México D.F. Viernes 23 de julio de 2004
El remake retoma los casos Enron y Halliburton
El candidato de Manchurria enrarecerá el clima político de EU
DPA
Los Angeles, 22 de julio. Cuando el 1962 se estrenó el thriller clásico The Manchurian Candidate (El candidato de Manchurria), la historia de un complot en el corazón del gobierno estadunidense consternó a la nación en plena guerra fría.
La película de John Frankenheimer fue reconocida de inmediato como un clásico, pero fue tan perturbadora que su protagonista, Frank Sinatra, se aseguró de que no se viera masivamente hasta 20 años después.
Ahora, pasaron otros 22 años, un remake del clásico thriller político está a punto de volver a causar conmoción en Estados Unidos y su establishment político The Manchurian candidate, se estrenará en Estados Unidos este viernes.
La película, protagonizada por Denzel Washington y Meryl Streep, fue rediseñada para reflejar una amenaza más contemporánea: los siniestros esfuerzos de una influyente compañía multinacional para hacerse del poder en el gobierno estadunidense.
Dirigida por Jonathan Demme, cuya habilidad para crear tensión ya quedó en evidencia con películas como El silencio de los inocentes, The Manchurian candidate podría ponerse a la altura del documental Fahrenheit 9/11 de Michael Moore como una de las películas políticas más influyentes de los años recientes.
De hecho, la revista Newsweek subrayó que las dos películas se combinan para crear un clima de malestar político sin precedentes en Estados Unidos.
El complot es más o menos así: En la Guerra del Golfo de 1991, el héroe Ben Marco (Washington) cae en una emboscada durante un ataque nocturno. Muchos soldados mueren, pero los supervivientes son salvados por los heroicos esfuerzos del sargento Raymond Shaw (Liev Schreiber).
Posteriormente, Shaw es manejado por su dominante madre (Streep) para convertirse en candidato a vicepresidente. Pero Marco tiene recurrentes pesadillas sobre la emboscada que parecen indicar que el papel de Shaw fue muy diferente de la versión oficial.
Se obsesiona con averiguar la verdad y descubre que Shaw no es nada más que una marioneta de una compañía multinacional decidida a ganar al gobierno estadunidense para sus propios fines.
El argumento puede sonar familiar, pero se debe a que Demme intentó conscientemente vincularlo a empresas como Enron y Halliburton, cuyo comportamiento cuestionable y vinculaciones con la actual administración despertaron serias dudas y algunas teorías conspirativas no del todo descabelladas.
Las identidades políticas se ocultan además por el hecho de que el personaje de Streep separece a la senadora demócrata Hillary Clinton. Su partido opositor está claramente a la izquierda, a pesar de que ella es partidaria de las corporaciones, señala la publicación.
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