la nación Ute, la
armonía es un estado natural, pero ésta se desquebraja y
aleja, y da paso a la oscuridad, con actos humanos como el coraje y la
estupidez'', abunda.
''Entonces, es responsabilidad de los miembros de la comunidad,
específicamente de los músicos y de los viejos, restablecer
esa armonía y procurar mantenerla''.
De acuerdo con la artista, aún es mucho lo que
el mundo de la música clásica occidental puede aprender y
aprovechar de culturas tan ancestrales como las africanas o las orientales,
tanto a nivel de filosofía como de recursos sonoros.
Y ése, dice, es precisamente el aspecto que busca
subrayar con su quehacer, como lo hizo en el concierto que protagonizó
este sábado, en el cual ofreció canciones y melodías
tradicionales de Africa y grupos étnicos norteamericanos, tanto
en versiones originales como en arreglos y transcripciones.
Para ello se valió de instrumentos de percusión
nativos, como el gyil, yembés y diferentes clases de tambores, así
como de algunos de origen académico, entre ellos marimbas de concierto.
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