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México D.F. Viernes 23 de julio de 2004
De la legalidad a la decencia
Las
pretensiones de Marta Sahagún y de María del Carmen Ramírez
de suceder en el cargo a sus respectivos maridos -abortada, hasta ahora,
la de la primera, y convertida ya la segunda en candidatura formal- muestran
el largo camino que debe recorrer aún la clase política del
país desde el apego a la letra de la normatividad democrática
al respeto por el espíritu de la ley, y de ahí a la decencia
y el decoro. No hay, en efecto, una disposición expresa y manifiesta
en la legislación nacional que prohíba a una persona postularse
para el cargo que ejerce su cónyuge. Pero el sentido común
y la más elemental lógica institucional indican que semejante
maniobra, con independencia del género de los involucrados y de
la relevancia de la posición en juego, son éticamente inadmisibles
porque vulneran dos principios fundamentales de la vida republicana del
país: la no relección y la debida imparcialidad de los gobernantes
ante quienes aspiren a sucederlos en sus cargos.
Por el momento, Marta Sahagún no ha resucitado
sus afanes de buscar la Presidencia de la República, afanes que
fueron objeto de críticas plenamente justificadas. María
del Carmen Ramírez, en cambio, logró anteayer que el Partido
de la Revolución Democrática la postulara para ocupar la
gubernatura de Tlaxcala, que actualmente encabeza su marido, Alfonso Sánchez
Anaya. Tal candidatura es repudiable desde varios puntos de vista.
Por principio de cuentas, la pretensión de Ramírez
mancha y enturbia la gestión de Sánchez Anaya, porque resulta
imposible saber en qué medida el gobernador tlaxcalteca saliente
actuó para servir a sus paisanos, en qué medida lo hizo para
fortalecer la posición de su esposa en el proceso de su propia sucesión
y hasta qué punto Ramírez ha cogobernado, de facto,
en la entidad, durante el mandato de su marido. Pero incluso en el remoto
e indemostrable caso de que el ejecutivo estatal se hubiese desempeñado,
como asegura, con espíritu imparcial y equitativo en ese proceso,
el simple hecho de ser cónyuge de una precandidata introdujo, necesariamente,
una distorsión en la competencia interna por la candidatura. Si
Sánchez Anaya deja el cargo de manera inmediata puede evitar una
distorsión semejante en las campañas electorales formales,
pero, por lo que se refiere al proceso interno de designación de
la aspirante perredista, el daño ya está hecho. Por lo demás,
si María del Carmen Ramírez ganara la elección y se
convirtiera en gobernadora, su esposo, ya ex gobernador, conservaría,
por la vía conyugal, una influencia indeseable en los asuntos públicos
de Tlaxcala, situación que quebrantaría el espíritu
de los preceptos de no relección y alternancia en el poder.
El desempeño de puestos de representación
popular debe ser concebido como una misión -eminentemente personal
e intransferible- de servicio a la ciudadanía, la cual elige, para
tales cargos, a individuos, no a matrimonios. Cuando los miembros de una
pareja buscan pasarse el uno a la otra, o la una al otro, una posición
de poder político, resulta inevitable sospechar que el espíritu
de servir a la sociedad se ha desvirtuado y que impera, en cambio, el afán
de servirse mediante el ejercicio del poder.
Desde otra perspectiva, no puede ignorarse que ha sido
precisamente de las filas del PRD de donde han salido algunas de las más
severas y fundadas críticas a los coqueteos de Marta Sahagún
con la perspectiva de postularse a la Presidencia. La candidatura perredista
de Ramírez en Tlaxcala constituye, en esa medida, un golpe demoledor
a la credibilidad, la congruencia y la imagen pública del partido
del sol azteca, no sólo en Tlaxcala sino en toda la República.
Tal vez sea cierta la crítica que María del Carmen Ramírez
formuló contra su propio partido justo en momentos en que éste
le entregaba la candidatura, en el sentido de que las filas perredistas
están llenas de machos; pero es indudable, en todo caso, que en
el PRD ha habido al menos dos mujeres sumamente inescrupulosas. Una de
ellas renunció recientemente al partido y otra fue ungida, anteayer,
candidata al gobierno de Tlaxcala.
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