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México D.F. Jueves 15 de julio de 2004
Gestos y gastos para nada
Al
igual que la movilización policial realizada anteayer en el centro
del país, el encuentro de ayer en el Campo Marte entre el presidente
Vicente Fox y su equipo con casi todos los gobernadores, procuradores y
secretarios estatales de seguridad pública, así como con
presidentes municipales, en el contexto del Consejo Nacional de Seguridad
Pública (CNSP), fue más un acto propagandístico que
un intento serio por buscar soluciones de fondo al problema de la inseguridad
y la delincuencia. Fue, parafraseando un título del dramaturgo español
José Sanchis Sinisterra, un conjunto de "gestos para nada". El llamado
de Fox a los mandatarios estatales a "cerrar filas" en acciones comunes
contra el crimen fue recibido con escepticismo por los destinatarios, cuyas
propuestas resultaron eclipsadas por el anuncio presidencial, ciertamente
espectacular, de que se destinarán a la seguridad pública
mil millones de pesos, procedentes "de los ahorros logrados por el sector
público que resultan del Programa de Austeridad". Diversos munícipes
que asistieron al acto se quejaron, por su parte, de la poca atención
que les prestan los ejecutivos estatales. Ni siquiera los convocantes de
la pasada marcha del domingo 27 de junio contra la inseguridad, a quienes
iba, en gran medida, dedicado el guiño de la reunión de ayer,
se dieron por satisfechos, toda vez que en el encuentro no se tomaron decisiones
sobre sus demandas.
Pese a los propósitos presidenciales de reforzar
la seguridad pública mediante acciones concertadas -con los estados
y con organismos ciudadanos-, una administración transparente y
una elaboración racional de programas frente a la delincuencia,
la asignación de los mil millones de pesos es una acción
discrecional, si las hay, y ajena a cualquier rigor metodológico,
hasta el grado de que se anuncia la suma presupuestal antes de diagnosticar
la magnitud de las tareas adicionales, y de que no hay criterios ni lineamientos
para aplicar los recursos referidos. Apenas ayer, tras hacer el anuncio,
Fox solicitó al CNSP "definir las bases para la aplicación
de estos recursos".
Desde otra perspectiva, la decisión presidencial
podrá acaso ser un paliativo para la zozobra ciudadana ante el embate
de la delincuencia y contribuirá a atemperar, por un tiempo, las
histerias mediáticas que pretenden convertir la inseguridad -problema
acuciante y grave, sí- en el drama central, si no es que único,
del país. Pero el desafío de la criminalidad no exige sólo
"nuevas tácticas", como dijo ayer el mandatario, sino, sobre todo,
una nueva estrategia. El dinero prometido, o al menos una parte, podría
tener un mayor impacto en la reducción de los índices delictivos
si se invirtiera, por ejemplo, en la generación de empleos, en educación
y capacitación, en programas de integración social y en atención
médica y familiar, que si se aplica -como previsiblemente ocurrirá,
a juzgar por las actitudes mayoritarias en la clase política- en
aumentar y reforzar dispositivos de vigilancia policial que no tienen un
efecto disuasorio perceptible sobre la criminalidad organizada y que, en
cambio, intimidan a la ciudadanía y quebrantan sus garantías
individuales, pero resultan, eso sí, vistosos y hasta espectaculares,
y dejan la impresión -especialmente si se les mira en la pantalla
de un televisor- de que los gobernantes están haciendo algo para
garantizar la seguridad de la sociedad.
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